Una vez dentro de aquella sala, la música
resultaba ensordecedora y las luces dando vueltas continuamente les hicieron
sentarse, para evitar el mareo. El
primer sitio que encontraron, unos taburetes altos al lado de la barra.
Era un local pequeño, por lo que la noticia
de la entrada de aquellas dos, corrió como la pólvora entre los clientes
habituales, es decir todos.
Se acerco el camarero:
.- ¿quieren tomar algo?
.-yo
no
.- ¿qué cree que puedo tomar?
.-no sé
.-una copita de vino dulce
.-lo siento, no tenemos
.-pues póngame un agüita fresca
Puso un vaso de tubo sobre la barra,
abrió un botellín de 33cl. vertió la mitad en el vaso y dejo el resto al
lado.
.- ¿la entrada?
.-no
tengo
.-entonces son tres cincuenta
.- ¿tres qué? anda a robar a un camino
(apartando de su lado, el vaso con el antebrazo)
El camarero salió a hablar con el
macizo de la puerta.
.-oye, que la monja no me quiere pagar
el agua
.- ¿la monja? invítala y no me la
nombres
Entró de nuevo resoplando.
.-hermana, está usted invitada, pero no
tarden mucho en marcharse
.-no majo, dentro de nada y gracias por la
invitación
La gente bailaba sobre un suelo de cristal,
que se iluminaba de colores. En el techo, todas las luces cambiaban de color y
no dejaban de girar. A los lados unas mesas con sillones bajos a su alrededor y
al fondo una cristalera, tras la cual se veía a un chaval que hablaba
continuamente por el micrófono para animar a la gente.
Unos jóvenes con risa burlesca se acercaron
a ellas.
.-hola, ¿qué tal se lo pasan?
.-bien ¿y vosotros?
.-vámonos
hermana
.-espera. ¿Que, de fiesta?
.- ¿os apetece bailar con nosotros?
.-no lo veo conveniente
.-graciosa la monjita
.-dejarnos
en paz
.-que genio tiene la mocosa
.-cuidadito con ciertas palabras - con voz firme -
.-que miedo
.-vámonos
.-no tranquila, tienen pinta de ser los tres
muy gallitos
.-adiós petarda
.-a ver chulito, ¿quieres que baile contigo?
.- ¿conmigo?
.-sí, pero quiero algo a cambio
.-ja, ja, esto se anima
.- ¿sabéis donde está el instituto don
Bernardo?
.-pues claro
.-justo al lado hay una iglesia. Bailamos
un rato con vosotros (suelto por supuesto) y mañana los tres vais a misa de
ocho a esa iglesia
.- ¿a misa?, ¿baile usted sola?
.-mira, los gallitos se han convertido en
gallinas
.- ¿gallinas? yo voy
.-y nosotros
.-os aviso, yo estaré esperando a menos
cinco en la puerta, si no aparecéis, vendré por la noche a llamaros cobardes y
dejaros en ridículo delante de vuestros amigotes
.-de acuerdo
.-ir uno a decirle al del cristal, que
anuncie nuestro trato por el micrófono
.-amigos, a continuación la
actuación de una monja bailando en la pista. La condición es que estos tres
colegas, mañana irán con ella a misa a las ocho de la mañana, han aceptado y
todos somos testigos de su palabra. Ahora a bailar.
.-Angélica, vamos a la pista
.-Bea,
estás loca como una cabra
Los cinco se pusieron a bailar, Sor
Beatriz, intentaba imitar los movimientos de Angélica. La verdad es que no se
le daba mal. Al principio resultaba gracioso, pero al momento, la gente empezó
a pasar de la tontería y siguió a lo suyo.
(Pasaron diez minutos)
.-bueno, hasta mañana a las ocho menos
cinco
.-en menudo marrón nos hemos metido
.-con la iglesia hemos topado
.-pues yo no pienso ir
.-será mejor, que vayamos, esta es
capaz de armarla por la noche
.-va, esta ni vuelve por aquí
.-adiós caballero y muchas gracias por
dejarnos entrar
.-hasta nunca
.- ¡ah! se me olvidaba, si no quiere que
volvamos mañana a reírnos un rato, más le vale que se asegure de que esos
colegas, estén a la hora donde hemos quedado
.-tranquila que estarán, aunque solo
sea por no aguantarla
.-en
menudo charco nos hemos metido
.-sí, pero estos mañana van a misa
.-y
a usted que más le da
.-si no van por si solos, habrá que
llevarlos
.-cojamos
un taxi y a la pensión, que ya es tarde
.-oye, ¿y a ti quien te ha dado permiso
para llamarme Bea?
.-
¿yo?
.-sí, cuando hemos salido a la pista. Me
has llamado Bea y loca
.-mejor
que ni se imagine lo que la debería haber llamado
.-no pasa nada, si me ha gustado, pero me
ha resultado raro
.-señor,
¿está libre?
.-si te parece estoy esperando a que
llueva
.-en fin, dejémoslo, llévenos a esta
dirección
.-ahora mismo hermana
Llegaron a la pensión, subieron las
escaleras sin hacer ruido y se acostaron. Demasiado tarde para hablar tras la
ventana. A la mañana siguiente había que levantarse pronto para ir a misa.
El despertador sonó demasiado pronto
.-arriba, tenemos trabajo que hacer
.-un
poquito más hermana
.-arriba
.-ya
voy
.-ponte el uniforme
.-
¿ya, para qué?
.-tu póntelo, luego lo entenderás
A las siete y media, salían por la puerta
que aún permanecía cerrada. Se acercaron hasta la iglesia caminando despacio,
sin hablar, pensando en si aparecerían o no. pero si no iban, ¿cómo podría la
hermana volver aquella noche a cantarle las cuarenta? tenían que estar en el
convento a la hora de comer.
Llegaron a la puerta de la iglesia, allí no
había nadie. Claro, era demasiado pronto. Miraron al fondo de la calle, por
allí venían los tres, custodiados por el armario de la entrada.
.-aquí los tiene hermana, son todo
suyos
.-pero quédese usted también
.-que estamos sin dormir
.-por un ratito más, le prometo que va a ver
algo que nunca olvidará
.-por no escuchar su sermón, me quedo
Entraron y se sentaron. En un banco los
tres invitados. En el banco de detrás, Sor Beatriz entre Angélica y el portero.
Comenzó la misa, todo estaba en silencio.
De repente se oyó como una palmadita y al instante un ¡ay! La hermana había sacudido la primera colleja.
.-esto es lo que le pasa a quien se duerme
en la casa del señor
El portero y Angélica, no podían dejar de
reír, tapándose la boca con la mano.
.-Ssss, un poco de respeto
Cada vez que a alguno se le caía la cabeza:
zas, colleja. No tardaba mucho en tocarle a otro. Entre no dormir, las copas
que llevaban encima y aquel silencio, el quedarse dormido resultaba inevitable.
Llego un punto, en que la poca gente que
había en el recinto, estaba más pendiente de Sor Beatriz que de lo que decía el
párroco, (al que de vez en cuando, también se le escapaba alguna sonrisa que
otra) Aquello si era un verdadero espectáculo.
Terminó la tortura y salieron.
.-nosotros nos vamos a casa
.-joder, como nos ha puesto el
cuello
.-si sé esto, ni aparezco
.-bueno el día que queráis, bailamos
.-ande usted a la mierda
El portero puso el rostro serio.
.-hermana, nunca pensé que diría esto.
Estoy encantado de haberla conocido, cuando quiera tiene las puertas del local
abiertas y a mí para lo que necesite
.-es un tipo majo, solo cumplía con su
trabajo
.- ¿me permite estrecharle la mano
para despedirme?
.-claro, pero con una condición
.-a no, mejor me voy
.-espere, ¿se podría despedir de mí, con un
abrazo? a un tío tan grande, no se le abraza todos los días
.-venga ese abrazo y hasta siempre
hermana
.-loca,
que está loca
.-y tu envidiosa
.-que
pesadilla de mujer ¿pero para que le haría caso?
Al regresar a la pensión las puertas
estaban abiertas y la gente desayunando.
Cuando la señora las vio entrar su cara delataba sus pensamientos.
.- ¿qué tal la noche?
.-dormimos muy bien y madrugamos para ir a
oír misa
.-no, si yo no digo nada
.- ¿no se da cuenta?
.- ¿de qué?
.-Angélica, se ha puesto el uniforme para
tomar la eucaristía
.-tiene razón, perdone mis dudas
.-
¿por eso me hizo poner el uniforme?
.-ves; todo claro
.-tengo
un hambre. Vamos a desayunar que hay que hacer la maleta para marchar
.-hasta la doce, con tranquilidad
Era la mejor manera de llegar justo a la
hora de comer, para no deslucir la sorpresa que les tenían preparada.
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