Laura y Ernesto en casa
parecían gatos enjaulados;
¿Había cosas que hacer? Claro
está, los dos trabajaban, tenían todo en orden, pero ciertas cosas se
reservaban para el fin de semana. No paraban quietos en ningún sitio y cada poco
se asomaban a la habitación de Jaime para ver si dormía tranquilo.
Hasta la hora de comer,
callados, sin hablar entre ellos; tenían el miedo metido en el cuerpo pero no
querían asustar al otro, la incertidumbre los corroía por dentro.
Aquellas palabras del doctor
le resonaban en la cabeza, mientras de cuando en cuando esbozaban una leve
sonrisa al cruzar sus miradas como si no les pasase nada.
Mientras Ernesto hacía la
comida (macarrones con tomate y chorizo) que era la preferida de Jaime; Laura
apoyada en la ventana miraba con tristeza el cielo gris, lleno de nubes que por
más que les preguntase, nada le respondían. Ni un trueno, ni unas gotas de lluvia, ni un
acelerar del viento que las moviese de sitio, ni un hueco entre ellas que
dejase filtrarse a un rayo de sol.
Ernesto.- ve despertando al mocoso
que voy poniendo la mesa
Laura.- despierta ratón, que ha
hecho papá una comida que te encanta – sentada junto al él en la cama-
Jaime.- no tengo hambre
Laura.- tienes que comer y luego
si quieres vas por la tarde a clase, que esta tarde toca manualidades
Jaime.- bueno sí, esta tarde no
voy
Ernesto.- venís a comer o empiezo,
que esto se enfría
Laura.- vamos que ha hecho macarrones como te gustan a ti
Jaime.- pero como en pijama, ni
me visto ni nada
Laura.- pues claro, pero ponte
las zapatillas
En la
cocina se sentaron a comer, Jaime tenía mejor cara y esa comida le encantaba.
Ernesto.- ¿anoche te hicieron
muchas pruebas?
Jaime.- vaya aburrimiento y que
frío en el pasillo
Laura.- ¿pero no te pusieron
ninguna manta?
Jaime.- sí, me puso una la
enfermera, que no abrigaba nada y la mesa de rayos estaba helada
Ernesto.- ¿y te hicieron daño para
los análisis?
Jaime.- ni me enteré, había dos
chicas muy simpáticas y mientras me preguntaban cosas, me pincharon un poco;
pero me sacaron cuatro botes de los grandes y luego me dejaron solo para que
mease en otro bote.
Laura.- o sea que se portaron
bien y eran majas
Jaime.- ellas sí, pero el médico,
era más tonto. Me tocó aquí donde me
dolía (poniendo sus dedos al lado de las costillas) y dice: placa de tórax y
analítica completa y se fue. Ni hola
ni adiós
Ernesto.- bueno gente rara hay en
todos sitios
Jaime.- pues como nos toque el
mismo a la semana que viene se lo pienso decir
Laura.- tú, calladito estás más
guapo
Ernesto.- bueno chaval, que te toca
fregar, que mamá y yo nos vamos a echar la siesta, que tú ya has dormido toda
la mañana
Jaime.- claro, porque tú lo digas
Laura.- tú y yo nos vamos al sofá
a abrazarnos como dos osos y ver la tele un poco, así que papá, te tocó fregar
Jaime.- bueno mamá, pero no seas
pesada.
-
Tras toda la tarde en el sofá
viendo la televisión, ya anocheciendo el aburrimiento los consume.
Ernesto.- ¿y si nos vestimos y
vamos a tomar algo donde Raúl?
Laura.- ¿tú te encuentras bien?
Jaime.- sí, mejor salimos un
ratito, que estoy cansado de estar aquí sentado
Van caminando por la
acera, bordeando el parque pasan por delante del colegio donde ni lo han echado
de menos. Los bancos están vacios y hoy
los jóvenes parece que están guardando fuerzas para el fin de semana.
La terraza del bar vacía (hoy
hace fresco) y dentro los cuatro de siempre por no perder la costumbre.
Raúl.- ya era hora de que
aparecieseis
Laura.- hemos estado toda la
tarde de tele y manta.
Raúl.- ¿y tú cómo estás?
Jaime.- bien, ¿me das unas gomis?
Ernesto.- oye, a ver si tenemos un
poco de respeto
Raúl.- me parece que hoy de eso
no hay
- Jaime se le queda mirando extrañado-
Raúl.- ¡Patri! Mira quien ha
venido a vernos
-
Patricia sale de la cocina y se dirige a Jaime abrazándolo y
besuqueándolo-
Jaime.- mira que sois pesadas
Patricia.- ¿pesada yo? A que te
rechupeteo los carrillos
Jaime.- aaah, que asco
Patricia.- sentaros en esa mesa que
hoy os tengo una sorpresa
Raúl.- ¿para beber?
Ernesto.- yo una cerveza
Jaime.- una coca
Laura.- un vinito de los míos
Raúl.- ahora mismo os lo llevo
yo
-Patricia sale de nuevo con un plato en las manos-
Patricia.- esto lo he hecho
especialmente para ti
Jaime.- ¿y qué es?
Patricia.- pues un filetito fino de
lomo con una loncha de queso y envuelto en besamel; verás que rico
Ernesto.- ¿y para nosotros?
Patricia.- que pasa que no hay
suficientes tapas en la barra donde escoger
Ernesto.- bueno, bueno, que tampoco
es para ponerse así
Jaime.- yo te doy un poco mamá
que es mucho
Patricia.- oye malandrín, esto es
para ti y te lo tienes que comer todo o vamos a hablar muy seriamente tú y yo
Laura.- jolín, como está hoy la
Patri
Ernesto.- tráenos unas tapas de lo
que quieras Raúl, que lo mismo no está
conforme con lo que elijamos
La gente marcha y ya solos en el
bar los cinco se sientan a la mesa a charlar, tomar otra consumición y hacer
más ameno el rato. Más
tarde, junto a Patricia se van para casa, mientras Raúl se queda recogiendo y
preparando para la mañana siguiente. Cada día igual y como cada noche, su
paseo solitario a ese hogar que solo visita para dormir.
Cuando llegan a casa,
ya van cenados con las tapas del bar;
Jaime se va directo a su habitación, mañana es día de escuela. Laura se pone el camisón, se tumba en la
cama y sin dar tiempo a nada queda dormida (muchas horas sin descansar y
agotada de la noche anterior).
Ernesto, cansado se sienta
junto a la mesa de la cocina, nada tiene que hacer y solo le apetece estar un
rato solo, sin pensar en nada.
Sobre la mesa ese sobre con los papeles que
les dieron en el hospital. Habrá que
mirar que hay dentro.
El informe está escrito para gente con buena
vista y entendedora de letra garabateada.
Las recetas, vaya cabeza, ni
han pasado por la farmacia, pero mañana será otro día.
Un papel casi en blanco ¿y esto que será? Ni lo había visto cuando se los dieron. No es que tenga demasiadas ganas pero hay poca
letra y escrita a máquina.
Es la cita para el miércoles de la semana que viene por la mañana. Sigue leyendo más que nada por saber cómo se
llama el doctor que los atenderá y comparar su nombre con el de urgencias a ver
si es el mismo.
No, no es el mismo; el alma se le derrumba al llegar al final
de la cuartilla.
¿Cómo callar durante una semana? ¿Cómo no decir nada a Laura? La base de su
matrimonio siempre ha sido la confianza. ¿Cómo decírselo? ¿Cómo afrontar algo
que no entiende? ¿Por qué, por qué les
ha tocado a ellos?
¿En dónde está Dios para que oiga sus súplicas? ¿Dónde está ahora el diablo para ofrecerle un
trato?
No está ninguno, sólo él, inmerso en su
silencio, se le ha quitado el sueño, el cansancio, la fe y hasta las ganas de
vivir.
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