Escribirá la
pluma.
Teñida de negro
luto
ausente en la
despedida.
Me tocó decirte
adiós.
Ya fría.
Ni tan siquiera
un abrazo
me permitió el
suelo darte.
Tristeza al
verte tendida.
Ternura.
Al acariciar
tus manos
y al apoyar mi
cabeza
en el cuerpo ya
marchito.
Una escalera a
tus pies.
Una piedra
sobre el suelo,
con que afinar
la madera.
La madera de
una puerta
culpable de tanto
duelo.
Pasivo mirando
a esos
que trasportan
una caja
donde solo un
cuerpo yace.
Horrorizado del
llanto
fingido cual
plañideras.
Entristecido al
oír,
el doblar de
las campanas
anunciando que
se acerca,
la hora de oír
el ruido
de las palas,
de la tierra,
caer sobre la
madera.
Enfadado. Sí, contigo,
por ni avisar
que te ibas.
Sonriente atardeciendo
por saber que
no te has ido.
Confuso en mi
soledad
por no saber
expresar
lo que con mis ojos
digo.
Y el sol se
oculta en silencio.
Y para no ver
la luna,
los ojos cierro
con fuerza.
Que no quiero
ver la noche.
Que no quiero
que se encape
de mis brazos
esa estrella.
Vida y muerte
solo blanco.
Saber que estos
treinta años
hemos compartido
abrazos
que nadie nos
robará.
Sentir que
estás aquí al lado.
Sin temor a las
caricias
que a darnos,
siempre vendrás.
Por qué ahora frío y triste escrito Maestro? Fría tambien es la noche cuando en invierno oscurece, Fría es la muerte cuando nos estremece, Fríos son los sentimientos de aquel calculador que nos enmudece.
ResponderEliminarLo más duro en los casos de fallecimientos de seres queridos, es saber que nunca más los veremos ni volveremos a abrazar. Es la más difícil despedida y desapego. Triste y dolorosa poesía, embellecida por bellos y sentidos sentimientos. Un gran abrazo querido amigo Carlos. America Santiago.
ResponderEliminarUn gran abrazo de luz amigo Carlos! Tristes son las despedidas siempre....pero quedan abrigando el corazón esos abrazos càlidos y sinceros que se han prodigado en el pasado y que trascienden el tiempo!Amor y luz !
ResponderEliminar