Ha
llegado la mañana,
de nuevo ha salido el
sol,
la negación de la vida
se guarda bajo el colchón.
Los
pies desnudos al suelo,
la cabeza levantada,
y el gesto ante los
demás
de una sonrisa pintada.
Un
día más esperando
a que la luna aparezca
entre nubarrones negros,
que por fin llegue la
noche
y poder estar a solas
con la musa de los
sueños.
Entre
sábanas, a oscuras,
en el silencio
agradable,
abrazando nuevamente
a su amante
inconfesable,
la muerte, esa adorada,
ilusión inalcanzable.
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