Translate

jueves, 9 de enero de 2025

Tres estrellas - Cap.-01

 


 

    Tras dar unos cuantos pasos, Soledad fijó la mirada, sus ojos se quedaron clavados en un gran cartel de bienvenida.  Después lanzo la vista un poco más allá; un cartel verde donde estaba la palabra esperada: SALIDA con una flecha que indicaba la dirección de su nueva vida.

    Se aproximó a la puerta de un taxi que estaba allí parado y le indicó la dirección del piso a el conductor. Era demasiado tarde como para deambular por una ciudad que no conocía.    La verdad es que tampoco quedaba demasiado lejos, pero mejor así.

Soledad.- buenas noches, ¿hay alguien en casa?

Andrea.- tú debes de ser la nueva, yo me llamo Andrea

Soledad.- a mí todos me llaman Sole

Andrea.-  Chus, mira, que ya llegó Sole

Chus.- pues muy bien llegas a punto para cenar, hemos hecho de más porque nos dijeron que llegarías hoy

Soledad.- cual es mi habitación, tengo unas ganas de quitarme los zapatos, ponerme el pijama y estar cómoda

Chus.- acompáñala tú que yo termino de poner la mesa

       A las preguntas de las nuevas compañeras de piso,  Soledad iba dando respuestas coherentes con su pasado para recordar lo preciso, pero cambiando la ubicación de los sitios de donde venía y ciertas cosas vividas en años atrás.  Le resultaba divertido el ser alguien incluso desconocida para ella misma y lo mismo haría en cualquier lugar donde la llevasen sus pasos.

Andrea.- yo me voy a la cama que mañana tengo que madrugar

Chus.- no te preocupes, ya recogemos nosotras

Soledad.- ¿hay alguna norma establecida que deba conocer?

Chus.- normas como tal no tenemos, pero para evitar discusiones y no andar siempre dividiendo los espacios (por ejemplo en el frigorífico) ponemos un dinero a la semana para hacer una compra conjunta y todo es de todas.  Normalmente cenamos juntas

Soledad.- ¿y a la hora de comer?

Chus.- yo como en el trabajo y Andrea trabaja lejos, por lo que no le merece la pena venir hasta aquí, pero tú si quieres venir, no nos vamos a arruinar por eso

Soledad.- ¿y en tema de chicos?

Chus.- el novio de Andrea cuando viene alguna noche a dormir no da guerra ninguna; llega tarde y se va pronto

Soledad.- ¿y el tuyo?

Chus.- los hombres no me atraen y las mujeres, me dan mucho miedo

Soledad.- miedo por qué

Chus.- me conozco lo suficiente y si doy con una como yo, a me mata o la mato

Soledad.- pues sí que te tienes en gran estima

Chus.- y tú ¿Cómo andas de amores?

Soledad.- acabo de llegar y vengo sin mochila; la verdad es que nunca me han gustado los compromisos

Chus.- haces bien

Soledad.- me voy a descansar, que vengo cansada de estar sentada en un asiento.

Chus. Hasta mañana, que descanses

       Cuando se levantó se fue caminando hasta el bar donde la esperaban para no sabía muy bien que día, incorporarse a su puesto de trabajo.    No quedaba muy lejos de allí (diez minutos, más o menos andando sin prisas).   Parada en la acera observó por la cristalera.  Una señora se afanaba en dar desayunos, corriendo de un sitio a otro entre la cafetera y la tostadora.  Los clientes parecían gente trabajadora, y algunos tenían toda la pinta de ser personas venidas de fuera para hacer papeles y volverse a su casa. Gente como ella, de pueblo, que se acerca a la ciudad por obligación.

     Entró y se sentó en la barra sin identificarse.

Señora.- buenos días, que le apetece

Soledad.- un café solo

Señora.- ¿te apetece una tostada? Están riquísimas

Soledad.- vale, póngame una

     El bar se iba despejando y el trabajo parecía relajarse.

Señora.- ahí tiene una mesa libre por si quiere tomarse el café tranquila

Soledad.- no, estoy aquí bien en la barra

Señora.- pues si no le importa córrase un poquito para ese lado, que este sitio me viene muy bien para ir dejando las tazas y los platos

Soledad.- perdone, no me había dado cuenta

Señora.- es que tengo justo aquí debajo el lavavajillas

      Era simpática y aunque se le notaba agotada, no se le borraba la sonrisa de su cara ni un momento.

     Quedaban ella y tres más en el local y por fin la señora tenía un momento para secarse el sudor con una servilleta y respirar.

Soledad.- qué hay, mucho trabajo

Señora.- no, son cuatro empujones al día; el desayuno, un poco en el vermut, luego algo a la hora del café y a partir de las ocho la gente del barrio, a tomar unos vinos y unas cañas, antes de cenar

Soledad.- ¿y está usted sola?

Señora.- por poco tiempo, estoy esperando a que venga en unos días una chica que me han recomendado, y entre las dos esto va que jode.  A mí solo con que se encargue de la tostadora en el desayuno y la freidora a la hora del vermut y por la tarde, ya me hace una reina

Soledad.- ¿quiere que le vaya recogiendo la vajilla de las mesas?

Señora.- no maja, a ver si te vas a manchar. Lo que si te voy a pedir es que si viene alguien, le digas que espere un momento, que no me aguanto más

    Mientras estaba en el servicio, Soledad recogió todas las mesas, pasó por ellas un paño húmedo que había sobre la barra, y colocó las sillas.

Señora.- ¿pero y esto?

Soledad.- ahora solo falta que me diga dónde está la escoba y que quede ya barrido

Señora.- muchas gracias yo me llamo Luisa y cuando te apetezca un café, pasa por aquí, que estás invitada.  Se ve a la legua que eres nueva en la ciudad.

Soledad.- pues yo soy Sole, y creo que es aquí donde tengo que empezar a trabajar pero no me han dicho que día

Señora.- ¿tú eres Soledad? Ay qué alegría, que chica más maja. Pero hoy de trabajar nada; date una vuelta y conoce la ciudad que es muy bonita; mañana a las ocho te espero y ya nos organizaremos

Soledad.- me alegro mucho que sea usted así, nos llevaremos bien

Señora.- ¡ah! a las dos y media, tendré la comida preparada para las dos, a esa hora no hay gente y hablamos un rato hasta que lleguen los del café

     Soledad recorrió unas cuantas calles y llegó un poco antes de la hora de comer, así iría viendo a los clientes del vermut.   Lo mismo que hizo después de comer antes de irse a dar otra vuelta.

           -- A las siete estaba harta de pasear –

Luisa.- ¿pero ya estás aquí otra vez?

Soledad.- no conozco a nadie y me aburro

Luisa.- ¿y vives muy lejos de aquí?

Soledad.- nada a una carrera

Luisa.- ya verás ahora en un momento vienen los cuatro de siempre a tomar unos vinos y luego más tarde un par de matrimonios y unos chavales jóvenes que hacen aquí una parada antes de la hora de cenar; ya verás, son más majos

Soledad.- oye Luisa.- que te iba a decir que yo de cocina, no tengo ni idea

Luisa.- anda, ni yo.  Me compré una freidora buena y a base de croquetas y calamares congelados, ya tengo cubierta la hora del vermut

Soledad.-  ¿y así da este bar para pagar un sueldo?

Luisa.- mira, yo ya tengo una edad, el piso pagado y de todas formas no voy a salir de pobre, lo que necesito ahora es compañía y tranquilidad.  Con sacar para el alquiler y pagarte a ti, a mí para comer me sobra

Soledad.- bueno, visto de esa manera

Luisa.- eres muy niña, no cojas nunca un bar por tu cuenta, pierdes toda la vida detrás de una barra y cuando te quieres dar cuenta, ya es demasiado tarde

Soledad.- ¿y usted está casada?

Luisa.- oye, de usted nada y de señora menos, en tal caso señorita

        La tarde se pasó volando, a las diez Luisa cerraba la trapa del bar, y con un hasta mañana, Soledad se iba a ayudar con la cena a Chus, cenar las tres juntas, un poco de charla viendo la tele y a dormir.

 

2 comentarios:

  1. Nuevamente sedienta de más desde el primer capítulo…Grande Maestro 😘

    ResponderEliminar
  2. Empieza el discurrir de una nueva vida.

    ResponderEliminar