Mientras esperaba a ser
atendido, hacía recuento de las posibilidades que le brindaban esos euros que
estaba a punto de cobrar.
En el pasillo al que daba la
puerta trastera del despacho él solo en la penumbra apoyando su espalda en la
pared. Ni una silla en la que descansar la espera, ni un murmullo con que
distraer el aburrimiento.
-Por fin se abre la puerta y alguien pronuncia su nombre-
Frente a la mesa, de pie, espera
ver como se cuentan los billetes correspondientes uno a uno. El cajón se abre y una mano escarba en un
fajo de veinte. Con la otra mano se van depositando en el centro al tiempo que
en voz alta se lleva la cuenta:
.- veinte, cuarenta, sesenta,
ochenta… Así hasta llegar a quinientos cuarenta.
La disconformidad con la
cantidad abonada rompe la austeridad de las miradas.
.-perdone, pero este mes, le he
enviado nueve clientes, por ochenta que yo sepa son setecientos veinte.
.- tienes razón y no. Si que enviaste ese número de clientes, pero
últimamente has bajado mucho el listón, así que bueno, te los abonaré a
sesenta, aunque algunos ni eso valen.
.-esto me parece un robo
.- ¿un robo?
Oye, tráeme los historiales marcados con un círculo verde.
*Entra por urgencias con traumatismo intercostal.
–un vendaje y para casa –
Otro
* Luxación en dedos de la mano
derecha.
- vamos ni uno roto –
Seguimos. Bueno este no está mal
* Fractura en hombro izquierdo con desgarro de axila, ingresa en planta,
pendiente de quirófano.
- pero vamos es el único que
merece relevancia –
.- Mira. Te empeñas en
agredir a gente joven y así el negocio no funciona. Cambia de una vez el chip.
El futuro está en las personas mayores, menos esfuerzo y más tiempo de recuperación.
.- ya, ¿y si alguno se queda en el golpe?
.- tranquilo toma este teléfono
y dile que vas de parte mía, es discreto y paga bien.
.- pero esto es la tarjeta de una funeraria
.- no, si quieres te doy el
teléfono de una floristería.
Novela negra en toda regla, querido C.A.R.L, pero buena, amigo mío.
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