. Tras dar a conocer el último capítulo del
relato. Un día por medio y a la carga sin más dilación. (O se volverán a pasar
otros diez años)
. Llega la noche, me siento frente a él. La ilusión del reencuentro con mi viejo
amigo, se mezcla con la incertidumbre de saber cuál será el importe acumulado
en esta factura, después de estos años.
. Los dedos al fin se deciden a posarse
sobre él. Las yemas, quieren bailar con gracia entre sus blancas y negras
teclas. Los tropezones se suceden. Mi mente intenta atenuar la velocidad para
poder pensar en el movimiento de cada articulación, pero las manos se rebelan
contra mí. Quieren volar, recorrer de
nuevo ese espacio tantas veces transitado, saltan de un estilo a otro, “bolero,
tango, pasodoble” hasta que a codazos, se abre camino un vals.
. Y me da pena oír la melodía que suena… nostalgia de los tiempos de luz donde silbaban
los vientos, convertidos ahora en nubarrones grises, que simplemente eructan
truenos.
. Dejo
a un lado lo establecido, lo ya escrito. He de contarle tantas cosas. La coordinación entre la melodía y la armonía,
parece revelarse. Demasiados minutos para dar forma a ocho simples compases,
los cuales me cuesta repetir. Mecánicos,
sin sentimiento, suenan una y otro vez.
. Los recuerdos de mi mente se trasladan a
aquel fatídico año para hacerme ver la luz de nuevo. Tras aquel accidente, donde mi amigo me dijo:
Ven, yo te ayudaré a lograrlo. Y si
entonces pude, ¿Por qué no lo voy a lograr ahora?
. Sé que pasará mucho tiempo, que tal vez la
edad y la falta de horas, no me permita alcanzar la digitación deseada, pero no
me cabe duda, de que él y yo, volveremos a comunicarnos, tal vez con paseos y
frases más pausadas. Habrá que echar
mano del bastón y aprovechar el resguardo de los arbustos en ese banco para
sentarse a descansar, dejándose mimar
por los suaves rayos de sol que alumbran las tardes de otoño. (Son las cosas
que tiene el hacerse mayor)
. ¿Cuándo podrán escuchar mi nueva composición?
.- no lo sé
. Ni si quiera si entenderán lo que pretenda
expresar en ella. Pero sé que para mí, será algo maravilloso,
desde que empiece a componerla hasta que termine de gestarla para que vea la
luz. Cuando oiga ese dialogo en el que
los dos, aportaremos anécdotas y vivencias de nuestro caminar de la mano. Entonces, podré sentir, que he recuperado su
amistad.
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