Mientras Luisa preparaba la comida para
las dos como de costumbre, ella cogió la llave pegada detrás de la máquina,
antes de ponerse a vestir la mesa con su
mantel, platos, cubiertos y vasos.
Después de la hora del café y con todo ya recogido le dijo a Luisa que
se iba a dar una vuelta como casi todas las tardes.
Luisa.- sal y despéjate un poco, a ver si te da el aire
que hoy tienes una cara que das lastima
Soledad.- que estoy bien
Luisa.- pues esta mañana me has dado un susto que pa’qué
Soledad.- no te preocupes, si estuviese mal te lo decía
Luisa.- anda, tira y pasea un rato, que te vendrá bien
Fue directa hasta las taquillas, buscó el
número correspondiente y la abrió sin esperar a nada. Había una nota sin sobre ni nada.
Cada día entendía menos de que iba todo
aquello, ahora le decía que debía de acercarse lo más posible al novio de
Andrea y que intentase enterarse del sitio donde acudía ciertos fines de semana
a reuniones clandestinas, pero sin levantar ninguna sospecha y que el
resultado, lo dejase en una nota en una taquilla y la llave en el sitio de
siempre; cuando fuera a dejar la próxima llave, aprovecharía para recogerla.
Le tocaría darle un poco de cuerda al
imbécil ese, pero como se le ocurriese hacerle una mínima insinuación pasada de
tono, se iba a tragar los dientes. De todas formas era difícil el verlo, a no ser
que se quedase algún otro día a comer con ellas. Cosa que no era muy habitual.
El sábado como de costumbre salieron
hasta las tres. Una vez pasada cierta hora, solo quedaban borrachos y gente con
ganas de bronca. Ellas preferían pasar
de esas movidas raras.
Una vez acostadas, Soledad se levantó y
esperó en silencio en el sofá; no tardaría mucho en llegar Antón. Cuando oyó la cerradura de la puerta se puso
en pie.
Soledad.- ven un momento Antón
Antón.- ¿me estabas esperando?
Soledad.- he pensado en echarte una mano en eso que
dijiste, pero a mí hay cosas que no me van, ya te lo advierto
Antón.- ¿a qué te refieres?
Soledad.- a lo que insinuaste la otra noche, tengo otro
tipo de gustos
Antón.- lo siento, tú te lo pierdes
Soledad.- a que te echa una mano tu madre
Antón.- que era broma
Soledad.- pues a bromear a otro sitio
Antón.- tranquila, ya me dijo Andrea que Chus y tú; bueno
eso
--Cada
cual que pensase lo que quisiera, en esa ocasión, hasta le había venido bien--.
Soledad.- bueno ahora a dormir, a ver si se va a despertar
Andrea y va a pensar lo que no es
Antón.- ya hablaremos
Soledad.- hasta otro día
Antón.- ¡ah! y muchas gracias, de verdad
Al día siguiente qué casualidad, Antón
no se levantó hasta la hora de comer.
Por un momento, el surrealismo se instalaba en
aquella mesa. Antón clavaba los ojos en lo que dejaban
entrever los botones desabrochados del pijama de Soledad; esta, en vez de
taparse, dejaba caer algo al suelo para curvar un poco más su cuerpo.
Chus,
jugueteaba como siempre haciendo picardías; le gustaba apretar con su mano el
muslo de Andrea para picarla, mientras Soledad levantaba la mirada acompañada
de una sonrisa que gritaba: Las verás, las verás, pero no las catarás.
Andrea.- coño Chus, para ya, que sabes que no me gusta
Chus.- pero si es una broma
Soledad.- dame un besito cariño, que esta Andreita es más
arisca
Andrea.- ya está la celosa
Soledad.- yo celosa de qué, ven dame un beso tú también
Andrea.- anda, aparta, que te estás volviendo igual de
pesada que ella
Chus.- si en el fondo le gusta, pero es una reprimida
Antón.- joder que comida me vais a dar hoy
Andrea.- tú mejor cállate, y deja de mirarle las tetas a
Sole
Chus.- lo siento majo, pero para ti no hay nada
Soledad.- miauuuu
Antón.- de mí, ir pasando, que yo quiero comer tranquilo
Chus.- anda Andrea, dale un besico a tu novio
Soledad.- si no se lo das tú, se lo doy yo
Andrea.- os estáis poniendo muy tontas y me voy a enfadar
Antón.- venga, ya vale con la broma, que la conozco y al
final se enfada
Andrea.- tú y yo, ya hablaremos
Después de comer, Andrea se fue a
acompañar a Antón hasta la estación de tren, debía de estar en casa al día
siguiente, para cumplir con su trabajo toda la semana y esperar al sábado para
volver.
Esa tarde, con las persianas bajadas, en el
sofá viendo la tele, Soledad pudo presentir que Chus, estaba confundiendo sus
intenciones. Para ella no era más que un
juego y no estaba en su ánimo el dar falsas esperanzas, que pudieran hacer daño
a alguien.
Soledad.- oye Chus, no quiero que te moleste lo que te voy
a decir, pero me dijiste que las mujeres te daban miedo y tienes razón; todo lo que sea pasar de un juego, puede ser
peligroso. Yo lo último que quiero son
malos rollos entre nosotras y para eso lo mejor es tener las cosas claras.
Chus.- ya lo sé, perdona si tal vez…
Soledad.- que no, que no pasa nada, pero quiero que
tengamos las cosas claras
Chus.- que me gusta darte masajes y besuquearte, pues
sí, pero sé dónde está el límite
Soledad.- vamos, que a mí también me gusta que lo hagas,
pero hasta ahí
Chus.- y si algún día nos pasamos, pues tampoco se va a
caer el cielo por eso
Soledad.- pero intenta no pasarte
Chus.- si algún día ocurre algo será porque te pases tú
--Soledad la abrazó y le dio un beso--
Soledad.- pero si es que eres un sol de mujer. Si no me gustasen los hombres…
Chus.- anda tonta, abrázame fuerte que me gusta
Allí se quedaron toda la tarde viendo
una película de esas que le gustaban a Chus, hartándose las dos a llorar cada
vez que había una escena ñoña.
---Al
atardecer llegó Andrea.
Andrea.- anda qué, habéis echado bien la tarde, ni la mesa
habéis recogido
Soledad.- aquí, tan a gusto, ahora la recojo, siéntate si
quieres
Andrea.- bien os habrá sudado la fandanga, bien
Chus.- hala… ya soltó la coz, mira que eres burra
---Mientras Soledad recogía la mesa.
Andrea.- estoy enfadada, hoy os habéis pasado ¡las dos!
Soledad.- ¿y yo que he hecho?
Andrea.- calla mala pécora, que se te han visto al
agacharte hasta las entrañas
Soledad.- bueno perdona, que no volverá a pasar
Andrea.- dice Antón que como os aguanto
Chus.- pues porque nos quieres, por qué va a ser
Soledad.- ya está recogido, ves como no se tarda nada
Andrea.- ¿os apetece salir un rato o vemos una peli aquí
las tres?
Chus.- una peli
Soledad.- no sé, yo ya estoy harta de llorar
Andrea.- a no, si ponemos una peli la escojo yo
Soledad.- entonces peli, voy a la cocina a por unos frutos
secos y unas copas de vino
Chus.- tú Andrea en medio
Andrea.- no que me magreáis entre las dos
Soledad.- te prometo que yo no
Chus.- y yo tampoco
Andrea.- bueno, dejaros ya de bromas hoy
A Andrea le gustaban las películas de
guerra, así que eligieron una de la segunda guerra mundial. Daba igual, viesen lo que viesen, Chus
siempre; fuera por una cosa o por otra, tenía que soltar la ración de lágrimas
correspondiente.
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