--- Cada
tarde;
la frustración,
abre la puerta,
la apacible compañía
de la soledad,
se convierte en
tormenta,
estruendos de
voz en los oídos,
rayos que como
látigos
fustigan su
rostro,
expectativas,
nuevamente perdidas,
entre nubarrones
negros,
que eclipsan
la luz de las estrellas.
---Como cada
noche;
el hedor del
aliento
en la misma
almohada,
un cuerpo expandido
ocupando todo
el colchón,
emitiendo hasta
la saciedad
sonidos impropios
de un ser humano.
---Allí, junto
al borde;
una estrecha vereda,
donde reposa
todo el dolor y sufrimiento,
empapado por lágrimas de desesperación
y cubierto por
la sábana de la impotencia.
---Como cada
mañana,
Suena el
despertador.
ÉL;
con una
sonrisa se levanta,
cariño despierta,
le susurra al oído,
sirve el café
con leche en las tazas
y prepara unas
tostadas….
mientras ELLA;
maquilla el
espanto frente al espejo.
Hacen proyectos
para la cena,
que nunca
llegan a realizarse.
por un
momento, como cada día,
la vida se le
parece iluminar
con una ilusión
exenta de esperanza.
ELLA;
ejerciendo de
fiel compañera
lo acompaña
hasta la puerta,
para despedirlo
con un beso
y desearle una
feliz jornada.
---Pero esa
mañana;
allí, en la
acera, agazapada,
intentando esconder
su negrura
apoyada contra
la encalada pared,
espera el
final de la despedida
para volver a
ponerse en movimiento.
--- De pronto;
la puntera de
su bota,
en un
movimiento rápido
cae sobre ella
como una losa.
CRAK… cruje su
armazón,
sus entrañas
viscosas
se esparcen y quedan
allí,
sus restos…
ni tan
siquiera son dignos
de ser
recogidos.
---Y esa mañana;
una carcajada sarcástica
y un gesto burlesco
dejan paso a
la frase,
que desenmascara
una realidad.
.- Lo siento cucaracha,
cuestión de carácter.
---Tras cerrar
la puerta;
ni un segundo
que perder.
Cuantas veces
hizo la maleta
para volverla
a deshacer.
Cuantas dijo:
me voy…
y quedó con la
mirada perdida
en el
horizonte, asomada a la ventana.
Cuantos años, arrodillada
en un rincón,
sintiéndose,
cual cucaracha,
que tendida
quedo en la acera.
---por eso
hoy;
sin ropa, sin equipaje,
sin perder ese minuto,
abre la puerta
de par en par.
Crisálida que rompe
el primer hueco
en capullo que
la tiene presa.
Deja desentumecer
sus alas
y al fin se
decide a volar.
--- Y hoy;
negros, grises
y colores pardos,
ya no serán…
los morados
que cubran
su aún tersa y
joven piel.
---Hoy, y
mañana, y pasado,
y al otro, y
al otro, y al otro…
en su vuelo…
los colores
vivos de sus mejillas
sembrarán de alegría
los tejados,
y en ellos…
renacerá de
nuevo la primavera.
---Y hoy, o
tal vez mañana, TÚ.
Tú también puedes
ser libre.
Tan solo… de ese minuto depende.