A la
hora de talleres, siempre se suele quedar solo en el comedor, dicen que distrae
a los demás y no les deja realizar las actividades. A él le gustaba cuando lo
llevaban a jugar con el barro, pero ahora hace tiempo que no lo siente entre
sus dedos.
Alguien se ha dejado un libro sobre una
silla. Es de una señora que lee
cuentos en voz alta, aunque nadie le hace caso. Casi no se le escucha y lo hace tan deprisa
que lo poco que se le oye no se le entiende.
Ella dice a los demás que los
escribió cuando era joven.
Rafael antes de hacer nada lo comenta con Bella:
.- ¿tú crees que se molestará si leemos sus
cuentos?
.- yo creo que si luego lo dejamos donde está,
no tiene porqué enterarse
.- deberías ir tú a por él, que a mí me puede
ver alguien
.- claro tienes razón, si estamos solos
Rafael cogió el librejo y volvió a su sillón.
Hizo un visionado general de las páginas
de principio a fin.
.- muchas letras me parece que tiene esto y
dibujos pocos
.- bueno presta atención
.- En un país lejano. En casa hecha de madera,
vivía mozuela de azules ojos y trenzas morenas. Su piel tostada, no era común
por aquellos parajes y su nariz aguileña, era más típica de países al sur del mediterráneo.
.- que no, que no me lo estoy inventando, lo
pone aquí
.- bueno sigo leyendo. Su
belleza parecía discurrir entre lo extraño y lo ajeno a la mirada. A su padre nadie de allí lo conoció y su madre
era una conjunción diferente, por llamarlo de forma poética.
.- qué culpa tengo yo. La culpa será de quien
lo ha escrito
Laura apoyada en el marco de la puerta, observa
lo que para ella es una absurda conversación.
Su
intención es acercarse a hablar con Rafael, pero algo no hace más que
repetirle: ¿pero estás loca? Piensa, razona, eso no es normal. Por otro lado: si lograse crear un vínculo
emocional con él y recuperara algo de su menoría, me daría muchos puntos con la farmacéutica.
.- mira Bella, ahí hay alguien
--- Rafael escondió el libro bajo su trasero ---
.- si nos pregunta no hemos visto nada
.- nos hacemos los tontos, luego ya lo
devolveremos a su sitio
--- Laura se decidió a acercarse ---
.- hola Rafael ¿Qué haces?
Este permanecía callado, como si no la
estuviera viendo
.-
eh, despistado, que soy yo
.- usted no es ángel
.-
no claro que no, yo soy Laura
.- ¿y ángel?
.- ¿Qué ángel? Aquí no trabaja ningún ángel
.- bueno, no se
.- me llamo Laura, cierra los ojos y memorízalo
.- bueno
Recostó la cabeza, entrecerró los ojos y quedó
mirando de reojo a ver si se iba. Allí
seguía parada, esperando, así que los volvió a abrir
.- ya
.-
¿Lo has memorizado?
.- sí
.- y se lo has dicho a bella
.- sí
.- voy al despacho a por una cosa, si cuando vuelva me dices mi nombre
te la doy - y se marchó andando
despacio, dejándolo de nuevo en soledad.
.- ¿y esta?
.- debe de ser alguna nueva, anda más pallá que
pacá.
.- si eso es lo raro, parece demasiado joven.
Pobrecita
.- mejor voy a dejar esto en su sitio y nos
damos un paseo por el pasillo que se me están durmiendo las piernas
Pasillo
arriba, pasillo abajo, deambulaban las zapatillas de Rafael sin pensar en nada.
A la segunda vuelta se volvió a sentar y
si no quedó dormido.
Laura volvió de nuevo con una caja entre sus
manos
.- Despierta
¿te gustan los bombones?
.- sí, están muy ricos
.- pues si me dices mi nombre, te doy uno
.- ¿tu nombre?
.- ¿Cómo me llamo? Vamos piensa
.- ummmmmm, no se
.- cierra los ojos y pregúntale a Bella
.- ummmmmm. Andrea
--- Abrió los ojos y miró con recelo a aquella mujer ---
.- tú no eres ángel, tú no te alegras, tu no
gritas ¡bien!
.- no yo no soy Andrea yo soy Laura
.- usted no es ángel, es una pena, tan joven y
tan perdida
Laura no sabía si reírse de la ocurrencia o
llorar por la decepción.
.- de todas formas te daré un bombón. Pero no tires el papel al suelo
.- ¿y para Bella?
.- claro para Bella otro. Toma se lo das tú
.- gracias y escóndalos bien, que aquí se los
quitan y no los vuelve a ver
.-
me harías el favor de recordar mi nombre para otro día
Miró hacia un lado y asintió con la cabeza
con gesto de pregunta
.- puede ser, le preguntará Bella a ángel
.- pero le he dado un bombón
.- mañana si quieres, puedes traer más
Los fluorescentes comenzaron a parpadear. Se
acercaba la hora de la cena
.- vaya corriendo a esconderlos que vienen
Antes
de ser descubierto, se metió las chuches en el bolsillo de la bata y luego los
comería en su habitación.
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