Un día, sus caminos se cruzaron.
¿Por qué? Quién
sabe.
¿Para
qué? Seguramente para nada.
Tal vez sí o
quizás no. Nunca lo sabrán.
Aparentemente,
nada tenían en común,
al menos
nada material.
Algo los envolvía plácidamente,
eso que se
difumina en la niebla,
lo que
surca los mares
en forma de
poema.
Algo que a veces
camina de
puntillas
sobre nubes
de algodón.
bendita
loKura, de la imaginación.
Igual que vino se fue.
En silencio,
sin hacer ruido.
Tan solo a
su paso, dejó un suspiro.
Una estela de luz,
una huella
en el camino,
un beso de
primavera,
unas
flores de cariño.
Ahora el recuerdo lo abraza
al volver
la vista atrás.
Piensa en esos momentos
vió como se alejaban
sin poderlo
remediar.
El pecho se le hace grande
al respirar
ese aroma
que nunca
podrá olvidar.
Un saco lleno de historias
llenas de
felicidad.
Mejor, mirar atrás, viendo vivencias,
que volver
la cara y encontrarse con el vacío.
Gracias loKura, por vivir lo que he soñado,
por soñar
lo que he vivido.
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