Serendipia,
que cruzó nuestros caminos
sin saber muy bien porqué.
Tú no pusiste objeción.
Yo te quise poseer.
Te permito me acompañes
en esas noches de enero,
cuando la luna en menguante
incita a lujuria y celo.
Del pecho, prolapsen los latidos,
escurriéndose hasta el vientre
mientras perlongas despacio
el contorno de mi cuerpo.
A mi negro y suave pelo,
proporciones las caricias,
que me hagan cerrar los ojos
colmándome de delicias.
Hasta permito que intentes
introducirte en mis sueños.
Permito te creas mi amante,
mas nunca… serás mi dueño.
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