¿Porqué
no intentarlo? Era un reto imposible.
Rafael jamás recobraría la memoria.
Pero… y si lo lograba.
La complicidad de Andrea estaba asegurada, pero debería buscar a más
trabajadores del centro con la suficiente discreción como para que no se
enterase la directora. Su contrato
pendía de un hilo a causa de los recortes económicos y cualquier excusa se utilizaría
para ponerla de patitas en la calle.
Arturo era un buen candidato, ya que pasaba allí casi todo el día para
ahorrarse un dinero. Desde que llegó ocupaba
una habitación que no daba las dimensiones para registrarla para internos y
además aprovecha los días libres para sustituciones. Nadie
sabe ni de dónde ni cómo fue el venir, pero todos tienen claro que una vez que
ahorre lo suficiente, desaparecerá de la misma manera.
Es muy
introvertido con el personal, pero eso no quita que tenga un elevado grado de protagonismo,
le gusta adjudicarse cosas con buen resultado aunque él no haya hecho apenas
nada pero la envidia, puede ser un gran enemigo para este reto.
Andrea
acaba de llegar. Hoy empieza su
turno justo cuando termina el de Laura. Las dos se cruzan. Sus miradas intentan comunicarse pero ninguna
sabe como decir la primera palabra. Laura
piensa en pedirle disculpas por su negativa tan rotunda y Andrea cree que Laura
puede tener razón. Sus ilusiones no
deben interferir en su trabajo.
Las
dos al mismo tiempo se dan la vuelta.
Las dos en el mismo instante
pronuncian el nombre de la otra. Los labios de las dos de pronto se iluminan invadidos
por una risa tonta sin mucho sentido.
.-
mira Laura que…
.- perdona Andrea pero es que no sé
.- que
perdones mi incorrección, soy así, pero…
.-
espera. Tú eres quien tienes que perdonar
.-
¿yo?
.-
sí, lo he pensado mejor y tenemos que hablar
.-
espera que me cambio y salgo. No creo
que diga nada el ogro
--- De nuevo las dos esbozaron una sonrisa de
complicidad –
Por
suerte la directora (el ogro) no se encontraba allí. Siempre
desde su ventana espiaba a quien entraba y salía mirando su reloj de muñeca al
tiempo que dejaba la puerta de su despacho abierta con el oído bien pendiente. Oído
fino, al que no le escapaba ni un cuchicheo.
.- ya estoy aquí
.-
pues sí que eres rápida. Mira he decidido que sí
.- que
sí, qué
.- pues que voy, bueno que si quieres lo
intentamos
.- pues
claro que quiero
.-
de esto ni una palabra ni a las piedras, ya sabes que…
.- con
migo no vas a tener problemas
.- ya,
pero es que había pensado en pedirle ayuda también a Arturo
.-
buff. Ese ya… no sé, no sé.
.-
¿a ti te importa que él sea el que se lleve los laureles?
.- no
te entiendo
.-
pues que yo le baile el agua diciéndole lo bien que hace todo y a ti te ignore
las cosas cuando esté delante
.- si
es por Rafael controlaré mi genio ¿pero porqué?
.- ¿no te has dado cuenta que es muy egocéntrico? Mejor
que se crea el más importante y así tendremos toda su colaboración. Está aquí día y noche, él será nuestros ojos
y oídos. Más vale prevenir
.- por
mí de acuerdo
.- pues nada mañana hablo con él y ya vamos viendo cómo empezar hasta
que lleguen los medicamentos
.-
bueno yo voy para adentro y se lo voy a decir a Bella… A ver, ella si lo puede saber
.-
¿pero tú ves a Bella?
.- pues
hay veces que creo que sí
-
Laura la miró con cara de sorpresa –
.- vaya cara de susto… que no, que yo no la veo
.- ahh, es que ya me creo
todo. Adiós, que pierdo el autobús.
Andrea entró silbando cruzando en comedor
hasta el sitio donde estaba Rafael. Se sentó frente a él y le cogió las manos.
.-
qué ¿Quién soy yo?
.- ángel
.-
dile a bella que tengo que hablar con ella
.- se ha quedado dormida hace un momento, pero
la despierto. .-Ssss, que está aquí ángel, que quiere hablar
contigo
.- necesito tu ayuda. Vamos a intentar que este ceporro recupere la
memoria. ¿Nos quieres ayudar?
.- dice que bueno
.- ya si ya la he oído, pero aún no me has dicho como me llamo
.- ummm.
Rafael acercó la boca a su cara. Andrea pensó
que le iba a dar un beso y al cerrar los ojos para recibirlo escuchó en voz
bajita cerca de su oído:
.- An-dre-a.
.-
eres un cielo. ¿Y el beso?
-Rafael la miró con la vergüenza en su rostro-
.-claro, pues si no me lo das tú, te lo doy yo.
Pegó
sus labios a su frente y le dio un beso ruidoso, antes de irse a hacer las
labores cotidianas de su empleo (barrer, fregar, hacer camas…)
Al pasar entre las mesas pudo ver esas
caras deseosas de una caricia.
No pudo más que ir de uno en uno dando besos a
todos y todas. La última, apoyada en el marco de la puerta con cara de asco
estaba Justina, que aunque deseaba ese beso más que ninguno, no pudo por menos
que hacer un ademán arisco. De frente
se aproximaba por el pasillo Arturo. Le
plantó dos besos y se marcho diciéndole:
.- anda bobo que para ti también hay.
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