La silla, la mesa,
en un bar cualquiera.
Sola, pensativa,
atrapando con las manos
esa taza de café.
Joven, apuesta,
apetecible a miradas
mojadas en vino.
Incomodidad constante
en un mundo sin respeto
a lo largo del camino.
Libre, feliz, realizada.
Con la cabeza bien alta,
salgo moviendo la falda
fingiendo estar enfadada.
Imbéciles babeantes
que acompañan con alcohol
la soledad de una barra.
Envidiando a una Mujer
empoderada en la vida,
altiva por su experiencia,
que pasó de ser la copa,
para convertirse en jarra.
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