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lunes, 18 de julio de 2016

Paulina y Fidel .- 2




     Todos los compañeros de timba, parecían estar esperándolo a él para ver si era capaz de desplumar aquel pollo.
Todos.-Vamos Fidel, con este sin contemplaciones
 Fidel.-no, yo paso de jugar en una mesa con tanto dinero
Todos.-sabemos que eres el mejor, no ganas siempre porque no quieres y te lo agracemos, pero tienes que recuperar todo lo que ya nos ha ganado, preferimos que esté en tu bolsillo que en el suyo.
 Fidel.- pero yo no traigo dinero para meterme ahí
          En la mesa sobraba una silla, todos juntaron y pusieron su venganza en manos de Fidel.
     La primera mano fue de tanteo, la segunda ganó el señor de su izquierda, la tercera el nuevo, La cuarta también, la siguiente era una mano muy fuerte, no podía perderla, llevaba cartas de mano, pero le tocaba repartir los descartes al nuevo y era muy hábil.   
 No podía perder el dinero que habían puesto aquellos, que eran quien en realidad, sustentaban a su familia.
 Fidel.- por favor caballero, levántese y juguemos de pie
Anónimo.- me estas llamando tramposo
 Fidel.- no, simplemente, me gustaría jugar con las mismas cartas
Anónimo.- yo no me guardo ningún as en la manga
 Fidel.- yo tampoco
          Cogió el mazo de naipes y con rapidez puso cinco de ellos (los que parecían estar en la parte superior) sobre el centro de la mesa boca abajo
Anónimo.- eres muy bueno chaval, escalera de color
        Todos se quedaron asombrados, la tragedia se podía mascar.
Anónimo.- ¿quién te ha enseñado a hacer eso?
Fidel.- y ¿cómo sabe usted que es una escalera de color? Deje el dinero que ha ganado sobre la mesa y vallase ahora mismo por donde ha venido.
         El truhan obedeció ante la mirada amenazante de todos los que allí estaban.
Anónimo.-nos volveremos a ver
 Fidel.- sí, en el infierno
           Tras cerrarse la puerta, nadie se atrevía a levantar aquellas cartas.
  Fidel.- sí, soy un tramposo, igual que él, pero es la única manera que tengo de alimentar a mi familia
      Entonces, fue dándoles la vuelta una a una; efectivamente era una escalera de color.
 Fidel.- podéis recoger vuestro dinero y gracias por todo
       Un señor de los que estaban sentados a la mesa, con abrigo de paño, camisa bien planchada y fumador de buenos puros se puso en pie.
  Señor.-pero dónde vas, por favor Fidel, tú tranquilo, eres uno de los nuestros, unas veces ganas y otras pierdes como todos, pero a partir de ahora sin trucos, mañana si eso pásate por mi fabrica, preguntas por don Fernando y veremos lo que podemos hacer, seguro que hay un trabajo para ti. De buena nos has librado, el vicio es muy malo y hoy habría perdido hasta la camisa.
   Cuando llegó a su casa despertó a Paulina, esta no se lo podía creer, por fin un trabajo en una fábrica, un sueldo honrado, un horario, que felicidad, sus dolores y la flojedad parecían haber desaparecido de su cuerpo, no sabía qué hacer, si besarlo, hacer una achicoria calentita para celébralo o darle un guantazo por haberse metido en aquel barullo.
Paulina.- ay Fidel, cuantas ganas tenía que encontrases un trabajo decente
Fidel.- bueno, me ha dicho que vaya, a ver qué pasa
Paulina.- si te lo ha dicho, será por algo
Fidel.- sí, yo creo que sí
Paulina.- pues claro, verás cómo a partir de ahora todo cambia
       Aun le quedaban dos horas para poder dormir un poco, antes de que sonase el despertador.
             (Cuando empezaba a quedarse dormido)
Paulina.- y… estoy pensando yo.
Fidel.- ¿Qué pasa ahora?
Paulina.- ¿tú, eres tonto o qué?    Y si te llega a pasar algo,    ¿pero a ti, quien te manda meterte en problemas con ese rufián?
Fidel.- había desplumado a los compañeros de todas las noches y además el dinero lo pusieron entre ellos
Paulina.- ¿y yo? ¿Qué pasa? Y si te llega a hacer algo
Fidel.- que no mujer, si estábamos todos y él solo
Paulina.- solo pensabas en ti, en tus amigotes
Fidel.- NO, solo pensaba en los que pierden su dinero para que nosotros comamos,  ¿no lo entiendes?    Vamos a dejarlo, que dentro de un rato me voy al mercado
   Se dieron la espalda, Ella lloriqueando, él de mal humor, hasta pasados unos minutos
Fidel.- anda ven, abrázame que si no, no me puedo dormir
Paulina.- te abrazo, pero…  eres más tonto.

                Al día siguiente, en el mercado, sus brazos parecían alas, las cajas parecían cargadas de plumas y su alegría la contagiaba a todo aquel que por su lado pasaba.  A las ocho, a primera hora, él estaba entrando por la puerta de aquella fábrica de maderas, tras echar una ojeada a la gran nave, golpeaba la puerta de  la oficina.
Fidel.- buenos días, ¿don Fernando?
Fermín.- uy don Fernando, no creo que aparezca hasta las diez, si me dice que desea.
Fidel.- tengo que hablar con él directamente
Fermín.- pues le da tiempo a desayunar, aunque lo más cercano está llegando a la gasolinera
Fidel.-ya, ya, bueno esperaré ahí entre los tablones sin estorbar.
      Ese tiempo de espera lo dedicó a ver lo que hacía cada uno de los obreros y como la madera iba pasando de un lado al otro por las distintas maquinas hasta terminar hecha tablones apilados en aquellos grandes mazos.
    A las diez y siete minutos…
Fidel.- don Fernando, don Fernando,
D. Fernando.- ¿ya estás aquí?- ¿mucho has madrugado?
Fidel.- demasiado, antes tuve que ir a mi trabajo en el mercado
D. Fernando.- vamos, sube a mi despacho que hay menos ruido
      La cara de don Fernando parecía que no había cambiado de opinión, eso era buena noticia.
Fidel.- usted dirá, yo es que nunca he trabajado en una fábrica, pero ya he visto como va la cosa
D. Fernando.- siéntate, ¿has desayunado?
Fidel.- no, yo no desayuno nunca
D. Fernando.- un hombre, si no come no puede trabajar
Fidel.- si usted lo dice
D. Fernando.- ¡Fermín! Manda a alguien al bar a por unos cafés con leche y una porras
Fermín.- ¿cuántas le pido?
D. Fernando.- pero chorra no lo ves, pues dos cafés y cuatro porras
Fermín.- si señor, ahora mismo mando a alguno
D. Fernando.- te das cuenta Fidel, yo aquí necesito a alguien hábil, que sepa pensar por sí solo
Fidel.- y yo ¿Qué tendría que hacer?
D. Fernando.- desde mañana a primera hora, romperte la espalda cargando tableros y según vaya pasando el tiempo ya iremos viendo
Fidel.- ¿y para eso se necesita mucha habilidad?
D. Fernando.- me estás empezando a defraudar, si no empiezas como todos, desde abajo, tendrías en contra a tus compañeros desde el primer día y eso hazme caso, no es bueno.
Fidel.- no se preocupe, a mi no se me caen los anillos por trabajar
D. Fernando.- y por ahora se acabaron las partidas nocturnas, aquí el único que puede llegar después de las ocho, soy yo
Fidel.- no se preocupe seré puntual, después del mercado directo para cá
D. Fernando.- ¿cómo después del mercado?
Fidel.- en mi casa no podemos dejar de comer hasta la primera soldada, pero no se preocupe, que no le pienso defraudar.
      En ese rato, para no hacer esperar al jefe, Fermín se había acercado hasta el bar con su Guzzi.
Fermín.- aquí tiene usted
D. Fernando.- mira Fermín, este es Fidel, empezará mañana a trabajar, luego le dices a Claudio que le busque un puesto.
Fermín.- está bien don Fernando, ahora se lo digo
D. Fernando.- esta noche, espérame en la partida
Fidel.- pero no hemos quedado en que no vuelva por allí
D. Fernando.- tú solo me esperas y después ya te vas a casa.
Fidel.- bueno pues hasta la noche
D. Fernando.- cómo que hasta la noche ¡Siéntate coño!,  ¿es que voy a comerme yo solo las cuatro porras?
         Desayunó y se fue para el mercado de nuevo más feliz que unas pascuas.



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