Te podría a invitar
a cenar
bajo mí techo,
podría contarte
un cuento
así apoyado
en mi pecho,
tal vez con
cuatro monedas
podría comprar
el indulto
marchándome
para casa
satisfecha de
lo hecho.
Pero soy muy egoísta,
no me basta
con lavar
en aguas el cuerpo entero,
no quiero
que navidad
haya acabado
en enero,
para que no
se me olvide
que todo no
es el dinero.
Se despojó del visón
y allí
aparcó los tacones,
los manjares
de la cena
pusieron sobre
cartones,
se aproximaron
“sin techo”
a compartir
las raciones.,
con champán
francés brindaron,
cantaron mil
villancicos,
recordando aquellos
años
que se
quedaron marchitos.
Protegiéndose del frío
en un rincón los dos juntos
agazapados durmieron,
se dieron
calor humano
con las
nalgas sobre el suelo,
y sonaron
las campanas
que hoy no
tocaban a duelo.
Soñaron…..
¿Qué soñarían?
que su cara era feliz,
tal vez en
la buena cena
quizás en
aquel desliz,
puede ser
que no soñasen
o no sé,
puede que sí.
A la mañana siguiente;
.- Señora,
señora, señora,
que se le
olvida el abrigo.
.- tengo
más en el armario
este es
para ti… mi amigo.
Impresionante C.A.R.L. Toda mi alma con este humanísimo poema. Enhorabuena, poeta.
ResponderEliminarExcelente historia amigo y Maestro para acordarnos y compartir con el que no tiene nada solo su corazón noble y sincero.
ResponderEliminarFelices fiestas-
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