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viernes, 8 de abril de 2016

En el Andén



    La pena del angustiado,
la pena de no vivir,
la pena de estar ausente
esperando pase algo,
algo, que le haga sentir,
sentir que se abren las puertas
y pueda al fin salir.

    Saber que pasan los días
como pasan esas aves
que emigran a otro lugar,
que las ve surcar el cielo
pero aquí no han de parar,
aunque haya grano en el suelo
que las pueda alimentar.
   Sentado en esa estación
donde ve pasar los trenes
con los vagones vacíos,
sin nadie en las ventanillas
a quien poder saludar.

     Una tristeza embutida
como tornillo en madera
con la cabeza partida,
de pintura recubierto
para no mostrar la herida.

    Miedo, al ver como se acerca
un destino irrevocable,
ir a morir en la orilla
después de tanto nadar,
el miedo a ser señalado
proscrito en la sociedad,
miedo a lo único que queda,
el miedo a la soledad.




Imagen de la red
 firmada por.. Sol Mariné

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