Aitor, era un niño abierto y divertido. Tenía como norma que la puerta de su
habitación siempre estaría abierta (excepto de noche) y a cambio sus padres no espiarían sus largas
conversaciones con aquella, “su secreta amiga”.
Después de comer, lo primero echarse una
pequeña siesta, hacer los deberes del cole y salir a jugar con los amigos, al
parque cercano a su casa. Lo relativo a sus peculiaridades, se
reservaba para después de cenar, lo importante era que sus obligaciones
sociales, con todos los niños de su edad, estuviesen presentes en un primer
plano.
Por las noches, cada vez menos, se le oía
hablar en voz baja, para no molestar el sueño de sus padres. Al poco rato, un hasta mañana y a seguir
durmiendo.
Entre aquellas cuatro paredes, estaba
asumido que lo que ocurría no era normal;
pero tampoco era malo, ¿para qué intentar privar al niño de eso? Demostrado quedaba por sus resultados en el
colegio, que lo único que había hecho era favorecer su inteligencia y empatía con
un par de amigos también especiales, aunque por distintos motivos.
Los años iban pasando, su padre se maravillaba
de cuando se ponía jugar el solo al ajedrez y se quejaba de que otra vez había perdido.
Cuando a su llegada a casa le sorprendía contando que había columpiado a su
gran amigo Héctor, (que se movía en silla de ruedas y pesaba el doble que él). La curiosidad, por ciertas cosas, cada vez
era mayor, pero de mutuo acuerdo, las
preguntas sobre el cómo, eran zona restringida hasta que Aitor se decidiese a
aceptarlas.
Ese fin de semana, en el auditorio de
aquella ciudad, se celebraba un simposio sobre:
trastornos infantiles del sueño y
su relevancia traumática en la adolescencia.
En dicho acto, participaba Teresa y había
pedido a un gran experto en experiencias extrasensoriales como un favor
especial, que la acompañase para acercarse hasta la casa de Aitor y su familia
a visitarlos.
.-que sorpresa, ¿Cómo tú por aquí?
.-ya veis he venido a dar unas
charlas y me he acercado a ver como sigue Aitor
.-bien, tan estudioso como siempre,
pero pasar. Miguel ven están aquí Teresa y su marido
.-dichosos los ojos que te ven
.-este es Fernando, pero no es
mi marido, es un amigo que viene con migo a estas charlas. Son Miguel y Elvira, los padres de Aitor
.-encantado de conocerlos
.-siéntase como en su casa
.- siempre me he acordado de
vosotros, pero la distancia es lo que hace
.- ¿no sabes las veces que hemos
hablado de ti?
.-subir a ver a Aitor, verás que sorpresa se
lleva
Cuando llegaron a la planta de arriba,
Aitor, hecho ya un mocetón; tapaba la
entrada de su habitación con los brazos en cruz apoyando sus manos en el marco.
.-que grande estás. Este es
Fernando un amigo
.-os estaba
esperando y este señor no es bienvenido
.-no me esperaba este
comportamiento de ti
.-ni yo de ti
tampoco, ¿quieres entrar a jugar?
Aitor levanto su brazo izquierdo dejando
solo pasar a Teresa.
.-usted espere
un momento en el pasillo
En el momento en que se retiró de la
puerta, esta se cerró dando un portazo.
.-tranquila,
no pasa nada
.-esta puerta no abre
.-espera ahí Fernando, ahora
salgo
.-no tengas
miedo, siéntate en la cama y juguemos
Puso sobre sus piernas un cuaderno y en
su mano derecha un lapicero.
.-ahora
relájate y cierra los ojos
Aunque estaba un poco asustada,
se relajó para ver qué pasaba, ese era el momento que tanto tiempo había estado
esperando.
.-ya puedes
abrir los ojos
Sin haber tenido consciencia de ello, en
el cuaderno con una letra redondilla fuera de su alcance caligráfico y con
aquel mismo lápiz de color verde oscuro, había escrito en la parte superior de
la hoja:
Deja en paz a mi niño
.- ¿Quién ha escrito esto?
.-tú, ¿Quién
va a ser si no?
.-esta no es mi letra
.- ¿no querías
jugar?
.- ¿entonces tu amiga está aquí?
.-si, aquel día que te fuiste, había dado permiso
para que vinieses, pero tú sola
.-dile que me perdone, no era mi
intención molestarla
.-díselo tú,
ella sabrá si tus palabras son sinceras
Sin saber porqué, debido a un impulso,
se puso de rodillas sobre la cama mirando a la pared.
.-perdóname, no volveré a dudar
de ti, nunca fue mi intención hacer nada malo a Aitor, solo quería comprender
lo que ocurría.
Seguidamente, sintió el arrepentimiento, por
lo imbécil que había sido al llevar allí a Fernando.
Él, la abrazó con sus brazos ya más
fuertes y largos que los de aquel niño que ella recordaba. Y para poder aplacar su estado le dijo lo que se
le vino a la mente en aquel momento. Una simple invención.
.-no llores,
ella te perdona y dice que te espera un día, pero a ti sola, para jugar los
tres.
La puerta se abrió repentinamente.
Fernando había sentido tal sensación de agobio, que se había bajado al salón
con sus padres, sin poderlo remediar.
.-ya estamos aquí, está hecho
todo un mozo
.- ¿que he sido ese portazo?
.-nada, que estaba la ventana
abierta y habrá hecho corriente
.-te he preparado un café de los que
te gustan
.- cuantas veces lo he
comentado allí con mi marido, el mejor café que he tomado, yo no soy capaz y
mira que lo he intentado
.-tiene su truco, compro el café: setenta natural, treinta torrefacto en grano
y lo muelo más bien gordito, después en el filtro de la cafetera, lo presiono
un poco con la cuchara y le hago un agujerito en el centro con la parte de
atrás
.-eso mismo también lo hago
yo
.-pero el punto final, está en echar
unos granos de café natural y una semilla de clavo en la jarra
.-que conste que esto solo te lo ha dicho a
ti, esto es un secreto de su familia
Mientras hablaban del café, Aitor y
Fernando, no se dejaban de mirar fijamente a los ojos. Su expresión amenazante, reflejaba el duelo
que existía para adivinar quién aguantaba más la presión.
Fernando no comprendía aquella aptitud
sólida de seguridad en una persona tan joven, aún no entrada en la
adolescencia. Intentaba leer sus
pensamientos, pero no era capaz pese a su gran experiencia. Una
muralla parecía proteger sus pupilas,
impidiendo el acceso a su interior.
Aitor,
a veces esbozaba una leve sonrisa burlándose del esfuerzo realizado,
para no conseguir nada.
.- ay
.- ¿qué te pasa?
.-nada, me ha dado como
un tirón
Había sentido un fuerte e inusual
pinchazo en la espalda, como si le hubiesen clavado un cuchillo y luego girado su
hoja, dentro de su espina dorsal.
.- ¿estás bien?
.-te has quedado blanco como la pared
.-voy a traerte un vaso de agua
.- ¿te has mareado? Estás
sudando
.-no le pasa
nada, enseguida se le pasará
A Teresa, se le escapo una sonrisa.
.-perdona, ya sé que no tiene
gracia
.- ¿nos vamos?
.-sí, que se
os va hacer tarde
.-bueno, os prometo que pronto
vendré a veros y traeré a mi marido para que os conozca
.-tú sola
.-si pesado, subiré yo sola
Nunca regresaría a aquel cuarto por mucho
que lo intentase. Cada vez que el
trabajo y sus circunstancias, le permitían hacer planes para volver, siempre, a
última hora, surgía algún imprevisto incomprensible que hacía la visita se abortase, teniendo que
aplazar la fecha para otro momento.
Una vez se despidieron y quedaron los
tres solos en el salón:
.-Hijo, ¿no crees que va siendo hora de que
hablemos como una familia de lo que está pasando?
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