Noches de algodón
difuminadas por la niebla.
Sueños del ayer
en un cajón del escritorio.
Cartas sin sellar
que guardan todos sus anhelos,
un amor lejano,
que a contar sus sueños
nunca se atrevió.
Un guijarro junto al río
conserva un corazón pintado,
esperando que las aguas lleven su canción.
A los labios de su amada,
Así poder sentir el beso
Que devuelva la esperanza
a esa callejuela que tanto sufrió.
Dulce amanecer
con la ilusión de un nuevo día.
Canto de gorrión
que avisa desde la ventana.
Aroma a jazmín
que se aproxima lentamente,
la rosa altanera,
dueña de sus sueños
y su corazón.
Como desvelar amores
vestidos de puntilla y seda,
de sombra de ojos y rímel, labios de pasión.
Deseando besar el rostro,
que pasea cada mañana
taconeando la calle
poniendo las notas a linda canción.
Al atardecer
la luna nueva le sonríe.
Estrella fugaz
ve como cruza el firmamento
Detiene su andar
frente a la puerta del catorce,
allí deja un ramo,
con una tarjeta
que un beso firmó.
Antes de darse la vuelta
se oye el crujir de la puerta,
y suena la melodía de aquella canción.
La que compuso a su amada,
y vuela cada mañana
saliendo por su ventana
susurrando al aire como una oración.
Perfecto que lava la cara a lo imperfecto, sentimiento blanco del pensamiento.
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