Aloys.-
he encontrado una especie de cristalito pero no está en el sitio de la lámina
Hopkin.-
Rasca con mucho cuidado no se desprenda
Didacus.-
aquí hay otro
Hopkin.-
bien vamos bien
Noll.-
debemos limpiar todo, no sabemos cuántos puede haber
Hopkin.-
en el dibujo aparecen siete pero a saber
Con
cautela fueron retirando el musgo de la superficie, dejando a la vista
incrustaciones brillantes de las que jamás se habían percatado. Era como si esos puntos se hubiesen ido
reproduciendo por si solos a lo largo del tiempo.
Noll.-
he encontrado otra, pero esta es muy grande
Hopkin.-
es preciosa
Noll.-
espera a verla bien limpia, tiene muchas aristas
Larkin.-
el sepulcro ya casi está, aquí hay una hendidura circular
Hopkin.-
sí, ¿os acordáis? Hay estaba puesto el mango de la espada con la hoja partida
Aloys.-
¿y dónde está? El libro habla de una espada de luz
Didacus.-
pues tenemos un problema, la última vez, estaba bajo Demelza y si la
despertamos…
Tras tres días de
incansable trabajo, la cripta estaba limpia.
En su contorno decenas de puntos brillantes y en el techo solo
uno, como un gran ojo.
(Kazimir al darse la vuelta, pasó el rabo
sobre la lámina).
Rohesia.-
cuidado, casi le tiras al guerrero la empuñadura de su espada
Blazh.-
¿Qué empuñadura?
Rohesia.-
era una broma, le ha dado con el rabo en toda la mano
Kazimir.-
tienes razón, parece como si llevase algo
Rohesia.-
algo lleva, pero no sé que es
Kazimir.-
pues si que parece la empuñadura de una espada con la hoja partida
Blazh.-
se ve muy mal
Didacus.-
¿Qué estáis hablando de una espada partida?
Rohesia.-
esto que lleva el guerrero en la mano
Blazh.-
necesito algo para verlo más grande
Todos rodeaban la
piedra, mientras Blazh, con los ojos cerrados se esforzaba en pensar algo.
Blazh.-
tal vez… Aloys, quítale el cristal a tu reloj, eso me servirá de lupa
Mientras ella intentaba
averiguar de qué objeto se trataba, el silencio se podía cortar
Blazh.-
¡sí! Ya sé lo que es…
Se puso a dar saltos y
a gritar como una loca
Didacus.-
calla niña, o despertaras a Demelza y todo, se irá al traste
Blazh.-
el caballero eres tú, lo tengo claro
Aloys.-
estás loca
Blazh.-
es tu linterna. ¿La habrás traído?
Aloys.-
sí, la metí en la mochila
Blazh.-
vamos pues búscala
Hopkin.-
¿qué es una linterna?
Aloys.-
una espada de luz
Blazh.-
recuerdas, la otra vez no funcionó
Aloys.-
y ahora tampoco funciona
Blazh.-
no funciona aquí, pero… ¿y en el habitáculo donde está enterrado Dubracko?
Kazimir.-
vamos, hay que probar
Aloys.-
no aquí tampoco funciona
Blazh.-
es normal
Hopkin.-
¿por qué?
Blazh.-
hoy cuando se apaguen las antorchas, me abrirás la puerta, tengo que mirar el
cielo y entonces os diré cuanto falta para que seáis liberados
Aloys y Blazh, salieron
a mirar el cielo. Cuando entraron la desolación se había instalado en sus
corazones.
Volvieron a bajar la escalera y peldaño a
peldaño, Blazh, se iba diluyendo en la pena.
Rohesia.-
¿qué os pasa? ¿Malas noticias?
Dulce.-
solo quedan dos días para el plenilunio, seguro que esa noche, vuestro
cautiverio llegará a su fin.
Hopkin.-
¿y eso os entristece?
Aloys.-
perdonar dejadnos solos
Noll.-
¿pero porqué lloráis?
Kazimir.-
no os podemos dejar solos en vuestra tristeza, todos formamos parte de esta
familia
Aloys.-
sí, nuestra única familia
Didacus.-
conozco ese estado. Desde el templo
donde como esclavo tallaba a cincel y martillo estatuas de piedra, pude ver mi
pueblo arrasado, entre los escombros y las llamas, yacían mis padres y nada ni
nadie, puede consolar vuestra desgracia.
Más unidos que nunca
lloraron aquella pérdida los dos días siguientes. La quietud, ayuno y silencio, se convirtieron en su oración.
Se apagaron las
antorchas, la soledad oscura dio paso a la esperanza.
Aloys.-
ha llegado la hora de que esto no vuelva a ocurrir
Dulce.-
mira a ver si funciona
Aloys.-
no, esto sigue sin funcionar
Noll.-
quizás, no sea aún el momento
Kazimir.-
sujétala en tu mano como si fuera una espada
Aloys.-
¡que no, que no funciona!
Hopkin.-
niña, piensa más fuerte que nunca, ahora es el momento de hacerlo
Dulce.-
no puedo pensar, en la oscuridad solo veo la cara de mis padres
Didacus.-
pues hazlo por ellos, por los míos.
Piensa
Larkin.-
tenemos toda la noche. Que son unas
horas, después de toda una eternidad
Aloys.-
recuerdas aquella noche en que me ganaste al juego, tú lo dijiste cuando
entramos de nuevo, todo no puede ser casualidad. Pídele ayuda a SLAVKO
En el silencio, solo se
dejaba oír el llanto de Dulce. Blazh no se encontraba allí.
Y Dulce, esa niña,
volvió a pedir ayuda para ganar esa partida y Slavko, la volvió a escuchar,
porque solo el ruego de una inocente criatura, podía surcar el firmamento para
llegar hasta él.
Cogió el brazo de su
hermano por la muñeca y lo acercó hasta el hueco vacio, donde anteriormente se
había alojado la empuñadura de la espada de Dubracko.
Aloys, introdujo en él la
linterna y ella sola se encendió enchufando su luz al gran ojo de la cúpula.
Los reflejos formaron nuevos
haces de luz que impactaron en los puntos brillantes y entre todos ellos, los
de celestial luminosidad, formaron una radiante
estrella de siete puntas.
La losa
se giró lentamente, de su interior salieron seis túnicas blancas, una para cada
uno de ellos. Sus cuerpos levitaron
introduciéndose en su interior y estos volvieron a retomar su forma humana.
Dubracko se
incorporó, aún portaban sus vestiduras las manchas de sangre. El gran cristal
de la cúpula reventó en mil pedazos y la túnica de Dubracko, volvió a lucir
blanco impoluto.
En ese momento, el suelo comenzó a temblar y Demelza, despertó de su sueño.
Rohesia, salió de la cripta para calmarla y
decirle que por fin sería libre.
Todos pudieron admirar como aquella cría de dragón estaba quieta en
el centro de la gruta, calmada y estirando su cuello hasta convertirse, en una
columna de luz azulada.
Menghormati.- mi viejo amigo
Dubracko, mi fiel ejército, ¿creías que os iba a dejar solos? Siempre estuve
aquí, a vuestro lado, esperando este día.
Dubracko.-
¿y qué debemos hacer ahora?
Menghormati.-
salid al mundo e intentar que la concordia reine sobre la desavenencia y que el
poder de la palabra sea el resplandeciente acero que triunfe en la batalla
Todos alzando sus manos vacías y
abiertas gritaron:
¡Así lo haremos!
Aloys.- ¿puedo
ir con ellos?
Blazh.- Yo
también quiero ir
Menghormati.- No. Vosotros tenéis reservado un lugar de
privilegio junto a Slavko
Los siete guerreros, marcharon ladera abajo
cargados de esperanza y frases de aliento con que difundir la palabra PAZ .
Desde entre las ruinas humeantes y mudas de
aquella ciudad desolada y sumida en el olvido, pudieron ver, como una gran luz ascendía hasta
el universo, abriéndose paso en la oscuridad.
En la
cripta lacrada, en el limbo del olvido, quedaron los cuerpos incorruptos de la
doncella y el caballero, esperando el momento de regresar, para dotados con túnicas
celestes, retomar la fusión entre humanidad y naturaleza, como último intento,
por evitar la destrucción total de este mundo.
F I N
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