Arco
iris desteñido.
Espuma de mar que
abraza,
vientos de polvo cargados.
La soledad de una
playa
reniega de la caricia
de las olas enfadadas.
La barca no tiene
remos
y las sirenas se alejan
hacia la profundidad.
De acantilado
colgadas
las redes envejecidas.
Jirones de cuerda
rota,
corchas, de alma podrida.
Los gritos de la
gaviota
huyen por el horizonte.
La voz abraza al
ocaso
y el rechinar de los dientes
acompañan a un suspiro,
antes de cerrar los ojos.
La luz se volvió
tiniebla
y el ascua se quedó fría.
El pelo ya no lo
mece
la caricia de la brisa.
Para que alzar la
mirada
si me niegas… la
sonrisa.
Excelente recuerdo de excelente versar, apreciable Maestro
ResponderEliminarGraciñas.
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