Justina se ha quedado dormida en la silla.
Hace un momento (despierta) era una persona inaguantable, malhumorada, todo le
sienta mal y ella es la que más desagrada a todos con sus comentarios que
difaman hasta a su familia.
Todos
intentan no levantar la voz. Mejor
dejarla dormida y vivir un rato de tranquilidad. Los cuidadores agradecen un respiro sin voces
y discusiones, cosa que solo acurre el seis de cada mes. Día
que viene su hija y se la lleva toda la tarde, para hacerle la rosca y sacarle
unos cuartos.
No, no, no, resuena en la mente de todos al ver
que Rafael se acerca a Justina. Se sienta frente a ella y la observa callado. Un suspiro de alivio se siente en la
habitación cuando ven que no la ha despertado.
Él solo ve a una linda viejecita que descansa
con cara de nunca haber roto un plato. Le gustaría preguntarle de donde es y porqué
está allí, pero tiene un rostro tan dulce que le da pena despertarla.
Las
fichas de dominó, han dejado de golpear la mesa de mármol y los envites del mús
pierden euforia. La brisca y el
parchís se juegan sin aspavientos y por una vez en la cocina, los platos de la
merienda se ponen en las bandejas suavemente.
Los
cuidadores miran a la enfermera. Todos sus ojos gritan lo mismo:
.- ¿porqué no se le da una pastillita todas las
tardes después de comer?
Rafael
hace un ademan de acariciar su cara y la respiración se contiene en una
expectación ante el desastre.
.- vale, vale, me voy a mi sillón (refunfuña Rafael)
Allí sentado cubre sus piernas con una manta pequeña.
.- ¿Por qué pones esa cara?
.- ¿pero estás enfadada?
.- huy, huy, a ti te pasa algo
.- estás celosa. ¿Pero eres tonta?
De repente Rafael suelta una carcajada
.- pero Bella, si tu eres lo más bonito que
existe. Mi amor, mi cielo, ven, dame un beso y muéstrame esos ojos llenos de
luz.
Andrea
se percata de la discusión que se trae entre manos y se acerca para ver si se
entera de algo, antes de que cierre los ojos y todo se eleve volando al limbo
del olvido.
.-
hola Rafael
Él no contesta. Ella es muy guapa.
.-
pero ¿no me dices nada?
.- no puedo
.- ¿Cómo que no puedes?
.- que no, que no
Ay
madre, aquí pasa algo y ella cree saber que es. Vuelve la cara hacía un lado mirando con el
rabillo del ojo. Rafael mira a su derecha y sonríe. Con lo que Andrea ya sabe donde está situada
Bella.
.-
hola buenas tardes. No le molesta que hable con Rafael, a que no (tras un
segundo de pausa) ves Rafael a ella no le molesta
.- ya, ya, pero luego se pone…
.-
no, de mi no, yo soy muy niña
.- pues antes por mirar a esa señora, se ha
puesto…
.- no pasa nada Bella, él solo te quiere a ti
.- si ya se lo digo yo. Es más celosa
.- ves, si dices eso se enfada
.- oye chica. Yo ¿de qué te conozco?
.- por favor, pues claro que me conoces y Bella también
.- sí, sí, ella si te conoce
.- pues claro, si hablamos muchas veces, lo que pasa es que eres muy
despistado. Mira vamos hacer una cosa: yo me llamo Andrea y la próxima vez si tú no te acuerdas de mi nombre se
lo preguntamos a Bella ¿vale?
.- sí, así mejor. Ella, es más lista
.-
que no se te olvide. Ahora yo me tengo que ir. Tú cierra los ojos y repite mi
nombre varias veces en voz baja. Recuerda: An-dre-a.
Rafael
cierra los ojos y mientras Andrea se aleja, él repite su nombre hasta quedar
adormilado acorrucándose al lado derecho del sillón.
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