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domingo, 19 de enero de 2025

Tres estrellas - Cap.-04

 

 

        Mientras Luisa preparaba la comida para las dos como de costumbre, ella cogió la llave pegada detrás de la máquina, antes de ponerse a vestir la mesa con su mantel, platos, cubiertos y vasos.   Después de la hora del café y con todo ya recogido le dijo a Luisa que se iba a dar una vuelta como casi todas las tardes.

Luisa.- sal y despéjate un poco, a ver si te da el aire que hoy tienes una cara que das lastima

Soledad.- que estoy bien

Luisa.- pues esta mañana me has dado un susto que pa’qué

Soledad.- no te preocupes, si estuviese mal te lo decía

Luisa.- anda, tira y pasea un rato, que te vendrá bien

     Fue directa hasta las taquillas, buscó el número correspondiente y la abrió sin esperar a nada.  Había una nota sin sobre ni nada.

      Cada día entendía menos de que iba todo aquello, ahora le decía que debía de acercarse lo más posible al novio de Andrea y que intentase enterarse del sitio donde acudía ciertos fines de semana a reuniones clandestinas, pero sin levantar ninguna sospecha y que el resultado, lo dejase en una nota en una taquilla y la llave en el sitio de siempre; cuando fuera a dejar la próxima llave, aprovecharía para recogerla.

 

      Le tocaría darle un poco de cuerda al imbécil ese, pero como se le ocurriese hacerle una mínima insinuación pasada de tono, se iba a tragar los dientes.    De todas formas era difícil el verlo, a no ser que se quedase algún otro día a comer con ellas. Cosa que no era muy habitual.

      El sábado como de costumbre salieron hasta las tres. Una vez pasada cierta hora, solo quedaban borrachos y gente con ganas de bronca.   Ellas preferían pasar de esas movidas raras.

     Una vez acostadas, Soledad se levantó y esperó en silencio en el sofá; no tardaría mucho en llegar Antón.   Cuando oyó la cerradura de la puerta se puso en pie.

Soledad.- ven un momento Antón

Antón.- ¿me estabas esperando?

Soledad.- he pensado en echarte una mano en eso que dijiste, pero a mí hay cosas que no me van, ya te lo advierto

Antón.- ¿a qué te refieres?

Soledad.- a lo que insinuaste la otra noche, tengo otro tipo de gustos

Antón.- lo siento, tú te lo pierdes

Soledad.- a que te echa una mano tu madre

Antón.- que era broma

Soledad.- pues a bromear a otro sitio

Antón.- tranquila, ya me dijo Andrea que Chus y tú; bueno eso

   --Cada cual que pensase lo que quisiera, en esa ocasión, hasta le había venido bien--.

Soledad.- bueno ahora a dormir, a ver si se va a despertar Andrea y va a pensar lo que no es

Antón.- ya hablaremos

Soledad.- hasta otro día

Antón.- ¡ah! y muchas gracias, de verdad

 

        Al día siguiente qué casualidad, Antón no se levantó hasta la hora de comer. 

 Por un momento, el surrealismo se instalaba en aquella mesa.   Antón clavaba los ojos en lo que dejaban entrever los botones desabrochados del pijama de Soledad; esta, en vez de taparse, dejaba caer algo al suelo para curvar un poco más su cuerpo.

   Chus, jugueteaba como siempre haciendo picardías; le gustaba apretar con su mano el muslo de Andrea para picarla, mientras Soledad levantaba la mirada acompañada de una sonrisa que  gritaba:   Las verás, las verás, pero no las catarás.

Andrea.- coño Chus, para ya, que sabes que no me gusta

Chus.- pero si es una broma

Soledad.- dame un besito cariño, que esta Andreita es más arisca

Andrea.- ya está la celosa

Soledad.- yo celosa de qué, ven dame un beso tú también

Andrea.- anda, aparta, que te estás volviendo igual de pesada que ella

Chus.- si en el fondo le gusta, pero es una reprimida

Antón.- joder que comida me vais a dar hoy

Andrea.- tú mejor cállate, y deja de mirarle las tetas a Sole

Chus.- lo siento majo, pero para ti no hay nada

Soledad.- miauuuu

Antón.- de mí, ir pasando, que yo quiero comer tranquilo

Chus.- anda Andrea, dale un besico a tu novio

Soledad.- si no se lo das tú, se lo doy yo

Andrea.- os estáis poniendo muy tontas y me voy a enfadar     

Antón.- venga, ya vale con la broma, que la conozco y al final se enfada

Andrea.- tú y yo, ya hablaremos

 

      Después de comer, Andrea se fue a acompañar a Antón hasta la estación de tren, debía de estar en casa al día siguiente, para cumplir con su trabajo toda la semana y esperar al sábado para volver.

  Esa tarde, con las persianas bajadas, en el sofá viendo la tele, Soledad pudo presentir que Chus, estaba confundiendo sus intenciones.  Para ella no era más que un juego y no estaba en su ánimo el dar falsas esperanzas, que pudieran hacer daño a alguien.

Soledad.- oye Chus, no quiero que te moleste lo que te voy a decir, pero me dijiste que las mujeres te daban miedo y tienes razón;   todo lo que sea pasar de un juego, puede ser peligroso.  Yo lo último que quiero son malos rollos entre nosotras y para eso lo mejor es tener las cosas claras.

Chus.- ya lo sé, perdona si tal vez…

Soledad.- que no, que no pasa nada, pero quiero que tengamos las cosas claras

Chus.- que me gusta darte masajes y besuquearte, pues sí, pero sé dónde está el límite

Soledad.- vamos, que a mí también me gusta que lo hagas, pero hasta ahí  

Chus.- y si algún día nos pasamos, pues tampoco se va a caer el cielo por eso

Soledad.- pero intenta no pasarte

Chus.- si algún día ocurre algo será porque te pases tú

      --Soledad la abrazó y le dio un beso--

Soledad.- pero si es que eres un sol de mujer.  Si no me gustasen los hombres…

Chus.- anda tonta, abrázame fuerte que me gusta

       Allí se quedaron toda la tarde viendo una película de esas que le gustaban a Chus, hartándose las dos a llorar cada vez que había una escena ñoña.

    ---Al atardecer llegó Andrea.

Andrea.- anda qué, habéis echado bien la tarde, ni la mesa habéis recogido

Soledad.- aquí, tan a gusto, ahora la recojo, siéntate si quieres

Andrea.- bien os habrá sudado la fandanga, bien

Chus.- hala… ya soltó la coz, mira que eres burra

     ---Mientras Soledad recogía la mesa.

Andrea.- estoy enfadada, hoy os habéis pasado ¡las dos!

Soledad.- ¿y yo que he hecho?

Andrea.- calla mala pécora, que se te han visto al agacharte hasta las entrañas

Soledad.- bueno perdona, que no volverá a pasar

Andrea.- dice Antón que como os aguanto

Chus.- pues porque nos quieres, por qué va a ser

Soledad.- ya está recogido, ves como no se tarda nada

Andrea.- ¿os apetece salir un rato o vemos una peli aquí las tres?

Chus.- una peli

Soledad.- no sé, yo ya estoy harta de llorar

Andrea.- a no, si ponemos una peli la escojo yo

Soledad.- entonces peli, voy a la cocina a por unos frutos secos y unas copas de vino

Chus.- tú Andrea en medio

Andrea.- no que me magreáis entre las dos

Soledad.- te prometo que yo no

Chus.- y yo tampoco

Andrea.- bueno, dejaros ya de bromas hoy

     A Andrea le gustaban las películas de guerra, así que eligieron una de la segunda guerra mundial.   Daba igual, viesen lo que viesen, Chus siempre; fuera por una cosa o por otra, tenía que soltar la ración de lágrimas correspondiente.




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