Era una familia corriente, Angel, el padre regentaba una tienda de
telas, Cristina, la madre funcionaria, Ramón, un hijo de quince años que
cursaba 3º de la ESO en el instituto y Verónica, una niña de ocho, que asistía
a una escuela cercana a su domicilio.
Vivian en una casa antigua de
dos plantas, con un pequeño patio en la parte trasera, rodeada por edificios
nuevos. Era al igual que la tienda, el
patrimonio que se había heredado de la
familia paterna.
Pero aquella casa tenía
una particularidad; en la planta de arriba, había unas pequeñas escaleras, que
acababan en una puerta que siempre había permanecido cerrada, era la puerta del
desván, del que nunca nadie hablaba.
Ese día a la hora de comer
dijo la niña:
.- ¿Qué hay detrás de la
puerta del desván?
.-nada. Contestó el padre,
.- ¿y por qué está siempre cerrada?
.- era la habitación del abuelo, murió un año antes de nacer tú, y dejó
dicho, que su última voluntad era que nunca nadie volviese a entrar en su cuarto,
.- tú, ¿te acuerdas del abuelo?, preguntó a su hermano,
.-si, jugaba mucho con migo y hasta un poco antes de morir, recuerdo
que me gustaba acostarme algunos sábados con
él y me contaba historias en voz baja hasta muy tarde, de las que nunca
escuchaba el final, porque me quedaba dormido.
.-jo, qué suerte, yo no me acuerdo de él,
.-claro, no habías nacido,
.- ¿y podría ver su habitación?
.- ¿para qué? Está como él la dejo, pero ahora cuando acabemos de
comer, nos sentamos en el sofá y te enseño fotos suyas.
.-vale, que guay.
El abuelo era un señor alto, bien vestido, en muchas fotos aparecía con
sombrero, llevaba unas gafas redondas y un bigote afilado en las puntas, que a
ella no le gustaba demasiado.
Ya cerca de las navidades, por causa de una
gripe típica del invierno, la niña permaneció
en casa unos días sin ir al cole, acompañada por la señora Lola, que
todas las mañanas se encargaba de hacer las tareas dementicas; estaba aburrida,
cogió el álbum de fotos y volvió a mirarlo, se detuvo frente a una foto en la
que se encontraba la cara su abuelo, como en un redondel, tenía un gesto
agradable, que le hizo gracia.
.- abuelo, ¿te importaría que
yo viese tu habitación? no, a que no, si yo solo quiero verla, te prometo que
no tocaré nada, de verdad.
Subió corriendo las escaleras y agarro el pomo para abrir, estaba
cerrada con llave.- Puf, vaya fastidio, pero si me ha dejado; llamó a la puerta
suavemente y dijo: .- abuelo que soy yo, abre.
Nadie contestó.
Se
fue a su habitación y se echó sobre la cama, su mente inquieta empezó a
imaginarse una habitación llena de cosas encantadas, una estantería llena de
cuentos, objetos mágicos, algún reloj antiguo colgado de la pared. Para ser tan
secreto, no podía ser nada normal. Nada,
le pediría la llave a su padre, o tal vez, mejor no, la encontraría ella
solita.
La mañana siguiente,
cuando todos se fueron, entró en la habitación de sus padres sin hacer ruido,
se puso a rebuscar en el armario, ella intentaba hacerlo con cuidado, metiendo
sus manitas hasta el fondo de los cajones, cuando la sorprendió la asistenta,
tenía toda la ropa revuelta, por lo que se llevó una buena reprimenda.
Que fastidio, era la única
habitación que tenía el pomo con llave y ¿dónde estaría? Algo le decía que tras aquella puerta, se
encontraba algo interesante, un misterio que nadie sabía y ella iba a
descubrir, el problema era encontrar la llave, intentaría averiguar dónde
estaba sin levantar sospechas, actuaría como un autentico detective de esas
series donde interrogan a todos hasta que al final cogen al malo; en las
próximas semanas, llevaría acabo su investigación.
.- señora Lola, ¿qué día limpia usted la habitación del desván?
.- nunca, es más no sé ni cómo es, siempre ha estado cerrada, que yo me
acuerde.
Me da que de aquí voy a sacar poco.
.- ay mi Ramoncete que rico,
.-déjame en paz,
.- mira, ahora subimos al desván y me cuentas historias de las que te
contaba el abuelo,
.- que me dejes en paz,
.- bueno majo, pues dime donde está la llave y subo yo sola,
.- Verónica, que eres muy pesada, además yo no sé donde está la llave.
Otro intento fallido.
.-mami, mami, que guardas en tu joyero,
.-nada en especial,
.- ¿me lo enseñas?
.-vale pero rápido que hay que comer y tu padre se tiene que ir a
trabajar,
.- vete poniendo las cosas encima de la cama,
.- este es el anillo que me regaló tu padre cuando me pidió que
fuésemos novios,
.- un reloj que me compré en un viaje que hicimos,
.- en esta cajita los pendientes sueltos, de los que se me ha perdido
el compañero,
.- un juego, mira, el anillo, los pendientes, y la gargantilla,
.- este collar tan rimbombante, que aunque parezca de oro, no vale
nada, lo compré para la boda de tu tía Herminia,
.-y por último, lo que más valor tiene de todo lo que hay de oro en el
joyero, estas crucecitas que se le antojó compraros a tu padre, y que nunca os
habéis puesto.
.- ¿y eso es todo?
.-claro, ya te he dicho que no había nada en especial,
.- ¿y la llave del desván?
.- ¿donde están las llaves matarile, rile, rile; Vamos, a comer.
.- hola pá,
.-hola Vero,
.-vaya llavero más grande,
.- claro,
.-y ¿te sabes todas?
.- todas,
.-a ver, dímelas,
.- las del coche, las de la tienda, las de casa y el mando del garaje
.- ¿y la del desván?
.- con las de casa,
.- ¿y si se te pierde?
.- pues se perdió, es la única que hay.
Ahora sí que lo tenía difícil, nunca conseguiría entrar en esa
habitación; a no ser que pensase alguna estrategia diferente.
El sábado por la tarde en una
peli, vio como un ladrón abría una puerta con una radiografía; ajá, brillante
idea. Ella recordaba haber visto por el mueble del salón, una de cuando su
hermano se rompió el brazo, la buscó y en un momento subió a intentarlo.
Aquello era imposible,
intentaba recordar como lo hizo aquel tipo, parecía sencillo, pero por más que
introducía el plástico por la rendija del marco, aquello no funcionaba; tuvo
que desistir, esperando algún detalle que le diese la clave de cómo hacerlo.
Ya casi acabando el curso
escolar, tuvo que ir a casa de una compañera del cole, para hacer un trabajo,
esta vivía justo en frente de su casa, allí, sentada junto a la ventana,
observó, que en el desván, había una gran ventana, clic, se le encendió la
bombilla. Bajó rápidamente a la calle,
volvió a subir, abrió una hoja y zas, ante la mirada atónita de su compañera.
En ese momento su padre se
encontraba en su dormitorio cambiando una bombilla que se había fundido,
escuchó, un gran golpe, un ruido extraño, abrió esa puerta tantos años cerrada
y se encontró con un cristal esparcido en pedazos por el suelo.
.-Cris, Cris,
.- ¿qué pasa?
.-nada que se ha roto un cristal, súbeme la cinta métrica.
Midió el hueco, para
comprarlo y ponerlo al día siguiente, cerró la puerta y siguió con lo que
estaba haciendo.
A la hora de comer, Verónica,
esperaba ansiosa tras la puerta de entrada.
.- hola papi, ¿qué traes en
ese papel?
.- un cristal que se rompió ayer,
.- ¿te ayudo a ponerlo,
.-vale, tú me vas pasando la herramienta que te pida,
.- guay,
.- lo primero coge el cepillo y el recogedor. Te espero arriba.
Que desilusión, en aquel
sitio tan enigmático solo había polvo, una mesa con un viejo ordenador y una cama,
bajo la que perecía quererse esconder la piedra que había provocado el
incidente.
.- papi, yo barro los
cristales, ¿vale?
.-vale pero no te dejes ninguno,
.- papi, me gusta esta habitación, luego cambiamos mi dormitorio aquí,
.-ya te he dicho que esta es la habitación del abuelo,
.-porfi, porfi,
.- que no,
.- ¿te cuento un secreto?
.- ¿qué secreto?
.- el otro día estuve hablando con el abuelo y me dio permiso para
dormir aquí,
.- y a mí me dijo, que eras una pesada,
.- porfi, porfi, si yo te quiero mucho,
.-a que con la bobada se me cae el cristal y se parte,
.-porfi, papi, lo hacemos mami y yo,
.- déjame en paz, díselo a tu madre y hacer lo que os de la gana.
Bajó corriendo las
escaleras.
.- Mami, mami, me ha dicho papá, que este finde, cambiamos mi dormitorio
al desván.
El padre desde arriba a voces:
.- no seas mentirosa yo te he
dicho que lo que diga mamá,
.- porfi, porfi, mami,
.- vale el sábado lo cambiamos,
Ramón.- eh, que el sábado dijimos que íbamos a pescar,
Mamá.- bueno, pues lo dejamos para el siguiente,
Verónica se abalanza sobre él abrazándolo,
.- pero que hermano más rico tengo,
.- quita de aquí, pesada, niñata caprichosa, siempre fastidiándome,
tengo unas ganas que te eches novio y te vayas de casa.
.- pero si sabes que soy la hermana más guay,
.-que me dejes en paz, que eres una petarda.
Conclusión:
Si quieres
conseguir algo, solo tienes que ser la niña pequeña y pesada de la casa. Que no lo eres, pues ajo y agua.
En esta historieta, por no extenderme demasiado, con el fin de hacerla más amena, he cometido muchos errores, que hacen que se confundan el lugar y el tiempo donde se desarrollan los acontecimientos.
ResponderEliminarAl releerlo, me he acordado de un día en el taller de mi casa, estaba tocando una canción, adornando ciertas notas con mordentes y uniendo algunos intervalos con pasos cromáticos.
Mi padre, me interrumpió: No te fijes solo en los que quedan bien, fíjate más en los que quedan mal, para intentar no volverlos a hacer.
No sé, si se entiende lo que él me quiso decir, pero me ha parecido positivo compartirlo.