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miércoles, 1 de mayo de 2013

Estimada amniga (2)


        El martes 4 de octubre de 2011, publiqué en este blog, una entrada para mi estimada amiga, me refería a ella, como no podía ser de otra manera.

        Durante este proceso delicado, he intentado contactar con ella, con mis manos sobre el teclado, arpegiando harmonías, con los ojos cerrados, ansiando sentir su cosquilleo en las yemas de mis dedos, ofreciéndole un poquito de pasión, día tras día.     Se limitó a dejarse querer, pretendía mi amor incondicional, todo un lujo, al que yo, en otra época más idealista, la había acostumbrado.
         No recuerdo que estuviera, en la parte inferior de la vasija, tampoco en la zona color barquillo, quien sabe, estaría en el espacio transparente, en mi interior para no dejarse ver, residiría escondida entre los fluidos aceitosos por los que me deje atrapar, acaso se resguardaba entre los gases que no llegue a examinar, o simplemente no estaba, jamás estuvo y solo la esperanza de sentirme querido me hizo quererla.
       Hoy he pasado por delante del piano, estaba allí, como un antiguo conocido al que no me he dignado ni a saludar, bajo la foto de Raquel, bajo ese cuadro del Cristo que tantos años estuvo situado sobre la cabecera de la cama donde duermo, como un trasto más del garaje, cuya única misión es llenarse de polvo, nada más.
      Estimada amiga; si algún día nuestros caminos se cruzan de nuevo, no me importará saludarte estrechándote entre mis brazos y desearte lo mejor, no repararé en sacar los teclados de sus estuches, cablearlos y dar unos paseos juntos por esos valses que tanto me gustan, no pondré obstáculos y me dejaré querer durante unos instantes.     Sabe dios, si algún día no seré yo quien te invite a bailar un bonito pasodoble, o un pausado bolero para intentar sentir el calor de tu mejilla junto a mi rostro.     Ahora, tengo cosas más importantes que hacer, asentar las bases que siempre tuve claras, disfrutar de mis prioridades, las que por un motivo u otro, desatendí muchas veces estando a tu lado.
     No puedo reprocharle nada a la nada, ni arrepentirme de lo que durante tanto tiempo hice, unas veces por devoción y otras por obligación o simplemente dinero;  solo, tan solo, me duele lo que deje de hacer.

                        Estimada amiga; de todas formas, gracias por haber sido durante tantos años mi estrella fugaz.







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