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miércoles, 6 de febrero de 2019

Modernidades



Yo; un antiguo, una persona educada y criada a partir de la segunda mitad del siglo pasado, “que se le va hacer, no nací antes”.
Ciertas modernidades no me terminan de endulzar los oídos y me parece que no dejan de ser una fachada “tal vez necesaria, no lo niego” pero bueno una fachada que intento entender y creer que con el tiempo todo se regulará componiendo nuevas terminaciones que hagan los neutros una normalidad social a la hora de expresar grupos compuestos por ambos sexos.
En ciertos avances, sería “normal” que la clase “baja” menos culta de la sociedad, siguiese anclada en el pasado, pero para eso están los señores de carrera, (aunque algunos parezcan tener la carrera del galgo) los que imparten educación: laboral, cultural, mental o de vida.  Esos que se acoplan a las modernidades en cada uno de los discursos que profieren en sus actos ante el público que desea aprender de sus conocimientos.
Qué bonito queda el hacer una intervención dos folios más larga a cuenta de: señores y señoras, compañeros y compañeras, alumnos y alumnas, os, as, os, as, os, as y así todo el rato, pero luego cuando van al servicio, cierran la tapa y no se dignan a tirar de la cadena.
Yo; un antiguo que está harto de tanto modernismo en gente que no es ni siquiera del siglo pasado. Gente que tiene su interior en la edad media o casi.
Resulta que hay profesores (quisiera pensar que son una minoría) que han pasado de usar la palabra “tía” para describir a una mujer, ha simplemente crear un vacío a su alrededor. (No, ellos no discriminan con el vocabulario, por favor eso no es correcto) pero si alguna se atreve a intentar ocupar un espacio considerado para hombres, se le plantea la posibilidad de ni siquiera intentarlo. Ya sabéis, excusas baratas como la fuerza física en unos sectores donde prima la inteligencia.
Esa es otra. Eso sí que es un problema. Si además la mujer es inteligente, con la iglesia hemos topado. Porque claro, si sabe leer y escribir, al final va hacer el examen, pero si además sabe pensar… ¡qué peligro!  Esto ya se nos va de las manos.
Pues sí señores (y creo que se entiende como genérico para todas) esto sigue pasando. Antiguamente, en el siglo pasado, nos encantaba que las mujeres estudiasen, aunque fuéramos un poco brutos en ciertas expresiones reprochables en muchos aspectos y creo que hemos dado un gran paso hacia la concienciación de lo que no se puede admitir.  Pero un paso no es suficiente para avanzar, mientras sigan analfabetos mentales como instructores ejerciendo la docencia de cualquier tipo y claro, sus superiores hagan la vista gorda y en vez de tirar de la cadena, vuelvan a cerrar la tapa del servicio y el que venga detrás que se quede con el marrón.
Porque eso es lo que hay en ese mundo. Altos cargos que cierran los ojos a lo evidente, sentados en sus cómodos sillones y sin ganas de complicarse. Porque creen que con ellos no va la cosa. Porque siguen en la edad media y el futuro de sus hijas parece importarles una mierda; aunque en sus multitudinarios discursos las nombren utilizando el género femenino (eso sí normalmente el masculino delante).
Bueno esto viene a que hoy se me ha mostrado una realidad que me pensaba ya inexistente y me ha puesto del hígado. He llegado a casa y como siempre me he puesto a pensar en voz alta.
Seguro que muchos pensarán que es un arrebato, pero…  “qué más quisiera yo”. O nos empezamos a poner las pilas o cuando la taza se llene todos estaremos envueltos en mierda. (Como en la edad media).



Carlos Torrijos
C.a.r.l. (España)


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