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lunes, 2 de noviembre de 2015

Gutural e indefinido



Años atrás… tal vez, decenas, cientos, miles de miles de años.  Según dicen los entendidos.  Allá por el África Central.     Un animalucho de tamaño medio, demasiado grande para esconderse y poca corpulencia para enfrentarse a sus depredadores. Exento de garras o fuertes mandíbulas, irrisorio en la carrera y falto de habilidad para trepar a las alturas.    Es decir;  una especie nacida para servir de alimento.

 En aquel planeta, en que el azul y verde, vivían armoniosamente con el blanco de los polos;  en que las montañas majestuosas nutrían de agua los ríos que recorrían los valles,  cuando la única frontera entre la vida y la muerte, era el instinto de conservación.

En el interior del deleznable cráneo, de alguno de aquellos especímenes, una célula excitada por el calor insoportable que sobre ella, infringían los rayos de un  abrasador astro se decidió a marchar y explorar nuevos horizontes.
Dejándose llevar por los torrentes sanguíneos, fue recorriendo recovecos, descubriendo sitios insospechados.  
  
 A su regreso,  la mutación era irremediablemente visible; sus antiguas compañeras la repudiaron a ese lugar, el más expuesto a los agentes externos, “la garganta”
Su afán de investigar, o tal vez la ira contenida,  le llevo a friccionarse contra sus paredes, un intento de escalar hacia  la salida,  donde encontraría el fin de su existencia.
Aquello, algo que podría parecer insignificante, fue el desencadenante de la imitación. Cada vez que algún miembro lograba emitir un sonido provocado, todos se asombraban del hallazgo.  Poco a poco, fue común su emisión. Entonces fueron creando distintos tonos, modificando la postura y apertura de los labios y asignaron un sentido a cada uno de los sonidos, impulsando los principios de la comunicación.
Aquel primer sonido, debía haber sido la letra A.
.-.-.-.- A de Admiración. Amistad. Amor.
        Pero unos seres genéticamente imperfectos desde su propia aparición en la faz del planeta, prefirieron anteponer  el desprecio, la hostilidad y el poder, a la nobleza de la naturaleza que en su seno los había acogido.
La destrucción fue sembrada bajo cada una de sus pisadas por los siglos de los siglos y jamás dieron importancia a esa letra A.
.-.-.-A de  Arrepentimiento.  




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