Las hojas
ocres y ámbar
ponen alfombras al suelo,
el paseo solitario
se hace dueño del
silencio,
de las gotas de rocío
la niebla que empapa el
cielo,
del crujir bajo sus
pies
el letargo en
movimiento.
Deje
de silbar el aire,
que el frío detenga el
tiempo,
por estrechas
callejuelas
debo recobrar aliento,
para encarar esa cuesta
tortuosa como un sarmiento,
que ha de llevarme a
los muros
donde he de abrazar al
viento.
Montado sobre sus lomos
he de dirigirme lejos,
más allá del horizonte
al mundo de los
consejos,
un bosque de aspecto
anciano
en que descansan los viejos.
Junto a los sauces llorones
que acarician con sus
ramas
las claras aguas del río,
escucharé los cantares
de los musgos que
amanecen
en un tronco mal
herido,
y los convertiré en
versos
que recitarle al oído,
Después de tan largo viaje
por no escribir lo
pensado
se me olvidó el desafío,
y me quedé paseando
sobre el rugir de las
hojas
bajo la colcha del frío.
Se me quebró la esperanza
al tiempo que el
corazón
sollozaba su latido.
Mi alcoba quedó vacía
pues no encontré las
palabras
para decir lo más
simple…
…cuanto te quiero amor mío.
Las palabras mágicas, poeta.
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