Mujer perfecta, sentada junto a una mesa
redonda esperando saborear una taza de café.
Mi mirada en tus zapatos de tacón
se dispone a escalar por tus piernas hasta llegar a tu falda, esa que gime
abrazada a tus muslos y tras contonear las caderas da paso a una blusa
perfectamente abotonada hasta el pecho.
Tus brazos semiflexionados me llevan hasta tus delicadas manos, envidia
de la mejor caricia.
En la izquierda un libro abierto a cuyas letras no me alcanza la vista; en la derecha, una cucharilla que intenta dar
vueltas al interior de una taza.
Cabellos cobrizos que reflejan la luz de un
farolillo encendido. Tus labios susurran
sin decir nada y tu bella mirada nunca me prestó atención.
Sin embargo desde hace tiempo, sí, hacemos una pareja perfecta; por eso
nos pusieron juntos.
Pasan las horas y los días esperando a que
Llegue el momento en que vuelvas hacia mí la mirada para regalarme una simple
sonrisa y entonces la magia rompa este hechizo en que nos sumió el creador.
Qué culpa tenemos ambos.
Tu
plasmada por pinceles y oleos en un lienzo sin prestarme atención, suspendida
en la blanca pared y ensimismada en la lectura.
Yo esculpido en granito observándote pensativo, sin poderme mover de la peana de piedra.
Carlos Torrijos
C.a.r.l. (España)
Una historia que mueve la imaginación y con un final sorprendente, excelente consigues enganchar con ella.
ResponderEliminarImpresionante, me gusta.
ResponderEliminarMe gusta mucho. El amor entre un retrato y una escultura. Original y bien escrito. Un abrazo maese.
ResponderEliminarImpresionante, me encantó, facinante lo que escribes poéta!! Felicitaciones!.❤🌟
ResponderEliminar