Sobre el mástil tatuadas
unas notas
en escala
pentatónica
menor.
Las yemas sobre el acero
deslizándose
en el sueño.
La púa viste de azul.
Oculta sus blancas palmas
mostrando sus
negras manos,
que pulsan
en cada gesto
los lamentos
heredados.
Sangre felina que esclava
vio sus
uñas atrofiadas
en jaula
bajo la luna
de pupilas
dilatadas.
La luna que siendo blanca
le acunó
sobre la mar
que a otras
tierras la llevaba.
Voces nagras, negras almas,
vida que no
vale nada.
Reina negra, negra dama
de su reino
destronada.
Abuela de sus abuelos,
la que
cantaba esa nana
que dormía las
negras caras
cuando la
noche brillaba.
Nana que quedó de herencia
en esa
escala plasmada.
Pentatónica menor.
Hoy en cuerdas de guitarra.
Me atrapa el alma tu sensible y preciosa poesía. Gracias querido Carlos. Felicitaciones. America Santiago.
ResponderEliminarDe inicio me imaginé al piano pero después he caído y le agradezco por llevarme en la ilusión de sus versos.
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