Translate

lunes, 21 de octubre de 2024

El Resurgir - Cap.- 02

 

       "Ver con los ojos cerrados" 02


          La gente fue terminando de comer y poco a poco se desalojó el comedor.   Rápidamente, se pusieron a recoger para sentarse ellos a la mesa y que Manuel les contase porqué había llegado tan tarde.

      Le dejaron un sitio en el centro de la mesa, para así poderlo escuchar todos claramente sin necesidad de que alzase demasiado la voz.

Roberto.- Que sepáis que es él, quien quiere decirnos lo que ha pasado, si no quiere hacerlo está en su derecho.

Manuel.- yo creo que os debo una explicación; lo primero deciros que esta mañana he estado en mi trabajo.  La verdad es que allí he dicho un par de mentirijillas para no desvelar donde estuve ayer, por ahora no quiero que nadie sepa que estuve aquí

Nerea.- pues no sé, por qué no

Roberto.- sus razones tendrá
Carolina.- ¿y esas mentirijillas?

   La primera que ayer me encontraba mal y por eso no fui a trabajar.

      La segunda, es que hoy tenía que salir antes de la hora para ir al médico, y bueno, me he venido aquí a ayudar en lo que he podido.

Antonio.- pero no hay que decir mentiras

Gervasio.- al final, siempre te pillan y es peor

Tomás.- mi padre también trabaja y cuando tengo que ir al médico viene mi madre conmigo

Roberto.- no interrumpáis, que está hablando Manuel

Manuel.- Bueno, el caso es que por cuestiones diversas, llevaba mucho tiempo sin ganas de nada, mirando alrededor y no viendo nada que mereciera la pena

Julia.- Que raros sois, tenéis que aprender a ver con los ojos cerrados y daros cuenta de toda la belleza que hay en vuestro entorno

Antonio.- pero si tú no ves
Julia.- ¡tú sí que no ves!  Que no te enteras

          Antonio bajo la mirada y no contestó

Roberto.- oye Julia, eso que le has hecho está muy mal; así que luego cuando terminemos le explicas lo que quiere decir:   Ver, con los ojos cerrados

Julia.- perdona, no quería decirte eso

Manuel.- pues resulta que ayer encontré esa felicidad que estaba buscando, aquí, junto a vosotros, ayudando o estorbando, no lo sé

Nerea.- o sea, que tienes depresión, no hay por qué avergonzarse de decirlo

Manuel.- pues sí, y llevo un año y pico con el psicólogo que no hace más que contarme milongas y otro tanto con un psiquiatra que me atiborra de pastillas, y en mi casa todo son ordenes y consejos que no sirven para nada

Gervasio.- mi madre también tenía depresión y la curó yendo por la tarde a la piscina a nadar conmigo.       Dos tardes a la semana, nos lleva mi padre en el coche, allí ha hecho muchas nuevas amigas, y nadamos juntos, y luego al salir, volvemos dando un paseo hasta casa, y se la ve muy feliz.

Roberto.- al final la vida tampoco es tan complicada como la queremos ver.

Paco.- tiene razón Julia, si aprendiésemos a ver con los ojos cerrados…

Manuel.- mi familia no sabe nada, aunque no creo ni que les importe, pero aquí por primera vez he recuperado las ganas de vivir.

Carolina.- no digas eso, yo también pensé en un momento que mi madre se compadecía de mí, y por eso me prohibía hacer cosas, incluso pensé que le daba vergüenza ir empujando mi silla por la calle.  Hay que ver, lo tontos que algunas veces podemos llegar a ser

Roberto.- visto lo visto, y antes de que sigas diciendo tonterías y además como encargado de este comedor, por lo pronto, te prohíbo aparecer por aquí los días de diario.   Si tú quieres puedes acercarte los sábados y domingos que no tienes que trabajar.

Paco.- tu familia necesita tu sueldo y si sigues mintiendo en el trabajo, al final te terminarán despidiendo. O acaso quieres verte dentro de poco, como esta gente que no tiene más remedio que dejarse ayudar.

Manuel.- ¿entonces también estáis aquí los sábados y domingos?

Nerea.- hay personas que necesitan comer todos los días, aunque solo sea lo que aquí podamos darles, que no es mucho, pero está caliente

Manuel.- tenéis razón, pero os prometo venir todos los fines de semana

Paco.- ánimo valiente, que aquí estamos para ayudar y reírnos juntos un rato

Manuel.- me tenéis que perdonar, siempre os había visto como a personas que necesitan ayuda y resulta que ahora sois vosotros los que ayudáis

Tomás.- no te preocupes, eso no nos importa

Roberto.- vamos a recoger y a dejar todo limpio para mañana.    Y tú, ya estás marchando para casa que estará la mujer preocupada

Manuel.- no creo, a estas horas ya estará tomando el café con las amigas

Paco.- perdona, pero…  Qué payaso eres.

 

      Hizo caso y se fue caminando a casa.  Acera adelante daba pasos cortos con los ojos cerrados; era una sensación muy extraña, por un momento comenzó a apreciar una serie de sonidos a los que nunca había prestado atención, pero el miedo a chocarse con algo o tropezarse, le impulsaba a abrirlos de nuevo.

        Cuando parecía que ya no podía aguantar más, un poco antes de abrirlos, de pronto se chocó con un señor que venía de frente.

Señor.- a ver si miramos por donde vamos

Manuel.- perdone, pero iba con los ojos cerrados

Señor.- pues hay que llevarlos abiertos

Manuel.- eso si que tiene gracia, ja, ja, ja,

Señor.- pero será imbécil

        Manuel siguió caminando como si tal cosa.  Con qué pequeña tontería uno se puede reír de sí mismo, sin hacer daño a nadie.

      Cuando llegó a casa entró riéndose y voceando:  

¡Ah del castillo! Que salgan los fantasmas por la puerta y que jamás vuelvan a entrar

      En ese momento alzó la mirada; al fondo del pasillo estaba su mujer, de pie, y bastante enfadada, por los rasgos de su rostro.

Verónica.- muy contento vienes ¿no habrás bebido?

Manuel.- pues no, pero me he chocado con un hombre en la acera y me ha llamado imbécil

Verónica.- pues yo no le veo la gracia

Manuel.- es que hay que aprender a ver con los ojos cerrados

Verónica.- ¡vete a la mierda!  Yo aquí preocupada y tú, a saber dónde andabas.   Siempre en tu mundo.  Pon de una vez los pies en el suelo y afronta la realidad, que vamos, me parece a mí que tampoco estamos tan mal, como para andar deprimiéndose.  Eres más raro.

Manuel.- no lo entiendes

Verónica.- no, no lo entiendo, solo sé que ya, ni hablas con nosotros

Manuel.- pues eso va a cambiar ya, pero no me digáis que solo hablo tonterías, porque son mis tonterías y son tan respetables como las vuestras

Verónica.- has dicho tantas veces que esto iba a cambiar

         Verónica tenía la chaqueta doblada en su antebrazo

Manuel.- ¿tienes prisa por irte?
Verónica.- pues no, ya llamé a Pilar para decirle que hoy no salía

Manuel.- como has cogido la chaqueta

Verónica.-  será la costumbre, pero hoy no pensaba salir

Manuel.- me parece estupendo.  Nos hacemos un café y charlamos en la cocina

        Verónica puso cara de sorprendida y entró sin decir nada.

      Ella se sentó a la mesa y puso la pequeña televisión. Mientras él, se disponía a hacer unos cafés con crema de esos que vienen en capsulas.

Manuel.- por favor, apaga ese trasto que la gente de fuera sobra

        Hechos los cafés y puestas las tazas en la mesa la cogió por los hombros y le dio un beso antes de sentarse frente a ella.

Verónica.- ¿Cuánto hacía que no me dabas un beso?

Manuel.- no lo sé, pero ahora te voy a contar que hice ayer por la mañana y hoy al medio día.

Verónica.- no me asustes

Manuel.- ¿tú me ves mal como para asustarte?

Verónica.- no, te veo raro

Manuel.- pues mira, he conocido a unas personas maravillosas, especiales, que me han hecho ver la vida de otra manera.   Ellas me han dado esa pastilla que estaba buscando para estar mejor

Verónica.- ¿no te estarás drogando?

Manuel.- no, ya no; he estado drogándome estos meses por la mañana y por la noche, y para qué, para nada, a partir de ahora se acabaron los medicamentos

Verónica.- entonces ¿qué pastilla te han dado?

Manuel.- me han enseñado a que se puede ver con los ojos cerrados

Verónica.- estás muy raro; de todas formas las pastillas no las puedes dejar de golpe;   si las quieres dejar y tú te encuentras mejor me parece bien, pero poco a poco, no vaya a ser peor el remedio que la enfermedad

Manuel.- atiende, que te cuento;   allí en la cocina…

Verónica.- qué cocina

Manuel.-  espera, tranquila.  Allí están: Tomás;  un chaval con síndrome de donw que lo suyo es el fregadero.   Paco; que anda con muletas, y sentado sobre una caja de fruta, es un fiera pelando patatas y lo que le pongan.

    Gervasio;   ese es un larguirucho autista que está encargado del almacén y tiene siempre todo colocado para que nada se pase de fecha o se pueda  echar a perder.   Nerea y Carolina; ellas dos con sus sillas de ruedas hacen de aquello un circuito de “fórmula 1”  llevando cajas y sacos sobre sus piernas del almacén a la cocina y sacando cosas al comedor.     Julia; aunque es ciega tiene destreza con el cuchillo partiendo todo tipo de verduras y además toca súper bien el piano.     Antonio tiene parálisis cerebral, pero se maneja bien, siempre al lado de Julia y además toca la flauta junto a ella amenizando las comidas.    Y luego está Roberto, que es el cocinero y encargado de poner orden;  a este le falta un brazo, bueno, no le falta, es que el brazo izquierdo lo tiene muy pequeñito, así, como si solo fuera hasta el codo y una mini mano con un par de dedos.

Verónica.- ¿es un sitio donde van personas discapacitadas?

Manuel.- ¡alto ahí! Es el comedor social, que está gestionado y manejado por gente especial, pero no por sus consecuencias físicas, no, estos son especiales de verdad.

Verónica.- ¿entonces allí quién va a comer?

Manuel.- si yo te contara, muchos que no tienen otro remedio que aceptar su ayuda

Verónica.- y tú ¿Qué pintas en toda esta historia?
Manuel.- pues que he decidido dejar de pedir esa ayuda que nunca se me da por parte de nadie y ponerme a ayudar yo

 

     -- En ese momento entraba Samuel por la puerta—

Verónica.- hijo, ven y siéntate un rato con nosotros

Samuel.- no puedo, cojo la cazadora y me voy que he quedado

           Igual que entró en casa salió, sin ni siquiera asomarse a ver quién estaba en la cocina.   La madre se quedó callada sin saber que decir.

Manuel.- no te preocupes, así es todas las tardes

                       --Al momento llegó Lourdes—

Verónica.- Hija, estamos en la cocina

Lourdes.- ¿has hablado con papá?

Verónica.- sí, está aquí conmigo, ven que estamos hablando

     --Como cada tarde entró en la cocina y se hizo un sándwich rápido-- 

Lourdes.- Luego nos vemos en la cena

  Tanta prisa tenía, que se lo fue comiendo pasillo adelante, según se volvía a ir.

Manuel.- ves, así son mis tardes, mirando a unos señores que no hacen más que decir sandeces en la tele.

Verónica.- por eso te decimos que busques alguna cosa que te entretenga y te haga sentir bien

Manuel.- pues eso, si es lo que te estoy diciendo, que ya lo he encontrado

Verónica.- pero… ¿Y el trabajo?

Manuel.- no te preocupes, por ahora solo voy los fines de semana; Roberto me ha prohibido pisar por allí de lunes a viernes, pero ya sabes que el sábado y el domingo, no como aquí.

Verónica.- pues es que, no sé qué decir, yo te veo contento, y bueno, ya les diré yo a las amigas que un par de días por semana no hay café y partida al parchís

Manuel.- no hace falta, tú no rompas tu rutina.

Verónica.- sí, sí hace falta, tenemos que pasar más tiempo juntos

Manuel.- ahora nos vamos a poner elegantes y hoy vamos a ir a dar un paseo, luego cenar los dos solos en algún restaurante para celebrarlo, y después ya veremos
Verónica.- ¿y los niños?

Manuel.- si quieren cenar que se hagan la cena; y si no les apetece, pues que se acuesten sin cenar, que ya van siendo grandecitos.

Verónica.- estás loco

Manuel.- sí Verónica sí, y bendita “LoKura”.      
Verónica.-  Pues vamos.

 


 

4 comentarios:

  1. Pues muy buena medida. No quiero hacer spoiler, pero me parece muy bien su decisión. Bien escrito y buena cosa. 🌹🌹

    ResponderEliminar
  2. Disfrutando capítulo a capítulo.Gracias 😘

    ResponderEliminar
  3. Aprender a ver con los ojos cerrados, tarea difícil has puesto

    ResponderEliminar
  4. Cuánta gente está ciega por fuera y por dentro teniendo ojos como soles. Voy a por el siguiente

    ResponderEliminar