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miércoles, 15 de enero de 2025

Tres estrellas - Cap.-03

 



     Esa noche ya con el pijama puesto, nada más cenar dijo que se iba a su habitación. El sobre parecía quemarle en el bolso, pero por otra parte, no le apetecía nada que aquello cambiase.

Andrea.- ¿te pasa algo? Te veo como rara

Soledad.- no, que hoy estoy cansada, he tenido un día…

Chus.- anda porfi, quédate un poco a ver la tele aquí y te doy un masaje

Soledad.- no se

Andrea.- mira que eres pesada, pues si está cansada

Chus.- es que tú eres una aburrida, te sientas y te duermes

Soledad.- vale, pero solo un ratito, no pongas una de esas películas ñoñas que luego quieres ver hasta el final;  que aparte de ser un rollo, encima te hartas de llorar

Chus.- no, hoy ponemos una serie y así vemos los capítulos que queramos

Andrea.- pues ir al sofá, que ya recojo yo todo antes de irme a la cama

Chus.- túmbate que te voy a dar un masaje que te voy a dejar nueva

Andrea.- mira que eres sobona, mucho te gusta andar metiendo mano

Soledad.- pero da los masajes muy bien

Chus.- ves lista; ahora cuando vengas me traes la crema

Andrea.- hacer lo que queráis, tú igual que ella, el caso es que te magree

Chus.- oye maja que yo no la magreo

Andrea.- que me olvides, a mi no me gusta y punto

Soledad.- pero no seas tan arisca, ven que te damos un masaje entre las dos

Andrea.- dejarme en paz, que a mí el pescado no me gusta; me voy a dormir

Chus.- hasta mañana

Soledad.- luego paso a darte un besito

Andrea.- vete a la mierda guapa

Soledad.- hasta mañana reina

 

        Tras un par de capítulos de una serie policiaca y bien embadurnada de crema en cada rincón de su cuerpo, se quedaron las dos dormidas en el sofá.  A las seis cuando se levantó Andrea y ver que la televisión seguía encendida, se acercó hasta el salón.  Se limitó a taparlas con una manta, apagar la tele y se fue a trabajar.

      

       --La alarma del reloj comenzó a sonar—

Chus.- vamos que ya es hora

Soledad.- me voy a la cama

Chus.- despierta ceporra, que es hora de levantarse

Soledad.- no me jodas, que hemos dormido aquí

Chus.- pues parece ser que sí

Soledad.- bueno, pues habrá que ir a trabajar

  

  Una ducha mañanera y a vestirse.   Sentía curiosidad por ver lo que había en el sobre, pero se le hacía la hora y no quería llegar tarde.  Un vistazo rápido y luego ya al medio día lo miraría con tranquilidad.

    No estaba mal la cosa; una cartilla de un banco y una nota que no parecía ser demasiado extensa.

   Para que esperar a la hora de comer,  allá a las doce, se fue al servicio para quitarse la incertidumbre de encima.   La libreta bancaria estaba a su nombre y en ella constaban dos ingresos de mil quinientos euros.  Se dispuso a leer la nota, no sin antes guardar la libreta en el bolsillo lateral de su bolso.   No entendía nada, aquellas letras solo eran para decirle que en esa cartilla se le iría ingresando dinero, para que tuviese unos ahorros cuando acabase su misión. (Pero qué misión; servir tras una barra vino y cafés)  Le indicaba que se comunicaría con ella del mismo modo, poniendo una llave con un imán en la parte trasera de la máquina de tabaco siempre a primeros de mes. Que siguiese como hasta ahora, lo estaba haciendo muy bien y que no abandonase la ciudad bajo ningún concepto.

   Pues vaya, y ella que se imaginaba que le iban a encomendar algo importante como infiltrarse en una banda de narcotraficantes o algo así. Claro que es ese barrio, aparte de cuatro porreros de mariguana, poco más había.

 

Luisa.- de qué te vienes riendo

Soledad.- que creo que soy tonta

Luisa.- pues vaya, ya era hora de que te dieses cuenta

Soledad.- que te lo digo en serio

Luisa.- ya, ya, si se nota

  

      Llegó el fin de semana que daría un nuevo vuelco a su vida. Andrea se había ido a ver a su familia, así que Chus y ella fueron solas a cenar y luego a la discoteca. Allí se estuvieron riendo de todo aquel que se les acercaba; cuando se creían que ya las tenían en el bote, ellas se daban un morreo, dando a entender que habían pinchado en hueso.     Roberto desde la barra las vigilaba, riéndose de lo malas que podían llegar a ser.  Copa tras copa, allá a las tres ya se encontraban algo perjudicadas y la prudencia les aconsejaba que mejor irse para casa antes de cometer alguna tontería.  Mejor llamar a un taxi, que ir dando tumbos o agarrándose a las farolas por la calle.

   Al llegar a casa su cuerpo no daba para más, así que directas a la cama.  Chus no se permitió ni el lujo de desnudarse, cayó sobre la cama como una piedra de mármol.

   A soledad se le movía toda la habitación. Se levanto a lavarse la cara y se quedó en el sofá sentada a ver si era capaz de mantener en su sitio los muebles que la rodeaban dando vueltas.     Por fin, pudo quedarse dormida.

    

        Entre sueños sintió como alguien la abrazaba y la apoyaba sobre su pecho.  Unos labios rozaban los suyos, era algo agradable a lo que no prestar atención, seguro que era Chus, que estaba mimosa a cuenta de la borrachera.

     Cuando la luz empezaba a entrar por la ventana, se llevó una gran sorpresa: Allí, abrazado a ella, mirándola, estaba Antón el novio de Andrea.  Volvió a cerrar los ojos, aquello no podía ser.  Los volvió a abrir. 

Soledad.- se puede saber que haces

Antón.- nada, pensando una cosa

Soledad.- ¿y para pensar me tienes que abrazar?

Antón.- y porqué no

Soledad.- creo que te estás pasando y no sabes a lo que estás jugando

Antón.- te tengo que proponer algo

Soledad.- mira, quien me de masajes ya tengo y  para un achuchón me sobran

Antón.- no me refería a eso

Soledad.- que me da igual, haz el favor de soltarme y olvidemos que esto ha pasado

Antón.- vamos a la habitación, no sea que se levante Chus

        Antón se puso de pie y le tendió la mano para que se levantase. Soledad no estaba segura de lo que hacer,  era una decisión con sensaciones enfrentadas.

Soledad.- mira, pensándolo bien, no me merece la pena

Antón.- lo que te voy a proponer, no se lo digas a nadie, ni si siquiera a estas dos

Soledad.- no me propongas nada, que te va a dar igual

Antón.- al menos escúchame.   Estoy buscando una persona, que haga de correo entre unos compañeros a los que no se les puede ver juntos

Soledad.- ahora sí que me he perdido

Antón.- simplemente piénsalo, alguien iría al bar y te diría algo, al rato llegaría otra persona, y con una frase acordada, tú se lo repetirías sin más

Soledad.- esto me suena a ilegal

Antón.- pues sí, pero nunca nadie sabría nada de tu participación

Soledad.- ¿y yo que saco de eso?

Antón.- podríamos vernos a solas en otro sitio, sin que nadie se enterase y… bueno ya sabes

Soledad.- mira, sal por la puerta e imaginemos que hoy no has venido por aquí

Antón.- bueno, tú piénsatelo

            Soledad no se lo podía creer, el novio de su amiga era un cerdo; le daba igual a lo que se dedicase, incluso le habría ayudado, aunque solo fuera por tener algo de actividad, pero esa chulería machista.  Pero que se había creído, ella no necesitaba a ningún tiparraco para darse un revolcón.

     Mejor olvidarlo, le hacía sentir incomoda el pensar que por un  momento había estado a punto de coger su mano e ir a la habitación; Habría sido un gran error que por suerte no se había producido.

 

      A mediados de mes volvió de nuevo el señor enigmático por el bar a dejar otra llave tras la máquina.

    .- qué coño, pinta este por aquí ahora (pensó Soledad)

Luisa.- Sole despierta, que te duermes

Soledad.- ya van esas tostadas

Luisa.- qué te ha pasado, por un momento pensé que te estabas mareando

Soledad.- y  por qué

Luisa.- te has quedado pálida como la cera ¿estás bien? Ni que hubieras visto un fantasma

Soledad.- nada, no pasa nada, ha sido un lapsus

Luisa.- si te encuentras mal, siéntate un rato que yo me las apaño sola

Soledad.- tranquila, vamos, que a estos los aviamos en un momento

 

      Esperaría hasta la tarde para salir a dar un paseo y pasar a recoger el nuevo mensaje.   Dijo que pasaría a primeros, así que esto debía de ser importante, o tal vez no, esto cada día era más raro.

 


3 comentarios:

  1. Seguiremos la trama de esta nueva novela del afamado y prolifero escritor Don Carlos Torrijos, un aplauso con el alcance de esta nueva obra.

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  2. Un misterio, una llave, olor a café y ganas de demostrar la propia valía por parte de la protagonista. Una trama que promete. Esperando al siguiente capítulo. Un abrazo, maese.

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