Hoy quiero confesar
una duda inquieta
en mi despertar.
El corazón oxidado
de no darle uso.
Las manos vacías
de nunca dar nada.
La mente dormida
por miedo a pensar.
Los ojos resecos
con brazos
cruzados
de tanto
mirar.
La garganta muda
que oculta el
mensaje
para no
gritar.
El alma impotente
que esconde su
rostro
tras la
oscuridad.
Sus pedazos rotos
esperando
alivio
en la soledad.
El camino andado
sin huella
dejar.
Coraza esculpida
por debilidad.
Oídos tapados
para no escuchar.
Pecados del mundo
sin poner
remedio
quiero
confesar.
Ojos de Gata@2024.
Suele pasar,quedarse con las manos vacías de tanto dar. Lo mismo le tiendo la maña al que nada tiene,ni al que nunca da. Me encanta leerte tocayo. Sigue dándonos más de ti. Abrazo.
ResponderEliminarGracias tocayo,
EliminarEl problema es tener las manos vacías de no dar nada.
Sabías palabras, maese. Ojalá todos en el lecho postrero podamos decir que dimos lo que tuvimos. Que tengamos las manos vacías por haber llenado otras manos, otras vidas.
ResponderEliminarY confesar que ante el mundo que vivimos en actualidad es mejor actitud. Estar muerto con el torrente sanguíneo vivo y un sistema circulatorio sordo e irredento.
ResponderEliminarCorazón oxidado por no darle uso …Terrible
ResponderEliminarLa pasovidad en todo, incluso hacia un@ mism@ puede ser algo terrible. Librémonos!!
ResponderEliminarUn poeta como tú siempre tiene las manos llenas para regalar versos.
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