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sábado, 13 de agosto de 2016

Instantes



      
   Movimiento, prisas, estrés,
la casa, llena de vida.
  Los brazos, llenos de amor,
el momento deseado
invade la habitación.

   En los brazos de la abuela
el nieto queda dormido,
ella tan solo lo mira,
buscando ese pucherito
que su morrito ha escondido.

   Sus sueños una sonrisa
cargadita de esperanza,
su respiración la brisa
que nos acaricia al alba,
sus manos alas de ángel
que quieren tocar las nubes,
sus piernitas jamoncitos
y sus pies están en calma.

   Quien Pudiera detener
el tiempo y hacerlo eterno,
inmóvil queda la abuela
por no romper el momento,
no sea que se despierten,
 sus ojos, los dos luceros
más bellos del firmamento.
    Y el alma estalla de gozo
cuando hace un simple gesto.
   Mecachis, que habrá pasado,
que le ha interrumpido el sueño
 y casi lo ha despertado.

    Así pasan los minutos
y el río sigue su curso
es la hora de partir.
   Allí se queda la abuela
con la mantita en sus brazos,
quieta está como una estatua
no se vaya a despertar.
     Ahora cerrará los ojos
y soñara con su nieto
esperando un nuevo viernes,
el día de regresar.














2 comentarios:

  1. Querido Carlos...Soy abuela como bien sabes y este maravilloso poema tuyo es un tributo para todas las abu del mundo. Mientras te leía pensaba en mi pequeña nieta Isabela de 9 meses, recordé las veces que la he hecho dormir sobre mi pecho, susurrando una suave canción de cuna al vaivén de mi cuerpo que la sostiene y mece. ¡Me encantó, y gracias por darnos a las abuelas un lugar en tu pensamiento y poesías! Gracias....te quiero amigo y poeta del alma.

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  2. Como siempre tocando el alma. Es muy grande ese sentimiento que también nos describes en este precioso poema. ¡Me he emocionado mucho!

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