4.1- Diagnóstico y Tratamiento
Entrar en un lugar, en el que encontrarse
cómodo, apacible, que favorezca la relajación, una salita de espera, donde el
familiar pueda estar un rato a gusto leyendo una revista, sentarse (solo) frente a un profesional
amable, que te escuche y sepa diagnosticar cuál es tu verdadero problema, te dé
una explicación sin tecnicismos e infunda en ti una confianza que haga que seas
sincero, sin tapujos, para así, pueda regular la dosis idónea de la medicación
o terapia que crea conveniente y un contacto cada cierto tiempo para observar
la evolución.
Lo que uno se encuentra: (Me tocó bailar con la más fea))
Llamas al timbre, te abre un señor
que demuestra educación y respeto, la simpatía brilla por su ausencia, por el
pasillo adelante tuerces el morro y resoplas, el familiar que te acompaña: .-
bueno tranquilo.
Con un gesto os indica que paséis los dos, el familiar no tiene otra
intención que servir de ayuda y con ese propósito, entra tras de ti, a un
despacho con muebles de estilo clásico, oscuros; viendo el conjunto del doctor y la
habitación, parece retroceder el tiempo a siglos pasados.
.- Cuénteme (sin ninguna clase de empatía)
Entre su aptitud y tu familiar sentado
al lado, que cojones le vas a contar;
has ido a intentar salir un poco mejor de ánimo, no a que tu acompañante
salga hecho unos zorros.
Bueno, habrá que intentarlo, midiendo un
poco la exposición, ya que se ha venido hasta aquí, quien sabe.
Te pones a hablar, a relatarle lo que
te ocurre, parece que simplemente te escucha; sigues contándole lo que sientes,
de vez en cuando miras a la persona que tienes al lado y te das cuenta que ella
si te presta toda la atención, pero él está a lo suyo, parece estar arto de oír
siempre la misma historia, no te sientes
“su paciente” eres más de lo mismo, si ya se sabe mi historia, para que voy a
seguir hablando.
.-
Pues sí, tienes una enfermedad y como tal enfermedad, se cura, lo que te
voy a recetar ayuda, pero eres tu el que tienes que querer salir, ¿no te
importa tu familia? pues lo tienes que hacer por ti y por ellos. (Lo que te
hace florecer el sentimiento de culpabilidad) cuando te levantes, ponte hacer
cosas que te ilusionen (cuando lo difícil es levantarse) y bla, bla,
bla....... No se ha dado ni cuenta que
uno, eso ya se lo sabe, lo que pide a gritos es AYUDA para realizarlo.
Llega el momento del rancho, como en la
mili, mismo menú para todos.
.- te vas a tomar mañana y tarde una de
estas y otras dos de estas, este jarabe
antes de comer, me llamas por teléfono dentro de un mes a ver cómo va la cosa y
luego ya dentro de tres o cuatro meses vuelves a consulta.
En ese instante, no lo mandas a la mierda,
para que parezca que pones algo de tu parte, (aunque no te falten ganas) y para
contentar al personal; compras las medicinas y las tomas todos los días. Aún te
queda un poco (poquito) de esperanza de que esas pastillas, sirvan de ayuda y
vayan a solucionar algo.
El jarabe, bendito jarabe; simple, un estimulador del apetito, no es lo
que esperabas, pero al menos vuelves a recuperar fuerza física, ganas unos
kilitos, se te rellenan los pómulos y experimentas la alegría de tu familia al
ver mejorado tu aspecto; eso sí que te da fuerzas, no ha cambiado casi nada en
tu interior, pero de repente, por primera vez, te ves rodeado de un entorno
propicio para empujar con ganas.
Después de un mes, llamas de nuevo, a ver
que se cuenta el señor, lo haces sobre todo por tener contenta a tu gente. Se limita a subirte un poco la dosis y a
esperar.
Al segundo mes, a tomar por culo la
bicicleta; algo que no se debe de hacer, y que por favor nadie lo haga si no
está seguro de que todo va a salir bien y está dispuesto a afrontar las
consecuencias en caso de equivocarse. Cortas radicalmente el tratamiento, con
lo cual debes de experimentar algún trastorno, pasan los días y no aparece nada
raro, te sientas y reflexionas.
4.2- “Automedicación”
Todavía no has terminado de salir del
bache, (en realidad aún te ves en el pozo) hierro, para la buena oxigenación de
la mente y un aporte de vitaminas para evitar carencias los días que uno está
más inapetente, el jarabe, que no falte.
Como de vez en cuando sientes algo de
ansiedad, para prevenir, alguien de confianza, llamémoslo X (médico,
farmacéutico) antidepresivos y ansiolíticos en una dosis mínima aunque solo te
sirvan como efecto placebo.
Está claro que es un problema mental y la
mente lo va solucionando, pero estos años que podrían haber llenado de letras
el doble incluso el triple de párrafos, se podían haber reducido si no hubiese
existido la figura del incomprendido.
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