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jueves, 16 de mayo de 2024

Y se apagó la luz

 

Y se apagó la luz;  Sus ojos se cerraron junto a un gesto de felicidad compartido al tiempo que sus manos eran acariciadas por su nieta Andrea que fue sintiendo el último sudor frío de la palma de sus manos , la cabeza sobre su pecho inmóvil y agudizando el oído para así intentar captar algún resuello de respiración.

       El tiempo trascurría lentamente impregnado por los recuerdos vividos junto a aquel cuerpo que palidecía por momentos y al que no quería mirar para así, recordarlo siempre con su mirada viva y sonrisa afable al pronunciar su nombre para estrecharla entre sus brazos.   

   Nadie se percató de nada hasta pasados unos minutos.

  Todos estaban demasiado distraídos en conversaciones distendidas para hacer más amena la larga espera de lo que era inevitable.   La tristeza, el silencio seguido de los llantos y los gritos afligidos llenaron la habitación.

      Andrea ante tal espectáculo salió al pasillo y se sentó en el suelo con la espalda apoyada en la pared.

  Todo eran carreras: familiares a avisar a las enfermeras, enfermeras a comprobar su estado para avisar al médico y al rato un señor con bata blanca a certificar la hora de defunción.        Todo le resultaba tan surrealista que no podía evitar reírse para sus adentros, eso  parecía haber pillado a todos por sorpresa cuando era un anunciado y esperado acontecimiento desde hacía ya una semana.

         Los móviles no daban abasto para tanta llamada, el Wasapp echaba humo comunicando el suceso a todas las amistades.

     Los tramites de funeraria, la caja, las flores.     Hasta la ropa con que sería amortajado era pura improvisación; Normal hacía tiempo que nadie escuchaba lo que decía, nadie prestaba atención a sus deseos cuando llegase esa hora, nadie quería aceptar lo evidente.

       Andrea fue hasta la casa para recoger un traje digno para ese momento, una camisa, corbata oscura y unos zapatos nuevos que ni siquiera había llegado a estrenar.    Ella abrió un joyero que estaba sobre la cómoda, dentro una medalla que pertenecía a su abuela “a la que ella no llegó a conocer y que  todas las hijas estaban dispuestas a heredar”.  Cuantas veces él  había dicho que le gustaría llevarla al otro mundo junto a su pecho y que de no ser así debía de ser para ella, pero ni caso.

 La cogió y escondió sigilosamente (además de cumplir la voluntad de su abuelo, evitaría discusiones familiares).

    Pasaron las horas, en el velatorio entre tanto trajín de gente Andrea se sentó al lado de la caja y metiendo su mano entre los botones de la camisa puso la medalla donde él tanto deseaba. 

      Una larga noche de vela cargada de llantos y halagos hacia ese, quienes muchos ni conocían.    Muchas flores, muchas firmas, muchas personas en la iglesia, muchos coches en caravana tras  el vehículo fúnebre camino del cementerio.    Oraciones para su alma por parte del cura y discursos emocionados de cada una de sus hijas.

  Luego, unos puñados de arena comenzaron a golpear la tapa de madera.

   La multitud marchó pareciendo tener prisa, allí tan solo quedaron los obreros corriendo sobre el hueco una losa de granito donde aún faltaba por grabar su nombre y fecha del momento.

      Al llegar a casa su buena acción se convirtió en toda una pelea entre hienas salvajes.      Las hijas corrían a la habitación para ver quien se hacía antes con la preciada medalla.     Al ver que no estaba, todo eran acusaciones entre ellas llamándose de todo menos bonitas.

        Un grito las dejó paralizadas al momento.

        .-  ¡os podéis callar! ¡HE SIDO YO!  Podéis discutir lo que queráis, la tiene el abuelo junto a su pecho como él quería y ahora ya es tarde.

     Soltando una serie de carcajadas burlonas salió de la habitación haciendo oídos sordos a cualquier odioso comentario, se paró frente a la foto de boda que había en el comedor y contempló la mirada de la pareja que le daban las gracias por lo que había hecho.

     Siguió pasando el tiempo y aquello poco a poco fue quedando en el olvido por parte de su madre y sus tías aunque nunca se lo perdonaron.

       Todas, sin faltar una noche, antes de dormir hablaba con él y le contaba sus preocupaciones de adolescente, sus primeros amores y desamores, sus nervios en cada examen de universidad, sus incidencias en el trabajo, la felicidad al sentir aquello que llevaba en su interior al que al nacer pondría su nombre.

             Siguió, siguió y siguió pasando el tiempo.  

      Una noche de verano tuvo un sueño, hacía cincuenta años de aquel fatídico día.     Una claridad inusual parecía salir de la pared junto a su cama mientras una sensación de paz la invadía.     Algo parecido a una lengua de luz se acercó a su pecho y entonces ella pudo sentir como algo frío le acariciaba la piel.     Un dulce beso se depositó en su frente al tiempo que ella abrió los ojos.

  El frío continuaba allí, al tocarse el pecho con la mano se quedó paralizada, encendió la luz, no lo podía creer.

         Entre sus dedos estaba la medalla que tiempo atrás ella había puesto junto al cuerpo de su querido abuelo.

 

Carlos Torrijos

C.a.r.l. (España)

  

    



8 comentarios:

  1. Cumplió un deseo y se le recompensó desde otro lugar. Bello poema Gata.

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  2. Muy bueno!! Felicitaciones Carlos Torrijo

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  3. Buen relato, muy bueno.

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  4. Gracias por seguir estando en este blog de andanzas de letras.

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  5. Tus letras poeta, dejan el corazón latiendp fuerte y el alma entregada a tus versos * Reflejo de tu alma* Me conmovió de manera maravillosa. Te admiro infinito y te quiero cpn el alma . Abrazos Guainy

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  6. Muy emotivo y sensible . Bueno se parece a la realidad en muchisimos aspectos y por eso me he emocionado y me trajo recuerdos de otros momentos en que pasè por algo similar .. Tu pluma tiene magia "ojitos" .. Abrazo de luz

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  7. Hermoso relato. Gracias Ojos de Gata😘

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  8. Qué parecido a lo que acabo de vivir. Cuánta hipocresía por parte de familiares cercanos, cuánta dedicación por mi parte, cuántas lágrimas de cocodrilo, cuánta charleta sin sentido. Cuánto frío en ese pobre y ajado cuerpo. Buen relato maese.

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