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domingo, 7 de agosto de 2016

Paulina y Fidel .- 8



          Junto a la puerta del gobierno, entre la multitud, esperaba Narciso a que saliesen todos los peces gordos.        Al ver salir al gobernador le hizo una señal con el brazo.  Este lo miro y asintió con la cabeza.
         Cruzó la plaza que separaba el gobierno del mercado, dando manotazos, abriéndose paso entre la gente.
Narciso.- que sí, que sí
Luis.- ¿estás seguro?
Narciso.- si el gesto del gobernador era claro
Luis.- ¿y a qué hora?
Narciso.- pues será por la tarde
Paulina.- gracias, gracias, todo ha sido gracias a vosotros.
   Todos se fundieron en un  abrazo, como una piña, ensamblados  entre lágrimas de felicidad.
Luis.- ahora cuando se despeje esto un poco, nos acercamos y le preguntamos al guardia de la puerta.
              Al momento llegó Fermín, para ver si se sabía algo
Fermín.- me envía doña Carmen. ¿Qué?
Narciso.- que sí, que se lo han concedido
Fermín.- por favor que le avise alguien de la hora a doña Carmen, que quiere ir a recibirlo a la puerta, si no es molestia
Paulina.-  si no queda más remedio, dígale que yo iré a buscarla y subiremos juntas.  Pero andando
       A las tres cerraron las puertas de la fábrica, el autobús dejó a los trabajadores en la plaza mayor y desde allí, junto a los amigos del mercado, se encaminó la comitiva  desfilando por la calle  San Pedro arriba, hasta llegar frente a la puerta de la cárcel. Plazoleta antesala, del barrio más alto de la ciudad.
      Al momento, llegaron ellas.  Carmen exhausta pidiendo agua, paulina con el rostro altivo y el niño en brazos.
     Allí esperaron en silencio a que alguien saliera a decir algo. Algunos vecinos del castillo, quisieron prestar su apoyo, bajando botijos de agua fresca, para calmar aquel calor que derretía hasta las piedras.
            Se oyó como se acercaba un vehículo, era un coche oficial del que bajo el gobernador, en ese momento todos los asistentes rompieron en aplausos y de nuevo otra vez el silencio y la espera.
      A cabo de un tiempo, salió un hombre al que nadie esperaba. Un despreciable chivato que había vendido incluso a los suyos y que cometió el error de creerse demasiado importante.     Ni tan siquiera aquellos, los que al día siguiente le proporcionarían un trabajo, querían ser vistos en su compañía.
      Pasada media hora, salió el gobernador, solo, en dirección al coche.          Paulina, de dos zancadas, se interpuso en su camino antes de que los guardias que lo acompañaban pudieran evitarlo.
Paulina.- por favor…  ¿Qué pasa?
Gobernador.- ¿tú eres su mujer?
Paulina.- sí, pero ¿Por qué no sale?
Gobernador.- ya está todo firmando y sellado, está al salir.


             En ese momento se abrió la puerta, paulina intentó correr hacia ellas pero algo le hizo darse la vuelta.
          Se abrazó con todas sus ganas al gobernador y le plantó un par de besos, uno en cada mejilla.
Paulina.- gracias, muchas gracias
     Por aquella puerta salió Fidel. Un saco de huesos sin carne que abrazar, no era ni la sombra de aquel que todos recordaban.
  Sus delgadas piernas avanzaban gracias a la ayuda de paulina, su mirada estaba perdida y triste.
      Tal fue la impresión, que todo el mundo se quedó paralizado.
Carmen.- vamos Fermín, baja hasta la plaza y que suba el autobús o algún coche hasta aquí
Paco.- Claudio, bajemos a ver si hay algún conocido con vehículo
     Entre Narciso y Luis, lo cogieron en volandas y lo sentaron a la tímida sombra que proporcionaba el arco del bezudo, donde su hijo pudo abrazarlo.    Le dieron agua y por fin se pudo oír un hilo de voz diciendo.-   gracias amigos
    En ese momento aparecía de nuevo el coche oficial, que bajaba de vuelta, tras haber visitado el cementerio de san Isidro.   Luis se planto en medio, haciéndolo parar.
Luis.- un último favor
Conductor.- aparta de ahí
Gobernador.- ¿Qué pasa ahora? (asomando la cabeza por la ventanilla abierta)
Conductor.- este, que parece que quiera dormir caliente
Gobernador.- ¡cállese!
Luis.- lleven a esta familia a su casa, ¿qué trabajo les cuesta?
Gobernador.- que suban atrás
        Se bajó dejando la puerta abierta y se acomodó en el asiento de al lado del conductor.
Gobernador.- arranque, los bajaremos hasta San Antón
Conductor.- ¿pero no íbamos a bajar por el salvador?
Gobernador.- pues ya ves, ahora bajamos por la audiencia ¿tienes algún problema?
              Cuando bajaron del coche, Paulina no se pudo reprimir y  volvió a soltar otro abrazo y dos besos al gobernador
     Los vecinos, que lo estaban esperando, lo pusieron en un sillón y agarrando cada uno de una pata, lo metieron rápidamente a la iglesia, para que estuviese fresco.
      
                   (Tardaría bastante tiempo en recuperarse).
         Carmen se hizo cargo de los gastos médicos y farmacéuticos, un doctor, se acercaría por su casa todas las semanas  para ver la evolución y una vez recuperado entraría de nuevo a trabajar en la fábrica, esta vez como encargado, el puesto que tenía reservado don Fernando para él, el día que lo contrato.
                  Los comerciantes de los puestos del mercado, cada día aportarían los alimentos que el doctor creyese conveniente para su recuperación.
              Todos los vecinos del barrio, estaban pendientes en cada momento para cualquier cosa que necesitaran.     La tienda de la señora Maruja, estaba a su disposición las veinticuatro horas del día y Elías empezaría a ir a la escuela, entre los trabajadores de la fabrica comprarían todo lo necesario para sus estudios.
      Puntualmente, Carmen, seguía enviando a Narciso por medio de Fermín la asignación quincenal.  Solo ellos tres sabían de aquel sobre.
    Dos largos meses pasaron.      Después de cerrar en el mercado, Narciso se fue hasta casa de  doña Carmen.
 Narciso.- buenas tardes, venía a hablar con usted
Carmen.- ¿pasa algo?
Narciso.- no señora, pero había pensado que si usted me diese su permiso?
Carmen.- por favor, nada de usted, ¿qué pasa?
Narciso.- he pensado en ir a hablar con el dueño de la casa donde viven Paulina y Fidel.        Este dinero que tengo guardado podría servir como entrada y después mes a mes podían ir pagando el resto, si este quiere y el precio es razonable, así seguirían al lado de sus vecinos y tendrían su propia casa.
Carmen.- a mi me parece una idea estupenda, pero, ¿no habría que consultarlo con ellos?          Si te parece, mañana a la tarde, vamos a su casa y lo hablamos allí, a ver qué les parece.
Narciso.- pues sí, tiene usted razón
         Así lo hicieron, se presentaron allí a media tarde.  Abrió la puerta Fidel visiblemente mejorado, aunque su mirada aún no resplandecía como antes.
Fidel.- buenas tardes, ¿Qué les trae por estos barrios?
Carmen.- ¿está paulina en casa?
Fidel.- claro, la pobre no se mueve de mi lado
Narciso.- pues vamos dentro que queremos hablaros de una cosa importante
Paulina.- ay Narciso, a ver si va este un poco mejor y puedo bajar a limpiar los puestos, que como me los tendréis
Narciso.- olvídate de los puestos y atiende
Paulina.- pero siéntese señora Carmen
Carmen.- vamos a dejarnos de cumplidos, que yo también vengo de familia humilde, tuve la suerte de que mi marido tenía el riñón cubierto,  se arriesgó y le fue bien
Paulina.- poco tengo que ofrecerles, si acaso un poco de vino con gaseosa
Narciso.- pues sí, un vinito
Paulina.- pues sentaros que voy ahora mismo a por él a la tienda
            (Salió escopetada calle abajo y en un plis, plas, estaba de regreso).
     Cuatro sillas, cuatro vasos y una mesa, como testigos de aquel encuentro. El niño con cuatro palos jugaba en la habitación.
Carmen.- tú ¿cómo te encuentras?
Fidel.- yo bien
Paulina.- ya va engordando un poco, pero pobrecito mío, no tiene fuerza ninguna
Narciso.- nada, dentro de poco, hecho un chaval
Carmen.- a ver, narciso tiene un dinero guardado
Fidel.- narciso ¿de qué?
Narciso.-  justamente, cuatro mil seiscientas pesetas, que poco a poco me ha ido dando Carmen para que cuando os hiciese falta, tuvieseis unos ahorrillos
Paulina.- ¿pero por qué?
Carmen.- por favor, escuchar lo que quiere proponer Narciso
Narciso.- le he dicho a la señora Carmen que quería ir a hablar con el dueño de esta casa, este dinero serviría como entrada y luego, después, mes a mes, pues ya la iríais pagando hasta que al final fuese vuestra, ¿qué os parece?
Paulina.- pero como la vamos a comprar, si no tenemos donde caernos muertos. Si no fuera por ustedes que habría sido de esta familia.
Carmen.- solo tendríais que aceptar la propuesta, que Fidel trabaje como encargado en la fábrica, el sueldo no está mal
Mauricio.- yo no debía de decir nada, pero hemos estado hablando todos los del mercado, para que tú te encargues de la limpieza y darte un sueldo al mes, no será mucho, pero será un sueldo
Paulina.- yo no puedo dejar solo a este hombre
Mauricio.- estamos hablando de una vez esté recuperado
Carmen.- Fidel, Paulina, en esta vida nadie regala nada, todo lo que ahora estáis recibiendo, no es más que la cosecha de lo que antes sembrasteis, hacer caso a una persona mayor que vosotros y no dejéis pasar esta oportunidad.
        Decidieron aceptar el ofrecimiento, al mes siguiente, estaba recuperado y le esperaba un trabajo en la fábrica. Paulina tenía el mercado siempre limpio, como una patena.
           Los años fueron pasando y el tiempo, fue dejando su huella en cada uno de los personajes de esta historia.

      Hoy regresa a su tierra desde la lejanía Elías, viene para firmar un contrato de alquiler con una pareja de recién casados.
        Vivirán es esa casita que de sus padres heredó, donde fueron invirtiendo el fruto de su trabajo hasta convertirla en un hogar acogedor, en ese barrio, donde quedaron dormidos todos sus recuerdos.

Imagen de la red




Fin



     

3 comentarios:

  1. Acciones tan humanitarias como la del cuento ya pocas veces se oyen. Pero que hay mucha gente caritativa y dispuesta a ayudar... las hay. Es cierto que mañana nos volveremos a encontrar porque el mundo gira sobre su eje... pero no sabemos en que lugar, en que punto... de este pequeño pañuelo. Saludos para los que me leen y felicitaciones para CARL.

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  2. Siempre hay gente buena. En otro comentario señale que mañana nos volveremos a encontrar porque la tierra gira sobre su eje. Lo que no sabemos es a que hora y en qué lugar de este ancho, largo y tortuoso mundo.

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  3. ¡Qué bonito Carlos, esa España donde todo era solidaridad y amor se está derrumbando!

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