Tantos años, disimulando,
esa cojera,
nada,
una plantilla
de un centímetro
dentro del
zapato mocasín.
Una tontería,
una ridiculez,
un estrabismo
en la vista
tras las gafas
de sol.
Un defectillo
sin importancia.
¿Que no me
entero?
Si ustedes supieran.
Los tapones de
cera
que no se
cansan de molestar.
Por lo demás,
bueno,
quitando esas taquicardias,
alguna cosita
de hígado,
piedras en el riñón,
cosas que en
todos es normal.
¿Fumar? Claro,
algún vicio
hay que tener.
Pero alcohol
nada,
bueno solo de
vez en cuando.
En las
reuniones,
una copita con
el café
a la hora de
la sobremesa,
el vino de las
comidas,
ya saben lo
cotidiano.
Eso sí, estoy
empezando,
tan solo el planteándome
el hacer
ejercicio
cuando no haga
frio.
Pensé, en que
la verdura
me podría
venir bien
el incluirla
en mi alimentación,
pero….. no sé.
El verde en el
plato
está bien como
decoración.
Pues eso, y a
qué viene esto.
A sí, a que
tras tantos años
uno se
acostumbra a todo.
A vivir con
sus defectos,
a olvidarse de sus virtudes,
y a pensar en
el mañana.
El pasado-mañana
queda
demasiado lejos.
Para que mirar
atrás
si ya no tiene
remedio.
Por otro lado,
el horizonte
queda lejos,
no lo consigo
alcanzar con
mi mano.
Hoy pienso,
eso sí,
sin esforzarme
demasiado
pues dicen que
pensar mucho,
puede dañar el
cerebro.
Para algo que
parece aún,
no tengo muy
deteriorado,
habrá que
cuidarlo.
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