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miércoles, 30 de octubre de 2024

El Resurgir - Cap.- 05

 

"Ver con los ojos cerrados" 05

 

         Fueron pasando las semanas; lo excepcional se había convertido en una agradable rutina.  Los chicos, seguían estando pendientes del móvil durante la comida y la cena.       Los miércoles y viernes por la tarde, salían a dar un largo paseo, interrumpido por alguna visita a un escondido bar casi sin clientes a esas horas, allí estaban muy tranquilos y ponían unas excelentes tapas y a un precio razonable;  los sábados y domingos por la mañana, nada más levantarse se iba al comedor y allí estaba hasta que todo quedaba recogido y luego por la tarde, variaban el recorrido, incluso el salir o no, dependiendo del tiempo que hiciera. El frío se había adueñado de la ciudad y el banco de ver con los ojos cerrados estaba normalmente mojado por la lluvia.

 

        Ese domingo, un rumor que circulaba entre sus amistades llegó a oídos de Lourdes, y claro, se montaría la gorda en casa a la hora de cenar.

      Ella entró y se fue directamente a la habitación; cuando llegó Samuel se sentó a la mesa como siempre, pero como es natural le extraño que allí no estuviese Lourdes.  Hacía rato que le había dicho que se venía para casa.

Samuel.- ¿y Lourdes?

Manuel.- está en su habitación

Verónica.- ve a llamarla, que vamos a cenar.

          --Abrió la puerta y Lourdes estaba llorando encima de la cama—

Samuel.- ¿qué te pasa?

Lourdes.- nada, déjame en paz

Samuel.- cuéntamelo que alguna solución habrá

Lourdes.- pasa y cierra la puerta

Samuel.- ¿tan grave es?

Lourdes.- estamos en la ruina

Samuel.- ¿tú eres tonta?

Lourdes.- sí, sí, en la ruina total.  Me invitó a su cumpleaños Virginia, la hija de Pilar; como es normal le he dicho que qué le apetecía de regalo de cumpleaños y ella me ha dicho que no me preocupase que si andamos tan mal de dinero, no pasaba nada, que ella lo entendía y no iba a decir nada.

Samuel.- pero eso a qué viene

Lourdes.- a nada, ya te enterarás

        --Samuel salió de la habitación y fue directo a la cocina a preguntar sin tapujos---

Samuel.- ¿se puede saber que pasa en casa?

Verónica.- qué pasa de qué

Samuel.- de que estamos arruinados
Manuel.- repite; no entiendo nada

Samuel.- ¡Lourdes! Ven díselo tú

Verónica.- oye, tranquilito, aquí tonterías las justas

 Lourdes llegó con todo el rostro hecho un cromo, por el maquillaje de los ojos

Manuel.- explícate y rapidito

Lourdes.- cuánto tiempo nos ibais a seguir engañando

Verónica.- siéntate y deja de decir tonterías

Lourdes.- la hija de Pilar dice que estamos arruinados y que como no tenemos dinero, que no hace falta que le regale nada para su cumple

Verónica.- y porque diga eso una mocosa ¿te tienes que poner así?

Lourdes.- ¿una mocosa? Lo saben todas mis amigas y también todas las de la partida;   por eso has dejado de ir un par de tardes, porque andamos mal

Verónica.- tú eres tonta, he dejado de ir porque tu padre y yo nos vamos a dar un paseo por ahí, y tan a gusto que estamos

Samuel.- pues todo arreglado, ves como no era para tanto

Lourdes.- ¡mentirosos!

Manuel.- me parece que esto ya se está pasando de castaño oscuro y no me quiero enfadar

Lourdes.- y por qué vas a comer al comedor social, te han visto y no solo una vez

Verónica.- porque…

      ---Manuel le interrumpió---

Manuel.- porque a ti no te importa.     Ya os enterareis poco a poco cuando yo lo crea conveniente y más vale que te fijases en como estoy yo, en vez de dar importancia a lo que digan cuatro mamarrachas,  que aparentan más de lo que son y  algunas no tienen donde caerse muertas; y te lo digo yo, que si quisiera hablar, veo las cuentas de mucha gente y nunca he soltado prenda

Lourdes.- pues cuando quieras me lo explicas, que solo piensas en ti y nosotros parece que te damos igual

Manuel.- vete a tú habitación, que prefiero no verte más por esta noche

Samuel.-  yo también me voy, mira  a ver si cambias de psiquiatra y te relajas un poquito, que parece mentira

Verónica.- no vuelvas a hablarle así a tu padre

     --Manuel apretó sus puños y se fue al salón a sentarse al sofá y comerse la impotencia—

Verónica.- porqué no se lo has dicho

Manuel.- no me da la gana, así no.      Deberían de alegrarse de verme mejor aunque estuviésemos en la ruina, como dicen las malas lenguas

Verónica.- y ellos que saben, tal vez deberías de dejar de ir unos meses

Manuel.- tú también;  a lo mejor serías tú la que tendrías que dejar de juntarte con esas “amiguitas” que te desuellan por detrás y te ponen buena cara mientras se ríen de la pena que les das.  ¿Quieres que te hable de las cuentas de alguna de ellas y de sus embargos?

Verónica.- a mí no me importan sus cuentas, pero a ti parece ser que no te importan tus hijos

Manuel.- ¿mis hijos? La culpa es mía por haberles consentido siempre todo

        Se puso de pie volviendo la cara y se fue a la cama a intentar no ver con los ojos cerrados, por miedo a volverse a encontrar de frente con la soledad.

              Esa noche la cocina quedó con la mesa puesta, los platos llenos y la luz encendida;   verónica decidió que estaba mejor en el sofá que acompañada en un colchón por la tozudez personificada en alguien que por un instante había dejado de conocer.

        La noche se hizo demasiado larga para todos, sin poder dormir, cada uno rumiaba sus pensamientos por caminos distintos que no llegaban a encontrarse en ningún lugar.

      A la mañana siguiente, se fueron levantando escalonadamente con el fin de no verse las caras entre sí. Ninguno desayunó, ni detuvo sus mudos pasos en el pasillo antes de salir por la puerta de la calle.

          Cuando ya se habían ido, Verónica se levantó, fue a la cocina a vaciar los platos de la cena en el cubo de la basura; se tomó un par de pastillas de las sobrantes en el pastillero transparente de Manuel, las que le hicieron quedarse adormilada toda la santa mañana, sentada en una silla con la cabeza apoyada en sus brazos sobre la mesa de la cocina, y  frente a ella, una taza de café con leche con el azúcar, sin ni siquiera disolver.




 

        

5 comentarios:

  1. Vaya, qué fatalidad. A esperar al 6. Genial

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  2. Ay los hijos, las apariencias y los metomentodos!

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  3. La cotidianidad siempre Trae una sorpresa para cambiar lo rutinario de la vida.

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  4. Ahora es cuando hay que empezar a ver con los ojos cerrados, cosa difícil en la juventud

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