Me levanté atravesada
con esta vida
que llevo.
Fui a ponerme
los zapatos
y me coincidió
el izquierdo.
Al mirarme
en el espejo
vi mi cara
adormilada
y repudié su reflejo.
Hasta el chichi
de vestir
la sonrisa permanente.
De aparentar
fortaleza
mostrando que soy
valiente.
De llorar siempre
a escondidas.
De anteponer los deseos
de aquellos que me rodean
antes de ser yo feliz.
De que
al volver del
trabajo
la casa esté
hecha un desastre
y siempre me toque
a mí.
Hasta el chichi,
sí hasta el
chichi,
por no decir un
palabro
que les suene
malsonante.
Pues aunque
esté cabreada,
aunque no haya
quien me aguante,
me gusta tener
cordura
pues sigo siendo elegante.
Sepan
perdonar ustedes
por la hartura
que ahora tengo.
ya no sé, si voy o vengo.
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