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domingo, 27 de octubre de 2024

El Resurgir - Cap.- 04

 

"Ver con los ojos cerrados" 04

 

 

    Llegó el fin de semana;

           El sábado y domingo, su mujer no tenía café ni parchís; normalmente se quedaban en casa, pero esta vez fue de ella, de quien partió la iniciativa de salir por la tarde y que les diese el aire; a no hacer nada en especial, tal vez a hablar de cualquier cosa paseando del brazo por las callejuelas del casco viejo, entre los antiguos muros de piedra, donde permanecían grabados algunos recuerdos de juventud.

   Esas dos mañanas riendo en aquel comedor, y por las tardes el paseo hasta la puesta de sol, fueron como un bálsamo de aire fresco, que le haría comenzar la siguiente semana con  ímpetu, deseando que llegase el siguiente “finde”, pero sin quererse perder cada día de la semana, disfrutándolo como si fuera único.

      

         El miércoles, cuando llegó a casa ya habían comido, (pues los chicos tenían cosas que hacer a primera hora de la tarde).    Su plato solitario estaba sobre la mesa y  él tampoco es que él tuviera demasiada hambre.

   Verónica estaba allí, callada, de pie, preciosa, como aquellas princesas de los cuentos esperando a su príncipe azul.

Manuel.- cariño estás resplandeciente con ese vestido, mira a ver dónde vas, no me tenga que poner celoso

Verónica.- ¡vamos come!

Manuel.- no tengo apenas hambre, pero te comería a ti (sonriendo)

Verónica.- pues si no tienes hambre, arréglate y  vámonos, ya picaremos algo por ahí

Manuel.- yo a la partida no voy

Verónica.- ni yo.   Tú te crees que me voy a poner así de guapa para jugar al parchís

       Se quito el traje de ir a trabajar y se puso uno acorde al inigualable vestido de su mujer.   A los dos, se les hacía raro salir un día de diario sin saber donde los llevarían sus pasos. Un mundo nuevo se desplegaba a su alrededor; estaba nublado y parecía aproximarse lluvia, por lo que en ese momento decidieron meterse al cine a ver una película.   Cuantos años que no lo hacían.

   Al salir, “la película había sido un plomo” pasaron por la puerta del comedor.

Manuel.- ¿te acuerdas de este edificio?

Verónica.- claro, aquí estudiamos primaria

Manuel.- aquellos curas, vaya capones que daban

Verónica.- y sor Carmen, que nos hacía cantar con flores a María, todas las mañanas cada mes de mayo

Manuel.- pero de todas formas, que buenos recuerdos

Verónica.- yo no sé para que lo cerraron, al final para dejar perder un edificio tan bonito

Manuel.- pues aquí está el comedor del que te he hablado

Verónica.- ¿podemos entrar?

Manuel.- no, solo están por la mañana y utilizan la parte de abajo, donde han habilitado las aulas de infantil como cocina y almacén, y han unido las que eran de los primeros cursos, para hacer un gran comedor

Verónica.- esperemos que no se les caiga encima, no tiene muy buena pinta, al menos por fuera

Manuel.- ¿quieres que te enseñe una cosa?

Verónica.- ¿qué?

Manuel.- tú quieres o no

Verónica.- a ver qué estás inventando

Manuel.- te voy a enseñar a ver con los ojos cerrados

Verónica.- déjate de tonterías

Manuel.- de verdad, tú cierra los ojos, presta atención a los pasos que das, y a oír esos sonidos que están escondidos por el ruido de los coches

      --Verónica cerró los ojos e intentó agudizar el oído—

Manuel.- ahora sin abrir los ojos empieza a caminar y visualiza la calle

Verónica.- a ver si la vamos a liar

       ---comenzó a andar en línea recta—

Manuel.- tienes cerca un obstáculo, cuando creas que vas a llegar, ¡PARA!

     --Pero verónica no paró y se dio de bruces contra la farola—

Verónica.- coño, no te rías que me he hecho daño

Manuel.- anda, que no ha sido nada

Verónica.- que gracioso

Manuel.- está visto que te queda mucho que practicar

Verónica.- no te fastidias, practica tú si quieres

Manuel.- pero a que has oído cosas distintas

Verónica.- eso sí, sonidos distintos que no percibimos normalmente

Manuel.- yo los empecé a descubrí gracias a Julia, para ella son normales

Verónica.- y por qué no hacemos una cosa.   Nos sentamos en ese banco y estamos en silencio y con los ojos cerrados un rato

Manuel.- sí, mejor sentados, porque andando lo mismo atropellamos a alguien

   Los minutos pasaban rápidamente en el reloj. Cuando abrieron los ojos ya era totalmente de noche;    sus ganas de permanecer allí un poco más de tiempo, hacían contraposición, con la obligación de ir a casa y cenar con sus hijos.

Verónica.- que fastidio, con lo a gusto que estaba yo ahora

Manuel.- bueno, pero nada nos impide repetirlo más veces

Verónica.- habrá que ir a hacerles la cena a estos mocosos

Manuel.- ten hijos para esto

Verónica.- algo de culpa, también tuviste tú

Manuel.- bueno, pero yo menos

Verónica.- anda tira, que solo por eso, hoy te toca hacer la cena a ti

        Ya en casa, Manuel estaba dispuesto a hacer la cena, pero Verónica creyó que mejor la hacía ella por varios motivos:   El primero que así, se aseguraban el cenar algo decente, y el segundo y más importante, que Manuel, para hacer un triste huevo frito, manchaba tres platos y a saber cómo quedaría de aceite la placa y la encimera.

       Llegaron los “críos”.  Cuando ya estaba la mesa puesta y ellos dos (Manuel y Verónica) sentados, como cosa rara, esa noche los chicos nada más sentarse pusieron el móvil sobre la mesa boca abajo.   Durante la cena, las miradas de ellos (las de Manuel y Verónica) se cruzaban a mitad de camino con una Grata complicidad ilusionante.    Las de sus hijos se desplazaban de un rostro a otro sin entender aquel juego oculto de gestos y miradas embelesadas.

Lourdes.- ya está bien, qué pasa hoy

Samuel.- eso digo yo, parecéis tontos

Ellos ni contestaron;    para qué, ellos tampoco sabían ver con los ojos cerrados, y además no tenían pinta de querer aprender

Lourdes.- pues nada, cuando queráis os despertáis

Samuel.- estos nos están vacilando

       Pero estaban viendo frente a sus narices, algo tan intenso que no se podían perder ni una de sus muecas, durante todo ese largo tiempo las notificaciones de WhatsApp perdieron todo el interés.

Verónica.- vamos a recoger y a dormir, que mañana es día de escuela

Manuel.- pero si no habéis cenado casi nada

Lourdes.- menos mal, han despertado

Samuel.- pero que os pasa hoy

Manuel.- ¿y a vosotros?

Samuel.- nada, porqué

Manuel.- porque no los he contado, pero tienes un montón de mensajes en el móvil

Lourdes.- ahora en serio ¿Os pasa algo? ¿Estáis bien?

Verónica.- pues sí, la verdad es que yo, estoy muy bien

Samuel.- me voy a mi habitación, que se ve que no están dispuestos a soltar prenda

Manuel.- pues mira, me parece que vas a tener razón

Lourdes.- míralo, y encima se ríe; es que pareces tonto

Manuel.- si te parece me echo a llorar

Lourdes.- vale, no contéis nada, pero estáis muy extraños

Verónica.- hala, hasta mañana

Lourdes.- que sí, que sí, que ya me voy, que parece que os estorbo
Manuel.- que no, que no estorbas

Lourdes.- da igual, mejor me voy

Verónica.- ¿Y te vas sin darle un beso de buenas noche a tu padre?

Lourdes.-  hoy estáis un poco guasones

Manuel.- pobre papá, que su niña no le quiere dar un beso

Lourdes.- que pesado

Manuel.- y a mamá otro

Lourdes.- que sí, otro para mamá, y ahora voy a la habitación de Samuel y le doy otro

Verónica.- cuidado con ese que muerde

     --Los dos saltaron de carcajada ante la asombrada mirada de Lourdes--

Lourdes.- vale, ya está, hasta mañana.

 

   Se quedaron solos en la cocina recogiendo, y una vez recogido, se prepararon un café para seguir allí sin hablar un largo rato antes de irse a la habitación a “hacer los deberes”.      Había que repasar lo aprendido en su adolescencia, no se les fuese a olvidar.

 


3 comentarios:

  1. Lo bien que hace el silencio en la buena intercomunicación, y la historia de la escuela de religiosas transformada en comedor, nos deja el Recuerdo del pasado y un nuevo presente.

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  2. Me he emocionado y sonreído con este episodio, recuerdos del colegio y besos antes de dormir. Muy bueno

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  3. Parecen palomas que, sacudiéndose el polvo de las alas, las telarañas tejidas por tanto tiempo, las estiran y comienzan a probar, muy poquito a poco, las fuerzas para levantar quizá un último vuelo. Bonito relato.

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