La cuerda de la
persiana
demasiado corta.
Una escalinata de
incendios oxidada,
inspira poca confianza.
Siempre el ascensor
ocupado,
señoras protestando
con sus malditas bolsas
de la compra.
Un vecino, el del
segundo,
siempre aburrido espera
tras la mirilla,
alguna victima
despistada
a la que atrapar con
sus historias.
Bajar a la calle está
complicado.
Poner los pies en la
calzada
un irrealizable deseo.
¿Cómo huir de esa cárcel
sin barrotes?
En la azotea,
anidan las libres
palomas.
Ellas tienen alas,
vuelan,
pero tampoco consiguen…
… disfrutar del
asfalto.
Que fuerte poesía. Sus versos grises trasmiten claramente el sentimiento de agobio, aburrimiento y desencanto. Buena creación cuando las letras llegan al alma del lector. Besos querido amigo Carlos. America Santiago.
ResponderEliminarY seguimos presos dentro de nosotros mismo hasta que el espíritu se libere.
ResponderEliminarTriste
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