Olvide el
gris de las riscas,
el correr
del agua clara
escapando entre
mis dedos.
Olor a
lavanda fresca,
el sabor a
pan de horno
y el canto
de los jilgueros.
Dejé la
niñez a un lado
porque me
pensé mayor
y emprendí un
nuevo camino.
Las suelas
de mis zapatos,
me llevaron
a otros mundos
que serían
mi destino.
Tras maridar
unas claves
y emulsionar
varias notas,
maceraron los
silencios.
Aroma a
tierra mojada.
Luces que a
orillas del río
que vigilan
el paseo.
Entre la
niebla del tiempo,
junto la
ausencia de luz,
bajo el
sueño del deseo.
Precioso poema que cautiva con sus aires nostálgicos. Mucha gracias por compartir querido amigo Carlos. America Santiago.
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