Amenazaba chubascos,
pero el cielo ha quedado despejado.
Aún de noche abre su balcón y
el tumulto de la turba invade su hogar.
El retumbar de los tambores avanzando por la calle se mezcla con los
primeros indicios de luz y por fin por la curva asoman los primeros nazarenos
acompañando la primera imagen.
El ruido se va alejando y el
olor a cera que emana de las tulipas reconforta el silencio de la devoción,
mientras de lejos se aproxima el Mater-Mea, interpretado por la banda
municipal.
Detrás, bajo palio y con su
manto negro bordado en oro, la Soledad.
Soledad que le acompaña cada día y
noche en la casa vacía desde que su esposo murió.
Soledad, la que cada madrugada de Viernes
santo, sale a saludar desde su balcón.
Carlos Torrijos
C.a.r.l. (España)2022.
Muy devota de la Soledad, la Virgen más guapa del mundo entero. 👏👏👏👏
ResponderEliminarTres soledades.
EliminarUna perpetua, otra en la calle bajo palio y otra con el mismo nombre, asomada en el balcón.
Muy emotivo tu relato amigo Carlos . Hermosa descripción de esa Soledad protagonista de tu relato acompañada de su devoción a la otra Soledad que le acompaña desde el palio y la que asoma por la calle. Felicitaciones
ResponderEliminarGraciñas por estar compy.
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