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viernes, 3 de diciembre de 2021

Hijos del Fuego .- 09

 



              El hermano Andrés; El menor de todos quiere ser sacerdote y en el seminario cursa estudios de filosofía y  teología.  En su tercer año es enviado a como ayudante del vicario en la cercana parroquia de Nuestra Señora de las Mercedes y capellán del colegio Siervas de María.

               Su gran pasión por el latín, le hace pasar mucho tiempo en la biblioteca estudiando manuscritos que allí se guardan llenos de polvo sin que nadie les preste casi atención.   Algunos de ellos están limpios y colocados en otra estantería, lo que da fe de que no es el único al que aún le interesan los textos olvidados.

    En el centro de ese colegio donde las monjas caminan por los pasillos como escobas flotantes entre las alumnas de uniforme a cuadros, hay un bello patio bien cuidado donde un señor con la azada al hombro no para de dar vueltas entre los rosales que están a punto de romper.

         A ratos una hermana ya mayor y de andar pausado, se sienta junto a él y hablan durante largo tiempo con sus manos cogidas.

      Pasados unos meses, algo atrae la atención de Andrés en la biblioteca.

   En esa estantería desde el primer día había cinco libros ahora solo hay cuatro. Algo lo impulsa a salir y mirar a su alrededor. El patio está vacío, el jardinero no está y su azada tirada junto a una piedra con el astil roto.
Por suerte se aproxima una hermana a la que preguntar.

 .- Ave María hermana

         .- sin pecado concebida

.- una curiosidad ¿me podría decir si le ha pasado algo al jardinero?

       .- estará en la habitación de la hermana Milagros

            -Andrés se le queda mirando sin entender nada-

      .- a claro; Ceferino es el hermano pequeño de la hermana Milagros. Lleva ya un tiempo bastante delicada pero ahora, no parece tener remedio

.- ¿y me podría indicar su habitación?

       .- subiendo las escaleras del fondo la segunda puerta de la derecha.

    Su intención no es otra que darle compañía y consuelo en esos últimos momentos. La puerta está entreabierta y de dentro sale una voz tenue leyendo en latín.

                   El que lee es Ceferino sentado junto a su cama sujetando entre sus manos el libro que echó de menos en la biblioteca.

.- Ave María purísima; grato el oír leer en latín con esa maestría

       .- pase si quiere y siéntese, pero en silencio, Milagros ya no está para muchos ruidos

.- si no le molesta yo rezaré mientras usted lee

        -Allí se pasan más de dos horas hasta que Milagros haciendo un esfuerzo abre los ojos y estira su brazo para coger la mano de Ceferino-

                 .- no te olvides de Pascual, conduce su alma por los caminos del bien para que me acompañarme cuando llegue su hora

       .- no te preocupes, esta tarde iré  decirle que venga a verte

                .- si por fin lograses que viniera

      .- ahora descansa

             Los dos salen de la habitación y se dirigen hasta la biblioteca a dejar aquel libro en su sitio.

.-lee usted muy bien en latín

          .-Llevo casi toda la vida cuidando de este patio y he tenido la mejor maestra que ha pasado por las aulas este colegio

.- su hermana

       .- sí, ella, desde que se puso enferma ya las niñas no aprueban con nota esa asignatura;  una pena y ahora la quieren quitar

.- yo estoy leyendo varios manuscritos y es una lástima que estén tan descuidados,   llenos de polvo y todos amontonados

       .- durante un tiempo los tenía ordenados y cuidados, al igual que toda la biblioteca, hasta que la directora me dijo que yo no me tenía que meter en las cosas que no me incumbían, que me dedicase a limpiar los pasillos, cuidar las plastas y dejase en paz los libros.

.- pero como se puede consentir eso

      .- donde hay patrón no manda marinero

.- si quiere lo podemos volver a hacer juntos

     .- demasiado tarde, no me merece la pena, Milagros no llegará a verlo todo de nuevo como a ella le gustaba.

         Por la tarde un anciano enjuto, subía las escaleras junto a Ceferino.     En la puerta de la habitación hacían guardia dos hermanas, dentro otras dos amortajaban el cuerpo de la difunta Milagros.      Pascual había llegado tarde a la visita tantos años esperada.       En las escaleras esperaron sentados en silencio hasta que llegó el ataúd.

         En la capilla, toda la noche los dos hermanos a los lados de Milagros,   las hermanas rezando, en los bancos dando cabezadas  y Andrés en su cabecera cabizbajo, leyendo textos en latín, para que su alma transitase exultante de gozo a la diestra del padre.

     Al poco tiempo, de nuevo Ceferino ausente de sus quehaceres y al igual que la otra vez la azada junto a la piedra con el astil partido.

 .- Ave María hermana

      .- sin pecado concebida

.- ¿me podría decir donde está Ceferino?

       .- le han dado un aviso urgente, algo de su hermano Pascual

         Efectivamente; con una vieja y oxidada pistola que guardaba junto a cosas olvidadas en el cajón del armario, se había levantado la tapa de los sesos.         Ceferino ya nunca volverá a hablar en latín a las flores del jardín y la azada quedará con su mango roto, dormida junto a la piedra.
           Ahora deambula por los pasillos  esperando a ser trasladado al psiquiátrico donde acabará sus días.

 

    


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