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miércoles, 15 de octubre de 2014

Nuevos Inquilinos (4)



       Aitor, era un niño abierto y divertido.  Tenía como norma que la puerta de su habitación siempre estaría abierta (excepto de noche)  y a cambio sus padres no espiarían sus largas conversaciones  con aquella,  “su secreta amiga”.
      Después de comer, lo primero echarse una pequeña siesta, hacer los deberes del cole y salir a jugar con los amigos, al parque cercano a su casa.      Lo relativo a sus peculiaridades, se reservaba para después de cenar, lo importante era que sus obligaciones sociales, con todos los niños de su edad, estuviesen presentes en un primer plano.
       Por las noches, cada vez menos, se le oía hablar en voz baja, para no molestar el sueño de sus padres.    Al poco rato, un hasta mañana y a seguir durmiendo.
      Entre aquellas cuatro paredes, estaba asumido que lo que ocurría no era normal;  pero tampoco era malo, ¿para qué intentar privar al niño de eso?  Demostrado quedaba por sus resultados en el colegio, que lo único que había hecho era favorecer su inteligencia y empatía con un par de amigos también especiales, aunque  por distintos motivos.
          Los años iban pasando, su padre se maravillaba de cuando se ponía jugar el solo al ajedrez y se quejaba de que otra vez había perdido. Cuando a su llegada a casa le sorprendía contando que había columpiado a su gran amigo Héctor, (que se movía en silla de ruedas y pesaba el doble que él).    La curiosidad, por ciertas cosas, cada vez era mayor, pero de mutuo acuerdo,  las preguntas sobre el cómo, eran zona restringida hasta que Aitor se decidiese a aceptarlas.
    Ese fin de semana, en el auditorio de aquella ciudad, se celebraba un simposio  sobre:    trastornos infantiles  del sueño y su relevancia traumática en la adolescencia.
     En dicho acto, participaba Teresa y había pedido a un gran experto en experiencias extrasensoriales como un favor especial, que la acompañase para acercarse hasta la casa de Aitor y su familia a visitarlos.
      .-que sorpresa, ¿Cómo tú por aquí?
               .-ya veis he venido a dar unas charlas y me he acercado a ver como sigue Aitor
         .-bien, tan estudioso como siempre, pero pasar. Miguel ven están aquí Teresa y su marido
    .-dichosos los ojos que te ven
               .-este es Fernando, pero no es mi marido, es un amigo que viene con migo a estas charlas. Son  Miguel y Elvira, los padres de Aitor
                       .-encantado de conocerlos
    .-siéntase como en su casa
                .- siempre me he acordado de vosotros, pero la distancia es lo que hace
        .- ¿no sabes las veces que hemos hablado de ti?
   .-subir a ver a Aitor, verás que sorpresa se lleva
         Cuando llegaron a la planta de arriba, Aitor, hecho ya un mocetón;  tapaba la entrada de su habitación con los brazos en cruz apoyando sus manos en el marco.
             .-que grande estás. Este es Fernando un amigo
.-os estaba esperando y este señor no es bienvenido
             .-no me esperaba este comportamiento de ti
.-ni yo de ti tampoco, ¿quieres entrar a jugar?
       Aitor levanto su brazo izquierdo dejando solo pasar a Teresa.
.-usted espere un momento en el pasillo
      En el momento en que se retiró de la puerta, esta se cerró dando un portazo.
.-tranquila, no pasa nada
                        .-esta puerta no abre
                   .-espera ahí Fernando, ahora salgo
.-no tengas miedo, siéntate en la cama y juguemos
        Puso sobre sus piernas un cuaderno y en su mano derecha un lapicero.
.-ahora relájate y cierra los ojos
              Aunque estaba un poco asustada, se relajó para ver qué pasaba, ese era el momento que tanto tiempo había estado esperando.
.-ya puedes abrir los ojos
       Sin haber tenido consciencia de ello, en el cuaderno con una letra redondilla fuera de su alcance caligráfico y con aquel mismo lápiz de color verde oscuro, había escrito en la parte superior de la hoja:
Deja en paz a mi niño
               .- ¿Quién ha escrito esto?
.-tú, ¿Quién va a ser si no?
              .-esta no es mi letra
.- ¿no querías jugar?
              .- ¿entonces tu amiga está aquí?
.-si,  aquel día que te fuiste, había dado permiso para que vinieses, pero tú sola
              .-dile que me perdone, no era mi intención molestarla
.-díselo tú, ella sabrá si tus palabras son sinceras
       Sin saber porqué, debido a un impulso, se puso de rodillas sobre la cama mirando a la pared.
               .-perdóname, no volveré a dudar de ti, nunca fue mi intención hacer nada malo a Aitor, solo quería comprender lo que ocurría.
           Seguidamente, sintió el arrepentimiento, por lo imbécil que había sido al llevar allí a Fernando.
       Él, la abrazó con sus brazos ya más fuertes y largos que los de aquel niño que ella recordaba. Y  para poder aplacar su estado le dijo lo que se le vino a la mente en aquel momento. Una simple invención.
.-no llores, ella te perdona y dice que te espera un día, pero a ti sola, para jugar los tres.
      La puerta se abrió repentinamente. Fernando había sentido tal sensación de agobio, que se había bajado al salón con sus padres, sin poderlo remediar.
                 .-ya estamos aquí, está hecho todo un mozo
       .- ¿que he sido ese portazo?
                 .-nada, que estaba la ventana abierta y habrá hecho corriente
           .-te he preparado un café de los que te gustan
                 .- cuantas veces lo he comentado allí con mi marido, el mejor café que he tomado, yo no soy capaz y mira que lo he intentado
          .-tiene su truco, compro el café:   setenta natural, treinta torrefacto en grano y lo muelo más bien gordito, después en el filtro de la cafetera, lo presiono un poco con la cuchara y le hago un agujerito en el centro con la parte de atrás
                  .-eso mismo también lo hago yo
        .-pero el punto final, está en echar unos granos de café natural y una semilla de clavo en la jarra
   .-que conste que esto solo te lo ha dicho a ti,  esto es un secreto de su familia
          Mientras hablaban del café, Aitor y Fernando, no se dejaban de mirar fijamente a los ojos.   Su expresión amenazante, reflejaba el duelo que existía para adivinar quién aguantaba más la presión.
        Fernando no comprendía aquella aptitud sólida de seguridad en una persona tan joven, aún no entrada en la adolescencia.  Intentaba leer sus pensamientos, pero no era capaz pese a su gran experiencia.     Una muralla  parecía proteger sus pupilas, impidiendo el acceso a su interior.
      Aitor,  a veces esbozaba una leve sonrisa burlándose del esfuerzo realizado, para no conseguir nada.
                       .- ay
                  .- ¿qué te pasa?
                        .-nada, me ha dado como un tirón
       Había sentido un fuerte e inusual pinchazo en la espalda, como si le hubiesen clavado un cuchillo y luego girado su hoja, dentro de su espina dorsal.
               .- ¿estás bien?
     .-te has quedado blanco como la pared
          .-voy a traerte un vaso de agua
               .- ¿te has mareado? Estás sudando
.-no le pasa nada, enseguida se le pasará
          A Teresa, se le escapo una sonrisa.
              .-perdona, ya sé que no tiene gracia
                  .- ¿nos vamos?
.-sí, que se os va hacer tarde
               .-bueno, os prometo que pronto vendré a veros y traeré a mi marido para que os conozca
.-tú sola
                 .-si pesado, subiré yo sola
          Nunca regresaría a aquel cuarto por mucho que lo intentase.   Cada vez que el trabajo y sus circunstancias, le permitían hacer planes para volver, siempre, a última hora, surgía algún imprevisto incomprensible que  hacía la visita se abortase, teniendo que aplazar la fecha para otro momento.
       Una vez se despidieron y quedaron los tres solos en el salón:

    .-Hijo, ¿no crees que va siendo hora de que hablemos como una familia de lo que está pasando?

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