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jueves, 24 de octubre de 2024

El Resurgir - Cap.- 03

 

"ver con los ojos cerrados" 03 

    Aquella tarde-noche fue especial; pasearon por calles que hacía tiempo no recorrían, cenaron en un sitio nuevo en el que incluso la pequeña mesa estaba iluminada por un candelabro, después pasaron un poco de frío en aquel parque solitario, sentados en un banco recordando su tiempos de novios, y por qué no decirlo;   ya en su casa, en su habitación, en su cama acostados hicieron aquello que ya tenían casi olvidado.

   Al día siguiente,  él se fue a trabajar como de costumbre y luego, más tarde se levantó el resto de la familia.

Samuel.- ¿Dónde fuisteis anoche?

Verónica.- a cenar por ahí

Samuel.- podíais haber avisado

Lourdes.- o sea, que todo está bien

Verónica.- bueno, eso parece

Samuel.- me voy a hacer unas cosas antes de ir a clase

Lourdes.- hasta luego, yo también me voy

Verónica.- ¡alto ahí los dos!    Antes de marchar, quiero ver la cocina tal y como la encontrasteis cuando llegasteis anoche

Lourdes.- que no me da tiempo

Verónica.- tú Samuel, mejor que no digas nada, si no os da tiempo, haberse levantado antes.

   Los dos, maldiciendo entre dientes se pusieron a recoger, aunque lo de fregar se lo dejaron a su madre.  Verónica los miraba riéndose mientras pensaba:

      .- aquí, van a tener que cambiar algunas cosas.

        Manuel entró en la oficina sonriente, exultante; miró a esos compañeros y decidió ni saludarlos, para qué.  Cerró los ojos y fue hasta su mesa chocándose con todo aquello que se le cruzaba por medio.     El resto de los que allí estaban no entendía nada, pero él, en su caminar, pudo escuchar la mirada de cada uno de ellos percibiendo la distinta respiración de aquellos que se reían de él y esos otros, los que simplemente con él, se reían.

    Como siempre, salió a tomar un café a media mañana y aprovechó esa media hora para acercarse hasta el comedor.

Manuel.- buenos días, mis queridos amigos

Roberto.- ¿yo que te dije ayer?

Manuel.- para, para, que estoy en el rato del café

Cristina.- que tal en casa ¿hubo bronca?
Manuel.- todo lo contrario, pero ya os contaré; ahora vengo a hacer una cosa con Antonio

    -- Lo quitó de lo que estaba haciendo y se lo llevó a la calle--.

Antonio.- Qué pasa Manuel

Manuel.- nada; ahora vas a cerrar los ojos y vas a caminar acera adelante

Antonio.- no, que me choco

Manuel.- que no, que yo tengo cuidado; te pongo una mano en el hombro y te guío

Antonio.- pero con cuidado

Manuel.- que sí, tú tranquilo

     Cerró los ojos y se puso a caminar;  Manuel con su mano en el hombro lo conducía para que no se chocase con nadie ni tropezase.

Manuel.- ahora para, pero no abras los ojos

Antonio.- ¿por qué no los puedo abrir?

Manuel.- hazme caso, piensa, hemos caminado unos veinte pasos ¿Qué tienes delante, a punto de darte con ella en las narices?

Antonio.- no sé

Manuel.- venga haz un esfuerzo y mira con los ojos cerrados

     --Antonio, apretando los ojos con fuerza, pensó durante un momento—

Manuel.- vamos, que tú puedes

Antonio.- ya sé, hemos llegado a la farola

Manuel.-  muy bien, ahora sigue caminando

       Claro, Antonio siguió caminando recto y se dio contra ella.  Entonces abrió los ojos y los dos se echaron a reír, mientras una pareja de cierta edad que por allí pasaba en aquel momento, se detenía y recriminaba a Manuel con desprecio.

“ella”.-  será sinvergüenza, burlarse así de esa criatura

“él”.- más vale se dedicase a cuidarlo en vez de reírse de él, vaya padre

Manuel.- vamos de vuelta a las cocinas que ya hemos hecho mucho el tonto por hoy

    Volvieron riéndose;   -- Antonio entró emocionado y fue directamente a abrazar a Julia—

Antonio.- ya sé ver con los ojos cerrados

Julia.- y qué tal

Antonio.- muy bien, pero me he chocado contra una farola

Manuel.- es que no giró a tiempo.  Bueno me vuelvo al trabajo

Roberto.- muchas gracias y acuérdate que mañana ya es sábado

Manuel.- no os preocupéis, que no se me olvida.

    --Pasó por el bar y se subió un café con leche en un vaso de plástico—

   Cuando lo vio llegar el jefe, le pidió por favor que pasase un momento a su despacho.

Manuel.- ¿quería a algo?

Jefe.-  que tal va la cosa ¿mejor?

Manuel.- sí bien, poco a poco

Jefe.- me ha extrañado que subieses con el café en un vaso de plástico

Manuel.- no pasa nada, no me dio tiempo a tomármelo

Jefe.- bueno, lo importante es que estés bien

Manuel.- no se preocupe, estoy bien

Jefe.- sabes que si algo necesitas…  Ya llevas aquí muchos años, o sea, que creo que tienes confianza para hablar conmigo

Manuel.- por su puesto, me voy que acaba de llegar un señor que…   En fin, que no se entera muy bien de los papeles que tiene que presentar.

       El jefe lo acompañó hasta la puerta del despacho y se quedó observándolo para ver cuál era ese trato especial al señor.    Vio como lo trataba y le facilitaba uno por uno de los documentos, luego le ayudó a rellenarlos y al final, después meterle todo lo que tenía que presentar ordenado en un sobre, se fue con él, acompañándolo hasta puerta dándole ánimos.      .- Todo va a salir bien.

     Era un trato distinto que nunca había visto en ninguno de sus trabajadores, ni siquiera en él, hasta ese momento.    Así que lo volvió a llamar.

    Manuel que no se había fijado en el detalle, se dirigió de nuevo al despacho pensando:

       .- a ver qué tripa se le ha roto ahora.

Jefe.- esa nueva manera de atender a los clientes ¿a qué se debe?

Manuel.- a que… Nos cuesta el mismo trabajo hacerlo bien que mal, y al final, ellos son los que pagan nuestros sueldos

Jefe.- pero para eso está el departamento de asesoría

Manuel.- no me haga reír

Jefe.- me estás diciendo que ese departamento no funciona

Manuel.- ¿yo he dicho eso? Porque creo que yo no he abierto la boca

Jefe.- o sea, que no

Manuel.- yo solo sé, que el chaval de atención al cliente siempre tiene gente

Jefe.- me dices que tampoco funciona
Manuel.- de eso nada, ese chaval es una joya, si no fuera por él

Jefe.- vuelva a su trabajo y no le importe seguir ayudando a quien lo crea conveniente, por mi parte no hay problema.

 

    Manuel allí sentado, mirando expedientes a los que había que ir dando paso en el ordenador, intentaba dar prioridad a aquellos que veía de difícil solución y a los que el tiempo de resolución se les alargaría demasiado.

 



5 comentarios:

  1. Ojalá muchos trabajadores de cara al público tuviesen la transformación de Manuel. Qué bien iría el mundo con más empatía. Me gusta tu relato, maese. Esperando la siguiente entrega. 🌹🌹

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  2. Respuestas
    1. Lo que hace ser feliz, ¡qué bonito!

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    2. Lo que hace ser feliz, ¡qué bonito!. Dupliqué el comentario, je.

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  3. Lo que hace ser feliz, ¡qué bien!

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