Translate

viernes, 20 de enero de 2023

Gorras en el armario 003

 

 

       Laura y Ernesto en casa parecían gatos enjaulados;

 ¿Había cosas que hacer? Claro está, los dos trabajaban, tenían todo en orden, pero ciertas cosas se reservaban para el fin de semana.     No paraban quietos en ningún sitio y cada poco se asomaban a la habitación de Jaime para ver si dormía tranquilo.

   Hasta la hora de comer, callados, sin hablar entre ellos; tenían el miedo metido en el cuerpo pero no querían asustar al otro, la incertidumbre los corroía por dentro.

   Aquellas palabras del doctor le resonaban en la cabeza, mientras de cuando en cuando esbozaban una leve sonrisa al cruzar sus miradas como si no les pasase nada.

  Mientras Ernesto hacía la comida (macarrones con tomate y chorizo) que era la preferida de Jaime; Laura apoyada en la ventana miraba con tristeza el cielo gris, lleno de nubes que por más que les preguntase, nada le respondían.   Ni un trueno, ni unas gotas de lluvia, ni un acelerar del viento que las moviese de sitio, ni un hueco entre ellas que dejase filtrarse a un rayo de sol.

 

Ernesto.- ve despertando al mocoso que voy poniendo la mesa

Laura.- despierta ratón, que ha hecho papá una comida que te encanta – sentada junto al él en la cama-

Jaime.- no tengo hambre

Laura.- tienes que comer y luego si quieres vas por la tarde a clase, que esta tarde toca manualidades

Jaime.- bueno sí, esta tarde no voy

Ernesto.- venís a comer o empiezo, que esto se enfría

Laura.- vamos que  ha hecho macarrones como te gustan a ti

Jaime.- pero como en pijama, ni me visto ni nada

Laura.- pues claro, pero ponte las zapatillas

 

         En la cocina se sentaron a comer, Jaime tenía mejor cara y esa comida le encantaba.

Ernesto.- ¿anoche te hicieron muchas pruebas?

Jaime.- vaya aburrimiento y que frío en el pasillo

Laura.- ¿pero no te pusieron ninguna manta?

Jaime.- sí, me puso una la enfermera, que no abrigaba nada y la mesa de rayos estaba helada

Ernesto.- ¿y te hicieron daño para los análisis?

Jaime.- ni me enteré, había dos chicas muy simpáticas y mientras me preguntaban cosas, me pincharon un poco; pero me sacaron cuatro botes de los grandes y luego me dejaron solo para que mease en otro bote.

Laura.- o sea que se portaron bien y eran majas  

Jaime.- ellas sí, pero el médico, era más tonto.  Me tocó aquí donde me dolía (poniendo sus dedos al lado de las costillas) y dice: placa de tórax y analítica completa y se fue.    Ni hola ni adiós

Ernesto.- bueno gente rara hay en todos sitios

Jaime.- pues como nos toque el mismo a la semana que viene se lo pienso decir

Laura.- tú, calladito estás más guapo

Ernesto.- bueno chaval, que te toca fregar, que mamá y yo nos vamos a echar la siesta, que tú ya has dormido toda la mañana

Jaime.- claro, porque tú lo digas

Laura.- tú y yo nos vamos al sofá a abrazarnos como dos osos y ver la tele un poco, así que papá, te tocó fregar

Jaime.- bueno mamá, pero no seas pesada.

 

-          Tras toda la tarde en el sofá viendo la televisión, ya anocheciendo el aburrimiento los consume.

 

Ernesto.- ¿y si nos vestimos y vamos a tomar algo donde Raúl?

Laura.- ¿tú te encuentras bien?

Jaime.- sí, mejor salimos un ratito, que estoy cansado de estar aquí sentado

 

          Van caminando por la acera, bordeando el parque pasan por delante del colegio donde ni lo han echado de menos.  Los bancos están vacios y hoy los jóvenes parece que están guardando fuerzas para el fin de semana.

     La terraza del bar vacía (hoy hace fresco) y dentro los cuatro de siempre por no perder la costumbre.

 

Raúl.- ya era hora de que aparecieseis

Laura.- hemos estado toda la tarde de tele y manta.

Raúl.- ¿y tú cómo estás?

Jaime.- bien, ¿me das unas gomis?

Ernesto.- oye, a ver si tenemos un poco de respeto

Raúl.- me parece que hoy de eso no hay

- Jaime se le queda mirando extrañado-

Raúl.- ¡Patri! Mira quien ha venido a vernos

-         Patricia sale de la cocina y se dirige a Jaime abrazándolo y besuqueándolo-

Jaime.- mira que sois pesadas

Patricia.- ¿pesada yo? A que te rechupeteo los carrillos

Jaime.- aaah, que asco

Patricia.- sentaros en esa mesa que hoy os tengo una sorpresa

Raúl.- ¿para beber?

Ernesto.- yo una cerveza

Jaime.- una coca

Laura.-  un vinito de los míos

Raúl.- ahora mismo os lo llevo yo

-Patricia sale de nuevo con un plato en las manos-

Patricia.- esto lo he hecho especialmente para ti

Jaime.- ¿y qué es?

Patricia.- pues un filetito fino de lomo con una loncha de queso y envuelto en besamel; verás que rico

Ernesto.- ¿y para nosotros?

Patricia.- que pasa que no hay suficientes tapas en la barra donde escoger

Ernesto.- bueno, bueno, que tampoco es para ponerse así

Jaime.- yo te doy un poco mamá que es mucho

Patricia.- oye malandrín, esto es para ti y te lo tienes que comer todo o vamos a hablar muy seriamente tú y yo

Laura.- jolín, como está hoy la Patri

Ernesto.- tráenos unas tapas de lo que quieras Raúl,  que lo mismo no está conforme con lo que elijamos

 

 La gente marcha y ya solos en el bar los cinco se sientan a la mesa a charlar, tomar otra consumición y hacer más ameno el rato.      Más tarde, junto a Patricia se van para casa, mientras Raúl se queda recogiendo y preparando para la mañana siguiente.        Cada día igual y como cada noche, su paseo solitario a ese hogar que solo visita para dormir.

 

          Cuando llegan a casa, ya van cenados con las tapas del bar;  Jaime se va directo a su habitación, mañana es día de escuela.      Laura se pone el camisón, se tumba en la cama y sin dar tiempo a nada queda dormida (muchas horas sin descansar y agotada de la noche anterior).    

   Ernesto, cansado se sienta junto a la mesa de la cocina, nada tiene que hacer y solo le apetece estar un rato solo, sin pensar en nada.

              Sobre la mesa ese sobre con los papeles que les dieron en el hospital.   Habrá que mirar que hay dentro.

        El informe está escrito para gente con buena vista y entendedora de letra garabateada.       Las recetas, vaya cabeza, ni han pasado por la farmacia, pero mañana será otro día.

    Un papel casi en blanco  ¿y esto que será?     Ni lo había visto cuando se los dieron.  No es que tenga demasiadas ganas pero hay poca letra y escrita a máquina.

 

Es la cita para el miércoles de la semana que viene por la mañana.  Sigue leyendo más que nada por saber cómo se llama el doctor que los atenderá y comparar su nombre con el de urgencias a ver si es el mismo.

      No, no es el mismo;      el alma se le derrumba al llegar al final de la cuartilla.

      ¿Cómo callar durante una semana?   ¿Cómo no decir nada a Laura? La base de su matrimonio siempre ha sido la confianza. ¿Cómo decírselo? ¿Cómo afrontar algo que no entiende?    ¿Por qué, por qué les ha tocado a ellos?

¿En dónde está Dios para que oiga sus súplicas?  ¿Dónde está ahora el diablo para ofrecerle un trato?   

   No está ninguno, sólo él, inmerso en su silencio, se le ha quitado el sueño, el cansancio, la fe y hasta las ganas de vivir.

 


No hay comentarios:

Publicar un comentario