Todos los compañeros de
timba, parecían estar esperándolo a él para ver si era capaz de desplumar aquel
pollo.
Todos.-Vamos Fidel, con este sin
contemplaciones
Fidel.-no, yo paso de jugar en una mesa con tanto dinero
Todos.-sabemos que eres el mejor,
no ganas siempre porque no quieres y te lo agracemos, pero tienes que recuperar
todo lo que ya nos ha ganado, preferimos que esté en tu bolsillo que en el
suyo.
Fidel.- pero yo no traigo dinero para meterme ahí
En la mesa sobraba una silla, todos juntaron
y pusieron su venganza en manos de Fidel.
La primera mano fue de
tanteo, la segunda ganó el señor de su izquierda, la tercera el nuevo, La
cuarta también, la siguiente era una mano muy fuerte, no podía perderla,
llevaba cartas de mano, pero le tocaba repartir los descartes al nuevo y era
muy hábil.
No podía perder el dinero que
habían puesto aquellos, que eran quien en realidad, sustentaban a su familia.
Fidel.- por favor caballero, levántese y juguemos de pie
Anónimo.- me estas llamando
tramposo
Fidel.- no, simplemente, me gustaría jugar con las mismas
cartas
Anónimo.- yo no me guardo ningún as
en la manga
Fidel.- yo tampoco
Cogió el mazo de naipes y con rapidez puso
cinco de ellos (los que parecían estar en la parte superior) sobre el centro de
la mesa boca abajo
Anónimo.- eres muy bueno chaval,
escalera de color
Todos se quedaron
asombrados, la tragedia se podía mascar.
Anónimo.- ¿quién te ha enseñado a
hacer eso?
Fidel.- y ¿cómo sabe usted que es
una escalera de color? Deje el dinero que ha ganado sobre la mesa y vallase
ahora mismo por donde ha venido.
El truhan
obedeció ante la mirada amenazante de todos los que allí estaban.
Anónimo.-nos volveremos a ver
Fidel.- sí, en el infierno
Tras
cerrarse la puerta, nadie se atrevía a levantar aquellas cartas.
Fidel.- sí, soy un tramposo, igual que él, pero es la
única manera que tengo de alimentar a mi familia
Entonces, fue dándoles la
vuelta una a una; efectivamente era una escalera de color.
Fidel.- podéis recoger vuestro dinero y gracias por todo
Un señor de los que
estaban sentados a la mesa, con abrigo de paño, camisa bien planchada y fumador
de buenos puros se puso en pie.
Señor.-pero dónde vas, por favor
Fidel, tú tranquilo, eres uno de los nuestros, unas veces ganas y otras pierdes
como todos, pero a partir de ahora sin trucos, mañana si eso pásate por mi
fabrica, preguntas por don Fernando y veremos lo que podemos hacer, seguro que
hay un trabajo para ti. De buena nos has librado, el vicio es muy malo y hoy
habría perdido hasta la camisa.
Cuando llegó a su casa
despertó a Paulina, esta no se lo podía creer, por fin un trabajo en una
fábrica, un sueldo honrado, un horario, que felicidad, sus dolores y la
flojedad parecían haber desaparecido de su cuerpo, no sabía qué hacer, si
besarlo, hacer una achicoria calentita para celébralo o darle un guantazo por
haberse metido en aquel barullo.
Paulina.- ay Fidel, cuantas ganas
tenía que encontrases un trabajo decente
Fidel.- bueno, me ha dicho que
vaya, a ver qué pasa
Paulina.- si te lo ha dicho, será
por algo
Fidel.- sí, yo creo que sí
Paulina.- pues claro, verás cómo a
partir de ahora todo cambia
Aun le quedaban dos horas para poder dormir
un poco, antes de que sonase el despertador.
(Cuando empezaba a
quedarse dormido)
Paulina.- y… estoy pensando yo.
Fidel.- ¿Qué pasa ahora?
Paulina.- ¿tú, eres tonto o qué? Y si
te llega a pasar algo, ¿pero a ti,
quien te manda meterte en problemas con ese rufián?
Fidel.- había desplumado a los
compañeros de todas las noches y además el dinero lo pusieron entre ellos
Paulina.- ¿y yo? ¿Qué pasa? Y si te
llega a hacer algo
Fidel.- que no mujer, si
estábamos todos y él solo
Paulina.- solo pensabas en ti, en
tus amigotes
Fidel.- NO, solo pensaba en los
que pierden su dinero para que nosotros comamos, ¿no lo entiendes? Vamos a dejarlo, que dentro de un rato me
voy al mercado
Se dieron la espalda, Ella lloriqueando,
él de mal humor, hasta pasados unos minutos
Fidel.- anda ven, abrázame que si
no, no me puedo dormir
Paulina.- te abrazo, pero… eres más tonto.
Al día siguiente, en el mercado, sus
brazos parecían alas, las cajas parecían cargadas de plumas y su alegría la
contagiaba a todo aquel que por su lado pasaba.
A las ocho, a primera hora, él estaba entrando por la puerta de aquella
fábrica de maderas, tras echar una ojeada a la gran nave, golpeaba la puerta de la oficina.
Fidel.- buenos días, ¿don
Fernando?
Fermín.- uy don Fernando, no creo
que aparezca hasta las diez, si me dice que desea.
Fidel.- tengo que hablar con él
directamente
Fermín.- pues le da tiempo a
desayunar, aunque lo más cercano está llegando a la gasolinera
Fidel.-ya, ya, bueno esperaré ahí
entre los tablones sin estorbar.
Ese
tiempo de espera lo dedicó a ver lo que hacía cada uno de los obreros y como la
madera iba pasando de un lado al otro por las distintas maquinas hasta terminar
hecha tablones apilados en aquellos grandes mazos.
A las diez y siete minutos…
Fidel.- don Fernando, don
Fernando,
D. Fernando.- ¿ya estás aquí?- ¿mucho
has madrugado?
Fidel.- demasiado, antes tuve que
ir a mi trabajo en el mercado
D. Fernando.- vamos, sube a mi despacho
que hay menos ruido
La cara de don Fernando
parecía que no había cambiado de opinión, eso era buena noticia.
Fidel.- usted dirá, yo es que
nunca he trabajado en una fábrica, pero ya he visto como va la cosa
D. Fernando.- siéntate, ¿has desayunado?
Fidel.- no, yo no desayuno nunca
D. Fernando.- un hombre, si no come no
puede trabajar
Fidel.- si usted lo dice
D. Fernando.- ¡Fermín! Manda a alguien
al bar a por unos cafés con leche y una porras
Fermín.- ¿cuántas le pido?
D. Fernando.- pero chorra no lo ves,
pues dos cafés y cuatro porras
Fermín.- si señor, ahora mismo
mando a alguno
D. Fernando.- te das cuenta Fidel, yo
aquí necesito a alguien hábil, que sepa pensar por sí solo
Fidel.- y yo ¿Qué tendría que
hacer?
D. Fernando.- desde mañana a primera
hora, romperte la espalda cargando tableros y según vaya pasando el tiempo ya
iremos viendo
Fidel.- ¿y para eso se necesita
mucha habilidad?
D. Fernando.- me estás empezando a defraudar,
si no empiezas como todos, desde abajo, tendrías en contra a tus compañeros
desde el primer día y eso hazme caso, no es bueno.
Fidel.- no se preocupe, a mi no se
me caen los anillos por trabajar
D. Fernando.- y por ahora se acabaron
las partidas nocturnas, aquí el único que puede llegar después de las ocho, soy
yo
Fidel.- no se preocupe seré
puntual, después del mercado directo para cá
D. Fernando.- ¿cómo después del
mercado?
Fidel.- en mi casa no podemos
dejar de comer hasta la primera soldada, pero no se preocupe, que no le pienso
defraudar.
En ese rato, para no hacer
esperar al jefe, Fermín se había acercado hasta el bar con su Guzzi.
Fermín.- aquí tiene usted
D. Fernando.- mira Fermín, este es
Fidel, empezará mañana a trabajar, luego le dices a Claudio que le busque un
puesto.
Fermín.- está bien don Fernando,
ahora se lo digo
D. Fernando.- esta noche, espérame en la
partida
Fidel.- pero no hemos quedado en
que no vuelva por allí
D. Fernando.- tú solo me esperas y
después ya te vas a casa.
Fidel.- bueno pues hasta la noche
D. Fernando.- cómo que hasta la noche
¡Siéntate coño!, ¿es que voy a comerme
yo solo las cuatro porras?
Desayunó y se fue para el mercado de nuevo más
feliz que unas pascuas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario