2.- Desencadenante
1.-Tras una vida con altibajos, pero en relativa calma, las circunstancias provocan que los problemas se sucedan de manera inesperada, con tal rapidez que antes de asumir uno, ya está otro apareciendo. Llega el momento en que la presión aumenta de manera brusca, como si fuera una olla, entra en ebullición; debido a la acumulación de partículas, la válvula de escape se obtura; tenemos tres alternativas:
La más idónea, sería desatascar la válvula, lo difícil es reconocer el problema en sus primeros episodios, antes de que los residuos se solidifiquen.
La menos comprendida, la que más interrogantes deja y por suerte (al menos para la familia) la que menos sucede, es que la olla revienta con o sin motivo aparente externo, el suicidio es inminente, en unos casos, buscando antes un “culpable” a quien atribuirle sus culpas, en otros, no sin antes llegar a pensar que todos los que lo rodean, experimentan su propio sufrimiento e intentar paliar el dolor de los suyos del mismo modo.
La más habitual, es que la mente se auto proteja creando un cortocircuito, un corte de energía que haga bajar la actividad cerebral, escondiéndose tras cualquier hábito de los llamados indeseables (alcohol, drogas, juego...) o crearse una simple coraza, y dejar que pase el tiempo, para olvidarse de la realidad, al final todo sale y lo que era un montoncito de arena en una habitación, se ha convertido en un desierto.
No cojas la pala, para cambiarla de sitio, pide ayuda, abre la ventana y lánzala fuera, con paciencia la habitación quedará limpia de nuevo.
2.- Después de mucho tiempo de incertidumbre, en el que por motivos varios, ha ido cerrando su círculo social, uno se encuentra con lo que siempre ha pretendido, llamémoslo estabilidad, los problemas cotidianos, con los que siempre ha tenido que lidiar, se van solucionando, suelen ser de poca importancia con respecto a otros de más relevancia, de tanta relevancia que no tienen solución, pero aún así, estos también demuestran una mejoría relativa o una simple estabilidad (que no es poco).
La maquinaria, forzada durante años, de pronto empieza a detenerse, su cuerpo, en un acto de relajación se deja caer sobre el sillón, un soplido largo y pausado, abre la espita de presión. Ahora lo “lógico” sería disfrutar del momento, descansar plácidamente unas horas durante la noche y dedicarle el máximo tiempo posible a todo aquello que ha tenido que dejar de lado, bien haya sido por tiempo, por trabajo o por estrés emocional.
Pero no, día a día, nota como el brebaje que contenía su marmita, deja de agitarse y comienza a girar lentamente y cada vez más y más pausado hasta que queda en absoluto reposo. Entonces el listo, porque, es que hay que ser listo “idiota perdido” se dedica a mirar a través del cristal dentro de sí.
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