Esa tarde una maestra
(La de segundo) salía muy enfadada;
Alicia se acercó para quitarle hierro al asunto.
-Alicia.- tranquila que días
malos tenemos todos y no dejan de ser niños.
La maestra se puso brazos
en jarro en la puerta del colegio y avisó con tono de pocos amigos: .- que sea la última vez que volvéis sin los
deberes hechos.
Almu agachó la cabeza y se
mantuvo callada.
La madre empujaba la silla
y Parchís caminaba a su lado, esperando que alguien le dijese que subiera al
regazo de Almu.
.- Sara.- pero ¿es verdad que no has hecho los deberes?
-Almu.- es que no sabía hacerlos, de verdad, eso no nos lo había
explicado; mira, mira.
Pararon junto a un
banco, se sentaron y Almu sacó el cuaderno de la mochila. Era una operación que no tenía ni pies ni
cabeza.
-Berta.- pero tú ¿estás segura que esto está bien copiado?
- Almu.- sí, de verdad, esto está tal y como ella lo puso en la
pizarra.
La madre lanzó un suspiro.- ay
señor, no me extraña que todos hayáis ido a clase sin hacerlo. (Todos los
signos estaban mal puestos)
Parchís no hacía nada más que mirar el
cuaderno buscando una solución.
-Berta.- no te preocupes, esto está mal.
Pero él movía la cabeza, sabía
que ese problema tenía solución, solo era cuestión de tiempo.
Se levantaron y se fueron
a casa; nada más llegar, se fue al comedor y volcó de un manotazo el cesto de
los números. Fue colocándolos en el
orden que estos estaban escritos en el cuaderno de Almu.
Sara y Berta, se pusieron a
la tarea diaria; unas sumas y unas palabras que unir con una línea,
relacionándolas entre sí.
Pasados unos 15 minutos,
Parchís se puso a pasear frente a ellas con aire chulesco, ronroneando y
luciendo su capacidad de intelecto.
-Berta.- ¿ya has sido capaz de solucionar el problema?
-Parchís.- miauuu.
-Berta.- pues explícanoslo a Sara y a mi
Parchís movió la cabeza a los
lados, las miró con aires de grandeza y se echó sobre un cojín.
-Sara.- Jo, pero explícanoslo
-Berta.- déjalo, se cree muy importante, pero esta noche ya se quedó
sin cena
A él parecía darle igual, todo
llegaría en su momento.
Arturo llegó a casa y le
explicaron lo sucedido; no podían quedarse con la duda, así que los tres se
pusieron a pensar en la solución. No
entendían nada, los signos de suma, resta e igual no estaban en el lugar donde
debían de estar.
-Arturo.- venga Parchís, si lo sabes dinos la solución.
-Este seguía en el cojín
haciéndose el dormido-
-Sara lo cogió por el
rabo y lo bajo al suelo-
-Sara.- Gato malo… a dormir en el suelo y sin cenar que te quedas.
-Pero eso no parecía influir en su aptitud-.
Al día siguiente llegaron
al colegio; La madre de Almu se dirigió a la maestra para decirle que esos
problemas no estaban bien.
-Maestra.- si señora, están bien; aunque usted tiene razón, tal vez no
se los explique con claridad y por eso la confusión.
-Allí llegaban Berta, Sara y Parchís-
-Berta.- Alicia, -(llamando a la maestra de Sara)
-Alicia.- ¿que se te ofrece?
-Berta.- dile a la maestra de Almu que venga por favor, que se va a
llevar una sorpresa
- ese era el momento que
Parchís esperaba, desde el día en que intento reírse de él la sabelotodo-
-Maestra.- dígame señora
-Berta.- aquí el pequeño Parchís que quiere resolver su problema
-Maestra.- ¿el gato?
- Parchís la miro y alzó el
lomo-
- Sara.- un respeto, que tiene nombre; se llama Parchís
-Alicia.- y además es muy inteligente, no hay que reírse de él.
-Maestra.- bueno, pues si así lo creéis... Vamos para la clase
--- todos entraron en fila
a la clase de preescolar, porque era la más grande; se colocaron formando un semicírculo y así todos podrían
ver lo que pasaba entre Parchís y la maestra, colocados ambos al lado de la pizarra.
La maestra cogió la tiza y se
puso a escribir números al tiempo que Parchís los buscaba y los colocaba en el
suelo como copia perfecta.
Todos estaban desconcertados,
solo eran números, entonces la maestra puso un signo de igual entre los dos
primeros bloques, uno de resta entre el segundo y tercer bloque y un signo de
suma al final.
Parchís se puso a dar vueltas
alrededor de los números, mientras la maestra comenzaba a esbozar una sonrisa
maligna.
Por fin se decidió y fue a
buscar los números del resultado para colocarlos uno por uno, sin prisas, no
fuera a cometer un error.
-Alicia.- Muy bien Parchís; tan solo era una operación formulada al
revés; eres el gato más listo y bonito del mundo mundial.
Parchís saltó sobre ella con cuidado y se le subió a los
hombros para rozar sus bigotes en la cara de Alicia.
Cuando quisieron darse cuenta
la otra maestra había salido de la clase haciendo “fu” mientras los demás
maestros, niños, niñas y madres sonreían ante la cara de chulito que ponía Parchís.
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