"ver con los ojos cerrados" 03
Aquella tarde-noche fue especial; pasearon por calles que hacía tiempo no recorrían, cenaron en un sitio nuevo en el que incluso la pequeña mesa estaba iluminada por un candelabro, después pasaron un poco de frío en aquel parque solitario, sentados en un banco recordando su tiempos de novios, y por qué no decirlo; ya en su casa, en su habitación, en su cama acostados hicieron aquello que ya tenían casi olvidado.
Al día siguiente, él se fue a trabajar como de costumbre y
luego, más tarde se levantó el resto de la familia.
Samuel.- ¿Dónde fuisteis anoche?
Verónica.- a cenar por ahí
Samuel.- podíais haber avisado
Lourdes.- o sea, que todo está bien
Verónica.- bueno, eso parece
Samuel.- me voy a hacer unas cosas antes de ir a clase
Lourdes.- hasta luego, yo también me voy
Verónica.- ¡alto ahí los dos! Antes de marchar, quiero ver la cocina tal
y como la encontrasteis cuando llegasteis anoche
Lourdes.- que no me da tiempo
Verónica.- tú Samuel, mejor que no digas nada, si no os da
tiempo, haberse levantado antes.
Los dos, maldiciendo entre dientes se
pusieron a recoger, aunque lo de fregar se lo dejaron a su madre. Verónica los miraba riéndose mientras pensaba:
.- aquí, van a tener que cambiar algunas
cosas.
Manuel entró en la oficina sonriente,
exultante; miró a esos compañeros y decidió ni saludarlos, para qué. Cerró los ojos y fue hasta su mesa chocándose
con todo aquello que se le cruzaba por medio. El resto de los que allí estaban no
entendía nada, pero él, en su caminar, pudo escuchar la mirada de cada uno de
ellos percibiendo la distinta respiración de aquellos que se reían de él y esos
otros, los que simplemente con él, se reían.
Como siempre, salió a tomar un café a media
mañana y aprovechó esa media hora para acercarse hasta el comedor.
Manuel.- buenos días, mis queridos amigos
Roberto.- ¿yo que te dije ayer?
Manuel.- para, para, que estoy en el rato del café
-- Lo quitó de lo que estaba haciendo y se
lo llevó a la calle--.
Antonio.- Qué pasa Manuel
Manuel.- nada; ahora vas a cerrar los ojos y vas a caminar
acera adelante
Antonio.- no, que me choco
Manuel.- que no, que yo tengo cuidado; te pongo una mano
en el hombro y te guío
Antonio.- pero con cuidado
Manuel.- que sí, tú tranquilo
Cerró los ojos y se puso a caminar; Manuel con su mano en el hombro lo conducía
para que no se chocase con nadie ni tropezase.
Manuel.- ahora para, pero no abras los ojos
Antonio.- ¿por qué no los puedo abrir?
Manuel.- hazme caso, piensa, hemos caminado unos veinte
pasos ¿Qué tienes delante, a punto de darte con ella en las narices?
Antonio.- no sé
Manuel.- venga haz un esfuerzo y mira con los ojos
cerrados
--Antonio, apretando los ojos con fuerza,
pensó durante un momento—
Manuel.- vamos, que tú puedes
Antonio.- ya sé, hemos llegado a la farola
Manuel.- muy bien,
ahora sigue caminando
Claro, Antonio siguió caminando recto y
se dio contra ella. Entonces abrió los ojos y los dos se echaron a reír, mientras una pareja de cierta edad
que por allí pasaba en aquel momento, se detenía y recriminaba a Manuel con
desprecio.
“ella”.- será
sinvergüenza, burlarse así de esa criatura
“él”.- más vale se dedicase a cuidarlo en vez de reírse
de él, vaya padre
Manuel.- vamos de vuelta a las cocinas que ya hemos hecho
mucho el tonto por hoy
Volvieron riéndose; --
Antonio entró emocionado y fue directamente a abrazar a Julia—
Antonio.- ya sé ver con los ojos cerrados
Julia.- y qué tal
Antonio.- muy bien, pero me he chocado contra una farola
Manuel.- es que no giró a tiempo. Bueno me vuelvo al trabajo
Roberto.- muchas gracias y acuérdate que mañana ya es
sábado
Manuel.- no os preocupéis, que no se me olvida.
--Pasó por el bar y se subió un café con
leche en un vaso de plástico—
Cuando lo vio llegar el jefe, le pidió por
favor que pasase un momento a su despacho.
Manuel.- ¿quería a algo?
Jefe.- que tal va
la cosa ¿mejor?
Manuel.- sí bien, poco a poco
Jefe.- me ha extrañado que subieses con el café en un
vaso de plástico
Manuel.- no pasa nada, no me dio tiempo a tomármelo
Jefe.- bueno, lo importante es que estés bien
Manuel.- no se preocupe, estoy bien
Jefe.- sabes que si algo necesitas… Ya llevas aquí muchos años, o sea, que creo
que tienes confianza para hablar conmigo
Manuel.- por su puesto, me voy que acaba de llegar un
señor que… En fin, que no se entera muy
bien de los papeles que tiene que presentar.
El jefe lo acompañó hasta la puerta del
despacho y se quedó observándolo para ver cuál era ese trato especial al señor.
Vio como lo trataba y le facilitaba uno por
uno de los documentos, luego le ayudó a rellenarlos y al final, después meterle
todo lo que tenía que presentar ordenado en un sobre, se fue con él,
acompañándolo hasta puerta dándole ánimos.
.- Todo va a salir bien.
Era un trato distinto que nunca había
visto en ninguno de sus trabajadores, ni siquiera en él, hasta ese
momento. Así que lo volvió a llamar.
Manuel que no se había fijado en el detalle,
se dirigió de nuevo al despacho pensando:
.-
a ver qué tripa se le ha roto ahora.
Jefe.- esa nueva manera de atender a los clientes ¿a qué
se debe?
Manuel.- a que… Nos cuesta el mismo trabajo hacerlo bien
que mal, y al final, ellos son los que pagan nuestros sueldos
Jefe.- pero para eso está el departamento de asesoría
Manuel.- no me haga reír
Jefe.- me estás diciendo que ese departamento no
funciona
Manuel.- ¿yo he dicho eso? Porque creo que yo no he
abierto la boca
Jefe.- o sea, que no
Manuel.- yo solo sé, que el chaval de atención al cliente
siempre tiene gente
Jefe.- vuelva a su trabajo y no le importe seguir
ayudando a quien lo crea conveniente, por mi parte no hay problema.
Manuel allí sentado, mirando expedientes a
los que había que ir dando paso en el ordenador, intentaba dar prioridad a
aquellos que veía de difícil solución y a los que el tiempo de resolución se
les alargaría demasiado.
Ojalá muchos trabajadores de cara al público tuviesen la transformación de Manuel. Qué bien iría el mundo con más empatía. Me gusta tu relato, maese. Esperando la siguiente entrega. 🌹🌹
ResponderEliminarIsabel
ResponderEliminarLo que hace ser feliz, ¡qué bonito!
EliminarLo que hace ser feliz, ¡qué bonito!. Dupliqué el comentario, je.
EliminarLo que hace ser feliz, ¡qué bien!
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