La
primera en pedir precio
para comprar
su libertad.
En poner las manos sobre la mesa
pidiendo
cuentas al destino.
Sí,
mirando cara a cara a su padre,
sin cerrar
los ojos o agachar la cabeza.
La primera en tener miedo
al traspasar la puerta hacia la nada.
Al encontrarse con el desconocido todo
sin billete
de regreso.
Abanico
de colores hasta ahora,
interpretados un blanco y negro.
La primera
en gritar
sin el
collar en la garganta.
Brazos
al aire,
como alas
de libertad.
Espalda
erguida y cabeza alta
aguantando
la fuerza del viento.
Puños
cerrados, dientes apretados,
Furia
contenida en las entrañas,
a punto
de erupción.
Nadie
la recordará.
En ningún lugar quedó…
tallado
su nombre.
Fueron
los primeros pasos.
Pies descalzos, sin grilletes,
sin camino
definido.
Las primeras risas de soledad.
Las primeras lágrimas libres.
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