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viernes, 7 de junio de 2013

En la distancia

 

·       todo es una mera ilusión, el que lo sea, no quiere decir que no me encantaría que no lo fuese.     

 

     Me encuentro solo en casa, Lucia madrugó para ir a clase, Ana y Raquel acaban de partir, con la persiana bajada para que no entre ni un mínimo ápice de luz en la habitación, me dispongo a realizar un viaje imaginario.

           Mi madre seguro que aún no se habrá levantado, luego a media mañana la llamaré, pera ver que tal sigue todo por allí, espero que bien.

        Alzo las manos con los dedos bien separados para recoger toda la energía posible.  El cosquilleo en las yemas se acentúa, los codos se van doblando lentamente y los antebrazos se pliegan hasta que las manos se llegan a unir sobre el pecho.

   Voy dejando de percibir la existencia de mis músculos de los hombros hasta los dedos de los pies, dejo de sentir mi respiración al tiempo que parece irse alejando el tic, tac, del reloj que hay sobre la mesita de noche.

     En ese fresco portal, al subir dos peldaños, justo allí, la empinada escalera, con la puerta del corral en todo lo alto, me saluda invitándome a escalarla, ayudado por el pasamanos de madera,  hasta el primer piso.

     Nadie me espera, doy unos golpes con los nudillos en la puerta de madera.   Toc, toc, toc.

      .- ¿quién es?

.- Abre, soy yo,

      Tras la puerta, la dama más bella, de entre todas las damas.  En un abrazo se funden nuestras auras, como un solo haz de luz. En ese instante se detiene el tiempo, un momento tan esperado que pretende no tener fin.

   Entre tanto:

              .- pero si es mi Carlos. ¿Y la Ana? ¿Y las chicas?

    .-en el cole,

          .- pero entonces ¿has venido tu solo?

   .-claro,

        .- vamos a la cocina, que tu padre está dormido.

      Al dar la luz, pudieron oír claramente el clic de la llave, pero la luz no se encendió, tampoco hacía falta.

       .-Anda, ¿pues no decías que habías engordado?

  .- claro, unos kilos, se me ha ido todos a la barriga,

      .- bueno, cuidado no revientes,

  .- y tú ¿Qué tal?

      .- bien, como siempre, si no fuera por eso, es que hay días que me da no se que salir de casa, porque mira, si en medio de la calle y claro,

  .-pues yo te encuentro estupenda,

      .- si, un saco de huesos,

  .-no dices que engorde, pues engorda tú,

      .-pues si como bien, pero cada día peso menos,

  .-nada mamucha, tú tranquila, que todos los días dicen por la tele que la obesidad es muy mala,

     .-si, tú ríete, pero yo no me rio,

  .- y que puedo hacer si no,

     .- ¿entonces la Ana y las chicas están bien?

  .-si, Raquel como siempre, aunque creo que ha engordado un poco, poquito y Lucía ya una moza, jobar como pasa el tiempo,

      .-es que tu padre y yo ya no estamos para viajes, ay mi Raquel, hace que no la veo,

  .- un día de estos, pero no sé cuándo,

       .-ya, ya; el caso, es que estéis bien y que os llevéis bien todos los hermanos, hijo, es que se ve cada caso por la tele todos los días

  .-por eso tranquila, eso son bobadas, que se inventan, porque no saben que poner,

       .- no, si el caso es que para ti todo son bobadas,

   .-Bueno nos tenemos que despedir, es hora de levantarse y seguir con el día a día,

       .- pero odo, ¿y te vas a ir sin felicitarme?

  .- No. Por supuesto que no.   Hubiera sido mi mejor regalo, que esto para ti, no fuera un agradable, pero simple sueño, ahora debemos volver cada uno a su cama.

      Los dos, se vuelven a fundir en un abrazo del que la luz, se va desvaneciendo lentamente.    En ese momento, se despierta sin saber porqué, se levanta, sube descalza las escaleras de la cocina, la luz está encendida, mira atentamente, no hay nadie, pero puede sentir un escalofrió que le recorre toda la espalda, al tiempo que una voz, la que ella reconoce perfectamente, la de su Carlos, le susurraba al oído:

Felicidades mamá.

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