No hubo mejor compañía
que el crepitar de una rama,
sentadito junto al fuego
bajo la noche estrellada,
viendo como por amor
la luna cae desmallada.
Por el amor de
un almendro
que de flores se engalana,
pareciendo alzar sus brazos
para cogerla y besarla.
Para besarla y
cubrirla
con un aroma rosado
que acaricie sus mejillas
que perfile la sonrisa
en esos labios mojados.
Labios blancos,
labios frescos
sedientos de amor divino.
Néctar de brisa
marina
que se asoma al horizonte
escalando las colinas.
Sentadito junto
al fuego
y el crepitar de las ramas
nunca mejor compañía.
Preciosa poesía en tiernos versos románticos. Me encantó....sigué así Carlos. Un abrazo amigo. America Santiago.
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